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Dos polos opuestos para un mismo objetivo

Mientras Carlos Sainz, ganador del último Rally Dakar en coches, se ha convertido en el hombre a batir, Marc Coma se toma la próxima edición en motos como una reivindicación personal

El Rally Dakar es un escenario tan mágico que es capaz de llevar al extremo y como si viajaran en una montaña rusa, arriba y abajo, las emociones de los participantes, profesionales y aficionados, en la carrera por etapas más exigente del mundo. Los secretos de esta prueba pueden acercarle a uno a la gloria para, una vez llegue a escasos milímetros de ella, hundirlo en la más profunda miseria y desesperación. Tanto Carlos Sainz como Marc Coma saben de qué va esta historia, porque ambos han vivido la cara más fabulosa del Dakar, y también la más funesta. Los dos pilotos, Sainz en la división reservada a los coches y Coma en motos, abordan el Dakar 2011 desde polos opuestos.

El madrileño se convirtió la pasada edición en el primer español en coronarse en coches, circunstancia que inmediatamente le colocó la etiqueta de hombre a batir de cara a este año, mientras que Coma, ganador en motos en 2006 y 2009, vivió los peores días de su trayectoria como motorista profesional por el jaleo de los neumáticos ?fue acusado de cambiar una rueda de su moto de forma antirreglamentaria?, un asunto casi más político que deportivo. En este sentido, los equipos de ambos, Volkswagen en el caso de Sainz y KTM en el de Coma, se han pasado un curso entero tratando de colocarles en la mejor disposición posible para conseguir el único objetivo que se han marcado: volver a ganar.

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Como cada año desde hace dos, cuando Mitsubishi decidió retirarse como escudería oficial debido a la crisis, el Dakar ha adquirido un tono azulado en la parcela limitada a los coches. Esta vez, la marca de Wolfsburgo pretende ir un paso más allá. Al doblete que consiguió en 2010 con Sainz y Nasser Al Attiyah quiere sumarle otro coche y, así, copar el podio entero y lograr eso que ellos mismos ya definen como un hat trick. Sainz, que se ha impuesto en el Rally de la Ruta de la Seda y que pasa por ser el piloto de referencia de Volkswagen a la hora de desarrollar y mejorar el Race Touareg, está convencido de que el trofeo acabará en una de las vitrinas de la marca alemana.

"El próximo Dakar será una repetición del que tuvimos el año pasado", recuerda el bicampeón del mundo de rallies (1990 y 1992). Si su pronóstico es acertado y la política de la estructura es la misma que la de entonces, es decir, la de no intervenir para imponer órdenes de equipo, la carrera será movidita. Para Sainz, el enemigo más fuerte volverá a sentarse a su lado a preparar las etapas, a comer en la misma carpa que lo haga él y a dormir en su mismo hotel. En la penúltima etapa del último Dakar, entre San Rafael y Santa Rosa (725 kilómetros), el madrileño se las tuvo tiesas con Al Attiyah, al que llegó a acusar de jugar sucio por zigzaguear con el coche delante de él, una maniobra peligrosa y poco deportiva que, a criterio de Sainz, solo pretendía descentrarle en un intento a la desesperada de dejarle fuera de carrera. "Nasser volverá a salir a por todas, en eso es un poco como yo, mientras que Mark \[Miller\] y \[Giniel\] De Villiers creo que, de entrada, llevarán a cabo un planteamiento un poco más conservador y permanecerán a la expectativa. Y también habrá que tener mucho ojo con el BMW de \[Stéphane\] Peterhansel", considera el piloto de Volkswagen, que se ha pasado estos últimos meses viajando por todo el mundo, acompañando unas veces a su hijo, Carlitos, en su primer año en la Fórmula BMW de monoplazas, y otras compitiendo él o realizando ensayos para optimizar el Race Touareg III, el todoterreno con el que correrá en Sudamérica.

"En el coche la verdad es que no nos hemos roto mucho la cabeza. Nos hemos centrado en los aspectos que nos habían complicado un poco la vida. Básicamente, lo que hemos intentado es optimizar el sistema de refrigeración y trabajar con la relación del cambio para mejorarla", detalla el español, que para este próximo reto volverá a contar con Lucas Cruz como copiloto. "El problema que nos encontrábamos en el pasado aparecía cuando teníamos que afrontar etapas en altura y con mucha arena. Entonces, el coche se calentaba. Eso hacía que el ordenador comenzara a reducir la potencia de forma inmediata hasta llegar a máximos de un 30% menos de las prestaciones del motor", resume Sainz.

