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Al Barça le sobran las porterías

El equipo azulgrana no sabe cerrar los partidos en el Camp Nou y al Mallorca le alcanza con dos llegadas para empatar

Al Barça le sobran las porterías del Camp Nou . Ya ha cedido cinco puntos en dos partidos ante adversarios menores, como el Hércules y ayer el Mallorca, y solo ha podido ganar por la mínima al Sporting, después de sumar tres goles en contra y dos a favor. Acusa seguramente la resaca del Mundial, se le caen a trozos los internacionales que juegan y echa de menos a los que descansan, víctima de la ansiedad y falto de puntería cuando domina los partidos y sorprendentemente destemplado y vulnerable a la que toma un gol, normalmente a la salida de cualquier córner.

Los azulgrana son un equipo irreconocible como local, muy difícil de descifrar por su carácter camaleónico, aspirante a la goleada al inicio y finalmente expuesto a la derrota. Fecundos por naturaleza, se han quedado secos y tiesos. No es nada nuevo. Ya le pasó con anterioridad y supo enmendarse con futbolistas diferentes, jugadores rebeldes que no participan del juego monotemático y empalagoso, gente que resuelve por su cuenta y riesgo. Añora tanto las áreas que cada gol resulta una hazaña y cada concesión defensiva es penalizada con un remate letal.

BARCELONA 1 - MALLORCA 1

Barcelona: Valdés, Alves, Piqué, Abidal, Milito (Jeffren, min.89), Mascherano, Iniesta, Keita (Thiago, min.66), Pedro (Nolito, min.77), Bojan y Messi.

Mallorca: Aouate; Ratinho, Crespí, Ramis, Kevin, Nsue, Martí, De Guzmán, Joao Victor; Castro (Pereira, min.70) y Cavenaghi (Webo, min.46).

Goles: 1-0: Messi, min.21. 1-1: Nsue, min.42.

Árbitro: Undiano Mallenco (Colegio navarro). Mostró tarjeta amarilla a Kevin (min.13), Webó (min.52), Aouate (min.59), Castro (min.65), Ratinho (min.85) y Pereira (min.86).

79.085 espectadores en el Camp Nou.

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Hay, en cualquier caso, una coincidencia en los dos marcadores adversos. No jugaron Xavi ni Busquets, y ayer, además, tampoco se alineó Villa. La línea media ante el Mallorca remitía de forma preocupante a la que ya formó ante el Hércules: Iniesta, Mascherano y Keita. A Guardiola le gusta volver sobre sus pasos, ya sea para corregirse o para demostrar que no se equivoca, convencido de que necesita rotar al plantel para afrontar el calendario, extremo que no ha podido llevar a cabo precisamente por haber perdido con el plantel de El Boquerón.

Aunque se sabía que Xavi había pedido parar y Villa estaba sancionado, sorprendió que tampoco jugara Busquets. La inquietud duró poco porque el Barça se desplegó con intensidad y rapidez, demasiado ritmo para el Mallorca, desbordado por Abidal y Alves. Los azulgrana alcanzaron posiciones de remate con mucha frecuencia, por la buena llegada de los dos laterales, porque Mascherano quitaba bien, Iniesta gobernaba mejor, Messi desequilibraba como falso ariete y también porque Bojan quería rematar tan seguido como Villa. No había lugar para las dudas.

Ya se sabe de todas maneras que la mayoría de goles del Barça tardan en llegar porque se adorna en las jugadas, no le vale con aprovechar las ocasiones, sino que necesita tocar, combinar, desequilibrar, encarar, precisa que intervengan los once futbolistas y siempre tira al rincón imposible de la portería. Así de elegante fue el gol de Messi: salieron Abidal y Keita con paciencia, se asociaron muy bien Iniesta y Messi, se abrió Alves a la banda, taconeó Pedro y remató la Pulga desde el balcón del área a la red para celebrar la Bota de Oro. Ni un rechace, ni una pérdida, ni un mal pase, una acción limpia de polvo y paja.

La jugada se repitió de manera asidua y si no acabó igual fue porque el Barça apunta muy mal, se recrea en exceso, no sabe cerrar los partidos y posibilita la reacción del rival. Al Mallorca le alcanzó con dos llegadas para empatar. Valdés le sacó un remate imposible al Chori Castro. A una acción de mucho mérito, le siguió un error infantil en el saque de esquina: sacó Guzmán desde el córner y Nsue cabeceó ante Piqué y Milito. El Mallorca, que no había marcado en cancha ajena, se estrenaba en el partido más difícil después de sobrevivir a una tunda de fútbol.

El gol dejó grogui al Barça y levantó al Mallorca. El juego azulgrana se ralentizó tanto que un partido que se les presentaba sencillo se convirtió en una tarea de titanes y después en un imposible. A los isleños les bastaba con forzar un córner de vez en cuando para desestabilizar al Barça, excesivamente largo en la cancha, nada fluido, cada vez más fatigado. Actuó sin naturalizad, forzando la jugada, falto de un revulsivo, porque Thiago incide tanto en las excelencias como en los defectos del Barça. Tampoco Nolito fue la solución después de un remate al palo de Bojan. La lesión de Pedro agravó la herida del equipo azulgrana, excesivo en la conducción y sin velocidad. El conjunto pasó de hacerlo todo bien a todo mal, señal de que funciona como un reloj, incapaz de marcar un gol con el culo, convencido de que solo valen las obras de arte. No hay manera de cerrar un partido en el Camp Nou.

Messi, tendido en el suelo durante el partido.
Messi, tendido en el suelo durante el partido.AFP
El equipo azulgrana no logra cerrar el partido y al Mallorca le alcanza con dos llegadas para empatar. <strong><a href="http://www.elpais.com/buscar/liga-bbva/videos">Vídeos de la Liga BBVA</a></strong>

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