Mourinho: "Estamos eliminados"
El entrenador del Madrid dice sentir "asco", carga contra el árbitro, cuya actuación vio "absolutamente increíble" y afirma que Guardiola ha ganado una 'Champions' que a él le daría "vergüenza"
Hacia finales de diciembre de 2008, los jugadores del Madrid, encabezados por su capitán, Raúl, se rebelaron contra Bernd Schuster, y precipitaron su destitución, porque el entrenador había proclamado en público que el clásico de Liga estaba perdido antes de pisar el Camp Nou. Aquella fue una reacción contra una conducta extraña a los principios rectores del madridismo. Ayer, José Mourinho, en un acto de victimismo sin precedentes en Chamartín, presentó la capitulación antes de disputar la segunda semifinal: "El Madrid está eliminado de la final de la Champions", dijo. "Iremos ahí con todo el orgullo, con todo el respeto por nuestro mundo, que es el fútbol, que algunas veces me da un poco de asco. Me da asco vivir en este mundo, pero es nuestro mundo".
Mourinho habló desde la autoridad que le confiere su posición en el club tras ganar la Copa, convertido en el entrenador con más prerrogativas de la historia del Madrid, autorizado por un presidente silente y por un vestuario fanatizado cuya voluntad maneja a su antojo. "Iremos sin Pepe, que no ha hecho nada", prosiguió, lamentándose y hablando de sí mismo en tercera persona; "y sin Ramos, que no ha hecho nada, y sin el entrenador, que no puede estar en el banquillo... con un resultado que es prácticamente imposible de remontar. Y si por casualidad hacemos un gol ahí y abrimos un poquito la eliminatoria, seguro que nos matan otra vez. ¡Nos matan otra vez! Hoy se ha demostrado que no tienes ninguna posibilidad. Nada. Mi pregunta es ¿por qué? ¿Por qué no dejan que los otros equipos jueguen contra ellos? ¡No lo entiendo!".
Desde hace un mes, los empleados y los jugadores que acuden a Valdebebas escuchan a Mourinho predecir con tono profético una conspiración generalizada de los árbitros en Europa y España. El entrenador repite sus tesis con insistencia invariable, señalando oscuras tramas para beneficiar al Barcelona, insospechadas maniobras en las que los árbitros no siempre son los ejecutores. Hay de todo. Ayer señaló a la UEFA y a su supuesto contubernio con el club catalán. "Si le digo al árbitro y a la UEFA lo que pienso de lo que ha ocurrido mi carrera se acaba ahora mismo", se quejó. "Podríamos haber estado tres horas que no pasábamos del 0-0. Íbamos a cambiar a Lass por Kaká pero el árbitro no me ha dejado. No sé si será porque el Barça patrocina a Unicef, o porque son más simpáticos, o porque Villar [presidente de la federación española y vicepresidente de la UEFA] tiene mucha influencia en la UEFA. El hecho es que ellos tienen una cosa muy difícil de conseguir, que es el poder".
"¿Por qué en un partido equilibrado, que está para 0-0, el árbitro ha hecho esto?", se preguntó Mourinho en voz alta, hablando de sus experiencias pasadas como si nunca hubiera cambiado de club. "¿Por qué? Él no va a responder. Se irá a su casa. Yo... Hemos hecho un milagro el año pasado [con el Inter] jugando con diez y consiguiendo el pase a la final... Cuando no pitaron el penalti de Gourcuff contra el Lyon, en Gerland, yo pensé: 'Ok, a lo mejor no quieren que lleguemos a cuartos de final. A lo mejor ya está todo pactado'. Lo del árbitro de hoy [por ayer] ha sido una cosa absolutamente increíble. Para mí no es un problema. Me voy a reír".
Mourinho nunca se detuvo a considerar que en este juego, reglado desde hace más de 100 años, los árbitros rara vez sancionan al que tiene el balón. Su equipo tuvo la pelota un 26% del tiempo de juego. Con diez y con 11 jugadores. Desde el principio salió a especular. Lo admitió el propio Mourinho en un alarde de sinceridad, evidenciando que su plan entrañaba una paradoja insuperable. "Mi planteamiento tenía diferentes momentos organizativos", dijo. "Diferentes fases. Pasaba por no sufrir goles, por frustrar al adversario, jugar compacto y bajo como jugamos los otros dos clásicos. En el segundo tiempo haríamos un cambio con la entrada de un nueve fijo (Adebayor), y en una fase final del partido jugaríamos con un diez puro detrás de los dos atacantes, que iba a ser Kaká. Es un planteamiento pensado para un partido que parece que va a terminar 0-0 y que en un momento de frustración del adversario íbamos a intentar revertir, arriesgándonos, para intentar ganar. Puedes perder, o puedes empatar 0-0, que es lo más lógico. Pero el árbitro no nos dejó hacer este planteamiento".
Mourinho insistió en su teoría de la conspiración mezclando su presente y su pasado, como si él solo se representase a sí mismo: "¿Por qué expulsó a Pepe? ¿Por qué no nos señalaron cuatro penaltis a favor del Chelsea? ¿Por qué expulsaron a Van Persie? ¿Por qué expulsaron a Motta? ¿De dónde viene este poder? Su poder debería ser futbolístico. Lo tienen. Y deberían ganar con eso. Tiene que tener un sabor diferente ganar como ganan ellos. Tienes que ser muy mala gente para saborear esto".
"Yo gané dos Champions", prosiguió. "Y las gané con dos equipos que no eran el Barcelona. Eran el Oporto, de un país que normalmente no gana la Champions, y el Inter, que no la ganaba desde hacía 50 años. Y ganamos con trabajo, esfuerzo, luchando... Guardiola es un entrenador fantástico pero ha ganado una Champions que a mí me daría vergüenza ganar. Porque la ganó con el escándalo de Stamford Bridge. Y si este año gana la segunda ganaría con el escándalo del Bernabéu. Por eso yo espero, porque Guardiola lo merece, que un día tenga la oportunidad de ganar una Champions íntegra. Limpia".
Guy Roux, el veterano entrenador francés, se paseaba perplejo por el Bernabéu, tras el partido, y atribuía su estupor a la pobreza del espectáculo que acababa de presenciar: "El Madrid no ha querido el balón y Pepe ha merecido la roja porque su planchazo fue villano: podría haberle roto la pierna a Alves".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.