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En la San Remo de Scarponi vence Goss

Una caída deja a Freire cortado y sin posibilidades de victoria

Michele Scarponi lo hizo todo, lo mejor, lo más espectacular. El veterano italiano, que conoce todos los vericuetos del ciclismo, era el más fuerte del día -lo lleva siendo toda la semana, de hecho—y terminó, sin embargo, sexto de una Milán-San Remo marcada por varias caídas que dejaron fuera de juego a algunos de los favoritos, como Óscar Freire, quien conoció el sabor del asfalto y comprobó su dureza por primera vez en su décima participación, y que deja como recuerdo al primer ganador no europeo de sus 105 años de historia: Matthew Goss, un 'sprinter' de Tasmania (Australia), de 24 años, el futuro del ciclismo. Una señal de su clase y calidad: ante su velocidad sucumbieron impotentes en la recta final del Lungomare Italo Calvino algunos de los más potentes corredores del momento: los terribles Fabian Cancellara, Phillippe Gilbert, Alessandro Ballan y Filippo Pozzato.

"Pero si no llega a ser porque se quedó cortado, gana Scarponi sin duda. Era el más fuerte con diferencia", dice Freire, quien se enteró más tarde, por el relato asombrado de sus compañeros, del asombroso recorrido del ciclista de 31 años al que Eufemiano Fuentes apodó Zapatero en los papeles de la Operación Puerto. Freire no pudo ver en directo más que una parte del número de Scarponi porque en una caída en el descenso de Le Mànie, a 90 kilómetros de la llegada, cuando ya llevaban recorridos más de 200, se golpeó la rodilla, rompió la rueda delantera de su Giant y también una zapatilla. "Iba entre los diez primeros del pelotón cuando me patinó la bici y me caí", cuenta Freire, que inicia la conversación telefónica con un usado "no pudo ser" de disculpa. "Habíamos preparado los tubulares para el calor que pensábamos que iba a hacer y estaban muy hinchados. En cuanto cayeron cuatro gotas, la carretera se convirtió en una pista y los neumáticos en patines. El problema no fue la caída en sí, pues me levanté enseguida, sino las averías. Cambié la rueda rápido, pero luego tuve que cambiar la zapatilla una vez terminado el descenso y cuando volví a rodar, ya había un grupo por delante a 2m 40s. Hicimos lo que pudimos, reventamos al equipo, pero ya a falta de 30 kilómetros para San Remo, vimos que era imposible enlazar".

En el grupo de Freire, que en realidad era el pelotón principal pues contenía el mayor número de corredores -delante quedaron solo 44-, estaban también algunos otros favoritos que se habían visto envueltos en otra caída: el campeón del mundo Thor Hushovd, su compañero Tyler Farrar, el ganador en San Remo en 2009 Mark Cavendish... Todos tiraron la toalla. También estaba allí Scarponi, que no se rindió.

"¿Pero qué hace el Lampre? ¿Qué hace el Lampre? ¿Por qué tiran detrás si tienen a Petacchi, su líder, en el grupo de delante?", se desgañitaban los comentaristas de la RAI observando cómo eran los del equipo morado los que mantenían viva la esperanza del grupo cortado. La respuesta les llegó en la subida de la Cipressa, el penúltimo montículo. Gracias a las aceleraciones del Lampre, su equipo, el grupo cortado marchaba a 1m 10s, cuando Scarponi decidió acelerar. Se fue solo. Escaló, descendió, llaneó solo por las peligrosas rectas entre la Cipressa y el Poggio, enlazó antes de llegar al último obstáculo, se colocó en cabeza, aguantó, atacó, se infiltró en el grupo de ocho que se jugó la victoria y aún tuvo fuerzas en la última recta para lanzar el 'sprint'.Petacchi, su líder, su fabuloso sprinter vio la llegada desde la distancia, detrás.

No estuvo entre el grupo de diez corredores que se desgajó en el Poggio tras el salvaje ataque de Nibali, quien, relevado por Cancellara y Gilbert, acabó con la última fuga. Entre ellos se jugaron la victoria. Cada uno con sus armas. Los que solo podían ganar arrancando de lejos, arrancaron. Cancellara, Gilbert, Pozzato, Nibali... Arrancaban y se neutralizaban uno a otro. El más rápido de todos, Goss, que se pegó a la rueda de Gilbert, actuó como lo habría hecho Freire, por ejemplo, en su situación. Esperó al inevitable sprint para enseñar su rueda trasera a todos sus rivales.

El mejor español del día, que no el primero en la línea de meta, llegó el 26º, a 33s de Goss. Se trata de Pablo Lastras, quien recordó en ciertos momentos al Lastras espectacular que quedó tercero en octubre en el Giro de Lombardía, el último monumento de la temporada, ganado por Gilbert bajo el diluvio por delante de, claro, Scarponi. "Pero en este caso, mi misión era otra", dice el corredor de San martín de Valdeiglesias, que exhibió su clase en las subidas de la Cipressa y el Poggio -"veo que con los años voy a más", dice el ciclista del Movistar, de 35 años- tratando de colocar lo mejor posible a sus compañeros sprinters, Rojas y Ventoso, lo que no consiguió plenamente. "Y todo iba perfecto, pero la lástima fue que a 400 metros de la curva en que comienza el descenso del Poggio, Rojas, que iba a rueda de Gilbert, comenzó a sufrir tirones musculares y se quedó descolgado. Yo también los he sufrido en otras ocasiones y sé que cuando llegan, llegan, y no se puede hacer nada más que sentir tremenda frustración e impotencia, porque Rojas había respondido muy bien hasta el momento". Rojas terminó finalmente 13º, a 27s, 3º en el 'sprint' de los derrotados, que ganó su compañero en el Movistar Ventoso, primer español, primer cántabro, por delante de Petacchi.

Matthew Goss celebra su victoria en la Milán- San Remo de 2011.
Matthew Goss celebra su victoria en la Milán- San Remo de 2011.MARCO TROVATI (AP)

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