Para que eso no vuelva a ocurrir o lo haga pero en unos márgenes menos dramáticos, el departamento de raids de Volkswagen le ha incorporado al Race Touareg una nueva entrada de aire en la parte superior del techo (ahora llevará dos), además de un radiador más grande. "También hemos tocado algo del motor pero han sido cambios muy poco significativos. La gran evolución la hicimos hace un par de años \[cuando De Villiers se convirtió en el primer ganador de la prueba al volante de un modelo diesel\]. Ahora, a nivel de fiabilidad estamos tranquilos", concluye el español, que físicamente llegará justito al arranque de la prueba, el uno de enero en Buenos Aires, debido a la operación de menisco a la que ha sido sometido y que le ha impedido realizar la preparación que a él le hubiera gustado. "No puedo correr, pero por suerte vamos en coche", bromea.

Coma, por su parte, afrontará el reto de una forma muy distinta. Los dos trofeos que le acreditan como ganador del Dakar y que guarda en su casa de Avià y los muchos otros títulos que ha conseguido a lo largo de su trayectoria son lo suficientemente significativos como para que no tenga que demostrar nada a nadie. Lo que le ocurre al catalán es otra cosa. El año pasado se fue de Buenos Aires con un sabor tan amargo que quiere borrarlo de su cabeza, y la única forma que tiene de hacerlo es volver a plantar batalla y demostrar que lo que ocurrió entonces fue algo parecido a un accidente. Para ello contará con una nueva KTM adaptada el reglamento: será de 450cc en vez de 690cc, con la que ha hecho más de 50.000 kilómetros para ponerla a prueba y a punto. Con ella ha ganado el último Rally de los Faranoes.

"La gran diferencia de esta moto en relación a la anterior es su peso. Hemos perdido alrededor de 15 kilos, y eso hace que las prestaciones también hayan cambiado un poco. Esta te permite ir mucho más rápido en las zonas técnicas, pero en las rápidas hemos perdido unos 12 kilómetros por hora de velocidad punta", resume el español; "pensaba que con la reducción de cilindrada íbamos a perder mucho más. A día de hoy, el cambio no es proporcional a la pérdida real de caballos".

Para él, un motorista que siempre se ha caracterizado por conducir al ataque, más agresivo que la mayoría de sus rivales, el negocio puede haberle salido redondo. "Con la nueva moto aún hay que ser más agresivo porque el motor no te permite una conducción relajada. Siempre lo tienes que llevar alto de vueltas y entrar rápido en las curvas, porque si no, al salir, pierdes tiempo ya que no tiene la misma aceleración que la 690", relata el actual campeón del mundo de raids.

El desarrollo de esta cuatro y medio ha sido tan tremendo que calcula que el tiempo empleado para completar las etapas apenas se verá afectado un 5%. Con el cambio de reglamento (que ya comenzó a aplicarse en la pasada edición) lo que persigue la Amaury Sport Organisation (ASO) es que la carrera quede tan abierta como sea posible hasta el final. "Con los modelos de 450cc hay más marcas que se animan a participar y eso significa más competencia. No quieren que la victoria quede reducida a dos o tres tíos nada más comenzar. Habrá que estar muy pendiente de BMW y Aprilia", puntualiza el motorista.

Sin embargo, y aunque pueda parecer una charlotada, casi más importante que el cambio de moto que ha tenido que afrontar el catalán es el cambio de neumáticos. En el pasado Dakar decidió no desobedecer a KTM, que había llegado a un acuerdo con Pirelli para que los dos pilotos de fábrica (él y Cyril Despres, el ganador) emplearan las gomas italianas. El francés, por su parte, negoció de forma privada con Michelin, circunstancia que le situó en clara ventaja respecto a su más directo rival, que después, a media carrera, llegó a ser acusado y penalizado por haber cambiado un neumático de su moto de forma antirreglamentaria, algo que nunca llegó a demostrarse. De cualquier forma, el panorama actual ya no tiene nada que ver con aquel, y Coma tomará la salida en Buenos Aires en igualdad de condiciones que Despres, al menos a nivel de material (las dos motos calzarán compuestos Michelin). Y eso es de agradecer en una competición tan extrema como esta, en la que todos los elementos, tanto los físicos como los mecánicos y también los mentales, se llevan al límite de sus posibilidades.

Marc Coma asciende por una duna durante una etapa.
Marc Coma asciende por una duna durante una etapa.ALAIN ROSSIGNOL

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