Adebayor recobra el aliento
El delantero, alicaído tras la explosión de Benzema, justifica su aventura española con dos cabezazos
Se alineaban los jugadores en el túnel de vestuarios para salir al campo y José Mourinho recorría la línea como un sargento apresurado. Iba hasta la retaguardia y hablaba con Marcelo. Regresaba a la vanguardia y hablaba con Ramos. Luego, volvía a dirigirse a Marcelo. Y volvía con Ramos. Le preocupaba la desactivación de Bale y Lennon, los dos extremos del Tottenham, enfrentados mano a mano contra sus laterales. Sobre plano, el partido anunciaba un enfrentamiento disputado, con dos equipos amenazándose con sus estoques. Pero, como suele ocurrir, la táctica no resistió el contacto con la realidad. Lennon se quedó fuera de la formación por una gripe, según la UEFA. Para reemplazar a su driblador, Harry Redknapp metió a Jenas, un interior enérgico y disperso. Cambió el dibujo del Tottenham, cambió el partido y sucedió lo inesperado. Crouch se hizo expulsar al cuarto de hora y Adebayor cabeceó dos balones a la red. Dos goles que justifican su aventura española.
Crouch cumplió 30 años en enero. Ha paseado sus dos metros de carrocería por el fútbol inglés a través de 11 traspasos. Ha sido internacional. Se le supone una experiencia acreditada. Sin embargo, a los dos minutos se lanzó en plancha y barrió a Ramos. El árbitro le mostró la tarjeta amarilla. A los 15, repitió la operación, esta vez contra Marcelo. Otro tackle a destiempo. Debió de pensar que el colegiado que lo juzgaba era inglés. Pero jugaba en el Bernabéu. Y, como es un tipo llamativo, su infracción se hizo más visible todavía. El alemán Byrch le expulsó con razón. Y el Tottenham se vio condenado. Con 10 y con un gol en contra.
Adebayor justificó su fichaje metiendo los que, por ahora, son los goles más importantes del Madrid esta temporada. El primero, elevándose sobre Jenas a la salida de un córner lanzado por Özil. Metió el frentazo y el balón pegó en Modric antes de ir a la caja. El portero, Gomes, no hizo ni un gesto en defensa propia. Vio pasar la pelota, lentamente a través de la línea, atacado por la parálisis. No pudo hacer más.
Los compañeros llevaban semanas viendo a Adebayor alicaído. Había perdido aliento. Cuando vio que Benzema jugaba y él pasaba al banquillo, tras el partido de Lyon, se dejó llevar un poco. Viajó a Londres cada vez que pudo, a ver a su familia, y perdió la esperanza de renovar su contrato con el Madrid. A partir de junio, el Madrid tendrá la opción de ficharlo del Manchester City. Pero esta era una posibilidad que parecía lejana. Al menos, hasta ayer.
Cuando Marcelo le colgó el balón sobre la cabeza, el Bernabéu soltó un alarido, Gallas debió de sentir que le fallaba el adductor y Adebayor le sobrevoló para conectar. Metió otro cabezazo. El 2-0. La tribuna ocupada por los hinchas británicos cambió de fisonomía. Sumida en un silencio sepulcral, rodeada de union jacks y de banderas cruzadas, aquella multitud de 10.000 deprimidos ofreció un espectáculo sobrecogedor. El resto del estadio comenzó a celebrar el pase a las semifinales.
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