Cuestión de carácter
El Getafe, en inferioridad desde en el minuto 41, doblega al Villarreal por fe y determinación
La tarde anunciaba buen fútbol y acabó por convertirse en una cuestión de carácter. No hay nada que refuerce más las convicciones que sobreponerse a la adversidad y el Getafe doblegó al Villarreal en el peor de los escenarios. Los de Míchel, en inferioridad numérica durante 55 minutos, interpretaron mejor el guión y se comieron a un rival ofuscado.
El seleccionador Vicente del Bosque no quiso perdérselo, tenía hasta nueve seleccionables en cada una de las alineaciones. El Getafe ante su espejo. Dos almas gemelas. Dos propuestas que dignifican el balón como objeto de culto y multitud de paralelismos y dobles parejas sobre el tapete. Sobre todo la de Parejo y Valero en el centro del campo, dos perlas de la maltratada cantera del Real Madrid, dos creativos de la pelota con visión panorámica, pasado común y futuro prometedor.
GETAFE 1 - VILLARREAL 0
Getafe: Codina; Miguel Torres, Cata, Marcano, Mané; Parejo (Casquero, min. 82), Víctor Sánchez; Pedro Ríos, Manu (Albín, min.68), Gavilán (Rafa, min. 45); Miku.
Villarreal: Diego López; Ángel, Marchena (Catalá, min. 70) Musacchio, Capdevilla; Bruno, Senna; Cazorla (Montero, min.75), Borja, Cani (Marco Rubén, min. 52); Nilmar.
Árbitro: Paradas Romero (Comité Andaluz): Mostró cartulina amarilla a Mané (min. 17), Víctor Sánchez (min. 20), Miku (min. 42) y expulsó a Cata (min. 41) por roja directa y a Albín por doble amonestación (min. 78 y min. 89). Por parte del Villarreal amonestó a Bruno (min. 47).
10.000 espectadores en el en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe.
Dani se marchó de Erasmus hace un par de años al Queens Park Rangers. Borja hizo lo propio ese mismo curso al West Bromwich Albion. Ambos regresaron a su hábitat natural, a ese apasionante territorio de la media punta donde solo sobreviven los genios, esos genios que se le acumulan a Del Bosque. Para mayor parangón entre ambos equipos, dos bajas notables en cada pizarra. La de Boateng en el Getafe y la de Rossi en los amarillos.
El primer acto, sin embargo, devino en un pulso narcisista de posesiones infinitas y llegadas insustanciales secundado por un árbitro de afán intervencionista y porte inseguro. Apenas algún apunte de Parejo, apenas algún revoloteo de Borja Valero y Cazorla entre las filas getafenses. Así fue hasta que, a los 41 minutos, todo se enredó. Mientras los parroquianos del Coliséum comenzaban a desenvolver los bocadillos, los amarillos enhebraron un balón a la espalda del Cata. Por allí se filtró el grácil Nilmar y el contundente central argentino no encontró otro antídoto que rascar el tobillo del delantero justo antes de que se colara en el área.
La expulsión trastocó los planes, alteró los biorritmos y despertó un duelo anestesiado. Míchel cosió el dibujo dando entrada a Rafa por Gavilán. Garrido cambio el recato por el descaro y retomó su habitual esquema con dos puntas dando entrada a Marco Rubén por Cani. El Villarreal asumió su obligación de victoria por pedigrí y circunstancias mientras el Getafe apretaba los dientes y las filas. La posesión amarilla se convirtió en acoso pero los azules, pertrechados de paciencia y confianza, esencializaron su discurso y dosificaron sus llegadas como el que condura un bien perecedero. Los de Míchel llegaban menos pero mejor y eso comenzó a ofuscar a los castellonenses.
Garrido, mientras tanto, contribuía a la ansiedad de los suyos. A cada cambio retiraba creación pero no contención. Jefferson Montero salió por Cazorla. La teoría del juego directo se volvió indescifrable en la práctica para un equipo de academia combinativa. Borja Valero quedó aislado y Nilmar cortocircuitado. El uniforme azulón se convirtió más que nunca en mono de trabajo y el encuentro mutó su cartel inicial y se convirtió en una cuestión más de carácter que de juego. En ambos territorios ganó el Getafe, y en el marcador también.
A punto estuvo de impedirlo Paradas Romero, que anuló un gol legal al incansable Miku a tres minutos del final. Pero acto seguido Albín selló la demostración de fe de un equipo firme y enrachado con un latigazo desde la frontal inalcanzable para Diego López. Su efusiva celebración, quitándose la camiseta, otorgó al árbitro la oportunidad de expulsarle y completar su desmesurada cuota de pantalla. Pero nada pudo con la determinación de un equipo feliz que suma su tercera victoria consecutiva.
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