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LIGA | OSASUNA 0 - GETAFE 0

Atasco de ideas en el Reyno

Osasuna y Getafe firman el empate en un choque sin ambición

Osasuna y Getafe midieron sus sensaciones negativas y dejaron la codicia para mejor momento. Los de Camacho han convertido la medianía en su modus vivendi. Con un argumentario escaso y un espíritu anodino, transitan al borde del precipicio más confiados en la incapacidad ajena que en los méritos propios mientras pierden arraigo y tradición a cada paso. Más desdibujados que nunca, les queda el asidero del Reyno como territorio inexpugnable. Solo el Barcelona ha sido capaz de asaltar el campo rojillo y ahí sustentan sus esperanzas de permanencia y solo suman un triunfo en las últimas ocho jornadas.

Enfrente, un Getafe que vive instalado en una montaña rusa. Tan capaz de languidecer hasta encadenar más de un mes sin ganar, allá por noviembre, como de reivindicarse con cuatro victorias consecutivas, su mejor marca en Primera, antes de cerrar el año. Una irregularidad que quedó condensada la pasada semana cuando en apenas tres días los de Míchel fueron capaces de discutirle el balón al Madrid con una propuesta sugerente y meritoria y, también, de mostrar su cara más abúlica ante el Betis hasta acabar goleados y eliminados de la Copa por el líder de Segunda.

OSASUNA 0 - GETAFE 0

Osasuna: Ricardo; Damiá, Sergio, Miguel Flaño, Nelson; Puñal, Lolo (Pandiani, m.67); Juanfran, Vadocz, Camuñas (Calleja, m.82); y Aranda (Lekic, m.67).

Getafe: Codina; Miguel Torres, Cata Díaz, Rafa, Mané; Parejo (Mosquera, m.91), Boateng; Pedro Ríos, Manu, Gavilán (Víctor Sánchez, m.85); y Arizmendi (Albín, m.86).

Árbitro: Iturralde González (Comité Vasco). Amonestó a Camuñas (m.10), Vadocz (m.30), Puñal (m.40) y Miguel Flaño (m.75), de Osasuna, y a Cata Díaz (m.38), del Getafe.

Incidencias: Partido de la decimoctava jornada de Liga disputado en el estadio Reyno de Navarra ante 14.821 espectadores.

Enfrente un Osasuna que ha convertido la medianía en su modus vivendi. Con un argumentario escaso y un espíritu anodino, los de Camacho transitan al borde del precipicio más confiados en la incapacidad ajena que en los méritos propios mientras pierden arraigo y tradición a cada paso. Más desdibujados que nunca, les queda el asidero del Reyno como territorio inexpugnable. Solo el Barcelona ha sido capaz de asaltar el campo rojillo y ahí sustentan sus esperanzas de permanencia.

Víctimas de la inseguridad, los dos equipos arrancaron el duelo como quien afronta la disección de un insecto. Metódicos y poco ambiciosos, se turnaban la posesión del esférico en una secuencia protocolaria incapaz de transmitir nada más allá del sopor. De cuando en cuando la concentración declinaba ante el letargo y solo así se contabilizaba algún susto en las áreas. Primero un balón que se paseó huérfano sobre la línea de gol getafense sin que Aranda encontrara la flexibilidad suficiente como para embocarlo; después un par de intentos de Arizmendi, ofuscado ante el gol en su regreso a la punta del ataque tras muchos domingos exiliado en la banda; más tarde dos zurdazos de Juanfran, con más voluntad que tino. El extremo, cerca de hacer las maletas camino del Calderón para cubrir el hueco dejado por Simão, buscó poner colofón a cuatro años y medio de galopadas en Pamplona. Pero ni la determinación del alicantino, ni el compás de Parejo, ni los postreros zapatazos de Manu fueron capaces de desatascar la maraña de botas torcidas, pases sin alma y posesiones triviales de un choque que nació miedoso y murió conformista. Manu se postuló a protagonista y emprendió la aventura de resolver el atasco en cada balón que caía a sus pies. Pero ya era tarde para cambiar la dinámica de un choque que nació miedoso y terminó

Con el pitido final en el horizonte, ambos conjuntos comenzaron a sopesar la dimensión del empate. Y en esa tesitura, el Getafe desató la codicia y la ambición que hasta entonces había dosificado y Osasuna tiró hacia atrás de la manta. Manu del Moral se postuló a protagonista y emprendió la aventura de resolver el duelo en cada balón que caía a sus pies. Pero ya era demasiado tarde para cambiar la dinámica de un choque que nació miedoso y terminó atascado.

Aranda protege el balón ante el acoso de Cata.
Aranda protege el balón ante el acoso de Cata.EFE
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