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La barra no es cosa de rumanas

Por primera vez desde los tiempos de Comaneci, en los 70, no ha habido una gimnasta de este país luchando por el título europeo en su aparato favorito, que ha ganado la rusa Dementieva

En los Europeos de gimnasia hay varias certezas históricas. Los países del Este copan las finales y siempre hay una rumana en la final de barra, casi siempre subiendo al podio. Si la primera premisa se resquebraja desde hace años gracias a países como España en los 90, Italia en la década pasada, y Reino Unido y Alemania ahora, en el torneo que hoy acaba en Berlín se ha roto la segunda. Por primera vez desde que en 1975 Nadia Comaneci convirtiera a Rumanía en una potencia gimnástica solo una vez, en 2002, cuando el equipo se deshizo por luchas internas y solo compitió una atleta, ninguna rumana ha estado en la final de barra, que se ha llevado la rusa Anna Dementieva.

No es que a Berlín no haya viajado ninguna especilista rumana en su prueba favorita. Aquí han estado Ana Porgras, vigente campeona del mundo en la prueba, Elena Racea, que defendía título europeo y Sandra Izbasa, que tiene un subcampeonato mundial y dos europeos en el considerado ejercicio más difícil. Pero todas estuvieron muy lejos de su potencial el miércoles en la clasificación.

La historia de los éxitos rumanos en la gimnasia ha estado siempre ligado a este aparato, donde las atletas realizan los mortales más arriesgados en una superficie de 10 centímetros a 1,25 metros de altura. La primera fue Nadia Comaneci, que asentó su leyenda gracias en parte al ritmo que logró imprimir a este ejercicio, sin paradas, como si estuviera en el suelo. Desde entonces Rumanía siempre ha producido grandes especialistas: Agache, Szabo y Silivas, en los ochenta, Milosovici en los 90 y Raducan, Nistor y Ponor en la pasada. La mayoría de ellas no solo tenían ejercicios complejos -Szabo ya hacía un mortal con pirueta agrupado- y muy técnicos, sino que casi nunca se caían. La seguridad en el aparato más inestable era cosa de las rumanas. Esta circunstancia tiene mucho que ver con el tipo de entrenamientos que realizan las gimnastas del país de los Cárpatos. Frente a chinas y estadounidenses, que priman el perfeccionamiento técnico las rumanas repiten y repiten y repiten los ejercicios hasta la extenuación hasta automatizar los elementos y hacerlos sin pensar.

Esa técnica ha fallado en Berlín, donde ha ganado la rusa Anna Dementieva, beneficiada por la ausencia de su compatriota Aliya Mustafina, lesionada de gravedad en la final individual del viernes, y se han llevado la plata y el bronce las italianas Ferlito y Preziosa, respectivamente. Pero nadie duda de que las rumanas volverán a dominar este ejercicio en los Mundiales de octubre.

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