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Poco premio para el Villarreal

El cuadro de Garrido falla en el remate ante un Valencia muy defensivo

Los tiempos han cambiado en el fútbol valenciano. El Villarreal se siente grande y juega como tal, ambicioso y dominador. El Valencia se ha vuelto pequeño con una propuesta mezquina y especuladora . Aunque el fútbol no siempre premie a quien más ofrece. El Villarreal, por ejemplo, fue incapaz de conciliar la creación de juego con el resultado, lastrado por un remate escaso y defectuoso.

Ante un Valencia sin estilo, encantado de cambiar de planes cuantas veces hiciese falta. De empezar con Maduro de mediocentro, retrasarlo al centro de la defensa, volver a subirlo a la media y acabar colocándolo de lateral derecho. Todo sin volverse loco. El empate deja más contento a Unai Emery que a Juan Carlos Garrido, mucho más cerca de la victoria. Extrañados ambos ante las 11 amarillas y una roja que vio el árbitro, una cifra exagerada para lo que ocurrió.

VILLARREAL 1 - VALENCIA 1

Villarreal: Diego López; Ángel, Gonzalo, Marchena, Capdevila (Marco Rubén, m. 61); Cazorla, Bruno, Borja Valero (Senna, 69), Cani; Rossi y Nilmar. No utilizados: Juan Carlos; Mussacchio, Altidore y Matilla.

Valencia: Moyà; Bruno, Stankevicius, Navarro (Banega, m. 39), Ricardo Costa, Miguel (Dealbert, m. 57); Joaquín, Maduro, Tino Costa, Pablo; y Aduriz (Soldado, m. 75). No utilizados: Guaita; Domínguez, Isco y Vicente.

Goles: 0-1. M. 20. Aduriz empalma un centro de Joaquín. 1-1. M. 72. Centro de Bruno que remata Rossi.

Árbitro: Estrada Fernández. Expulsó a Raúl Garrido (m. 62), segundo técnico del Villarreal, con roja directa por decirle "Que tonto eres", y a Stankevicius (m. 80) por doble amarilla. Amonestó a Maduro, David Navarro, Borja Valero, Banega, Bruno, Joaquín, Cazorla, Tino Costa, Dealbert y Senna.

Unos 23.000 espectadores en El Madrigal.

El siempre infravalorado Maduro le abrió el camino al Valencia con un pase rápido y profundo, al espacio, que Joaquín y Aduriz convertirían en oro. El centro del gaditano lo empalmó de primeras el vasco, suavemente, ayudado por el involuntario toque de Gonzalo.

Sin la obligación de llevar la iniciativa, el conjunto de Emery se sintió liberado, cómodo con un juego directo, feote, sin pretensiones. Morder, recuperar y largar a los de arriba. Emery dispuso una alineación para contraatacar, con tres centrales, dos carrileros y dos extremos en funciones de interiores (Joaquín y Pablo), acompañantes del único punta, Aduriz. Liberado de tareas defensivas, Joaquín le hizo daño a la zaga amarilla. A su aire, el gaditano es un jugador temible, capaz de inventar en cualquier rincón y en cualquier circunstancia.

El placaje a Nilmar de David Navarro, digno del Seis Naciones, retrató cómo se las gastaba la defensa de Emery. Navarro, sin embargo, se retiró poco después lesionado. Y el delantero brasileño, una exhalación acostumbrarse a irse con facilidad de los defensas, apenas pudo escapar de los grilletes de Ricardo Costa.

Fiel a su estilo, el Villarreal trató de masticar el partido, impulsado por el fútbol en vena de Cazorla y Borja Valero. Les costó darle fluidez a la pelota, repelida por el campo de minas valencianista. Capdevila asumió gran parte del protagonismo atacante amarillo, filtrándose entre los numerosos zagueros, aunque sin fortuna en el remate: un flojo disparo con la derecha, su pata de palo; y un gol anulado por un inexistente fuera de juego.

Cada equipo redobló su apuesta tras el descanso. Emery dio entrada a su cuarto central, Dealbert, mientras que Garrido prefirió a un delantero, Marco Rubén, por Capdevila, lesionado en el tobillo izquierdo. Apuntalado por un Marchena imperial, el Villarreal atacó con todo y Nilmar empezó a encontrar huecos. También Rossi, que empaló con la derecha un centro desde la izquierda de Bruno, ahora en funciones de lateral. Tras el empate, Emery subió a Maduro a la media y recuperó el 4-5-1. Entró Soldado. Se estiró el Valencia antes de que Stankeviciuis estirara el brazo, golpeara en la cara de Marco Rubén y fuera expulsado. La persistencia de Cazorla volvió a chocar contra la inoperancia rematadora de sus delanteros. Y contra el aire distraído de Maduro. A su manera, el mejor de su equipo.

Marchena cae ante la presión de Joaquín.
Marchena cae ante la presión de Joaquín.AP
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Deuda astronómica y sueldo de lujo

JAVIER PÉREZ.- El plan de austeridad marcado por Manuel Llorente y su Consejo de Administración para el Valencia y expuesta horas antes del partido ante el Villarreal, en la Junta General de Accionistas, reveló una incongruencia: Que la situación del club ché es "delicadísima, el año pasado estuvimos a punto de desaparecer. Si tenemos que ir al concurso de acreedores, se hará si pestañear", alarmó Javier Gómez, el director financiero de la entidad que, sin embargo, después desveló que la suma del sueldo de él y de Llorente asciende a la módica cantidad de 685.000 euros. Nóminas nada despreciables en época de crisis y en una entidad al borde de la quiebra.

Las minutas del presidente y de su mano derecha salieron a relucir en el turno de preguntas una vez concluida la alocución de Manuel Llorente que inició su intervención con un toque sentimental recordando a Arturo Tuzón, el que fuera presidente del Valencia entre 1986 y 1993, fallecido recientemente. A partir de ahí, el actual máximo dirigente valencianista pasó a exponer la memoria económica del pasado curso y las decisiones tomadas para evitar la ruina financiera del club. "El Valencia Club de Fútbol ha logrado equilibrar sus gastos con sus ingresos. La campaña 2009-10 se ha cerrado con un superávit de 18 millones de euros antes de impuestos y el actual ejercicio, 2010-11 se cerrará con equilibrio en las cuentas si logramos el pase a octavos de final de la Liga de Campeones. Gracias a las ventas, la ampliación de capital y el trabajo por equilibrar el presupuesto, la deuda hoy en día es de 430 millones de euros", se vanaglorió Llorente de su gestión y de que el equipo no haya perdido potencial. Las cuentas fueron aprobadas por una amplia mayoría. Y el Valencia empató en El Madrigal.

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