El Schalke: Poderoso delante, débil atrás
El equipo alemán cuenta entre sus armas con el ex madridista Raúl, al que siempre se le dio bien jugar en Mestalla
No es de extrañar que Raúl le guarde "cariño" al viejo Mestalla, un campo que se le dio bien, tanto en sus visitas madridistas como con la selección. Es un jugador muy temido por el Valencia, que lo volverá a recibir esta vez vestido de azul. En diferentes circunstancias. A Raúl, de 33 años, le ha costado despegar en Alemania. Pese a su feliz pretemporada, se atascó con el arranque de las competiciones, no encontraba el sitio en el cuadro de Felix Magath y hubo de encajar críticas incluso de alguno de sus compañeros, tal fue el caso de Huntelaar. El delantero holandés le pidió que subiera más al ataque para sentirse acompañado. Y, como siempre en su carrera, la ambición y la tenacidad de Raúl le llevaron al éxito, en forma de goles y de asistencias tanto en la Liga como en la Liga de Campeones, jugando, como le había pedido Huntelaar, más cerca de la portería, al tiempo que el conjunto de Magath iba cogiendo forma. Lanzado por su enésimo reto, el de alcanzar a Gerd Müller como máximo goleador histórico de las competiciones europeas, Raúl lo logró en 21 de octubre pasado tras un doblete al Hapoel, en la Champions, situándose en la cima goleadora con 69 tantos en 135 partidos.
De padre puertorriqueño, Magath adora a Raúl, del que admira su infinita capacidad de trabajo. Se trata de uno de los entrenadores más respetados y polémicos de Alemania. Su fama de duro le viene, por ejemplo, de haber hecho salir a entrenarse a sus jugadores, un día de temperaturas bajo cero, sin guantes ni gorros y pantalones cortos. Ganó la Liga con el modesto Wolsburgo antes de asumir todo el poder en el Schalke. Y contra la opinión de la hinchada, fichó a Metzelder, que había jugado en el Borussia Dortmund, el archienemigo del Schalke. Más tarde, tras serle arrebatado el cheque en blanco para los fichajes, Magath también se enfrentó a los representantes de los aficionados.
El Schalke es uno de los clubes más endeudados de Europa. En parte por la construcción de su reluciente estadio, el Veltins Arena, conocido por sus aficionados como El Pabellón en alusión a la cubierta que puede cubrirlo en pleno invierno: el equipo de Unai Emery lo visitará el 9 de marzo. Debido a esas dificultades económicas, el Schalke desmanteló la plantilla en verano, prescindiendo de algunos de los referentes de los últimos años: el delantero Kuranji, el lateral Rafinha y los centrales Bordon y Westermann. La defensa, casi nueva, pagó la factura en los primeros meses al encajar muchísimos goles y dejar en evidencia al portero de la selección alemana en el pasado Mundial de Sudáfrica, Neuer, pretendido por el Bayern de Múnich. La zaga ha sido el punto débil, cubierta con veteranos en horas bajas como Metzelder o gente poco experimentada como el japonés Uchida en el lateral derecho, el central de la cantera Höwedes o el lateral izquierdo ghanés Sarpei. Los intermitentes Jurado y Rakitic manejan un centro del campo que trata de abastecer a una potente delantera formada por Raúl, Farfán y Huntelaar.
Club centenario, de 1904, el Schalke siempre ha tenido más afición (80.000 socios, procedentes de la cuenca minera del Ruhr) que resultados, ya que su última Liga la ganó en 1958. En la Copa de la UEFA, eso sí, conquistó la de 1997 ante el Inter de Milán. En esa edición, el Schalke eliminó al Valencia camino de la final. Volvieron a encontrarse en la fase de grupos de la Champions hace dos años, con un empate en Mestalla y una victoria valencianista en el Veltins Arena con gol de Villa, convertido ya, precisamente, en el sustituto de Raúl en la selección.
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