De la patera al tartán
Abdelaziz Merzougui, que llegó a España hace cuatro años en patera, se ha revelado en el Mundial junior de Canadá como una de las esperanzas del atletismo español
En los Mundiales junior de Moncton (Canadá), España ha constatado las nuevas realidades de su atletismo, sin olvidar sus hábitos. Entre estos últimos, la quinta plaza en 1.500 metros de Alberto Imedio. Y, entre las novedades, la confirmación de la pujanza de Eusebio Cáceres, plata en salto de longitud, después del bronce de hace dos años en el mismo Mundial; estará ahora en el Europeo de Barcelona, y la brillantez de los atletas nacionalizados, como Merzougui, el atleta que vino en patera, cuarto en 3000m obstáculos.
Noviembre de 2006. Son las cuatro de la tarde de un caluroso día y de Sidi Ifni, antiguo emplazamiento español en Marruecos, parte una patera con destino a Lanzarote, cargada de ilusiones pero también de desesperación. En ella viaja Abdelaziz Merzougui, un chico espigado, de 15 años, que ha pagado 600 euros por embarcarse con rumbo a la esperanza. Y para él se llama atletismo. El pasado 26 de marzo, el Consejo de Ministros concedía, a instancias de la Federación, la nacionalidad española a Abdelaziz, que representa una de las más firmes revelaciones del atletismo español, según los técnicos, que han acudido al Mundial junior.
Sus méritos están ahí. Con 19 años, ha sido campeón de España en 3.000 metros obstáculos, su prueba predilecta, en categoría juvenil y junior. "Bueno, entonces ganaba, pero no había medalla porque aún no era español", dice con una sonrisa. Constante en él, como el agradecimiento hacia España. "Quiero darle una medalla a este país. Todos me han ayudado mucho desde que llegué". Eso ocurrió después de 36 horas de travesía por el Atlántico hasta Lanzarote. Merzougui siempre ha tenido claro que lo suyo es el atletismo. Procedente de una familia numerosa, con escasos recursos, de Guelmim ?al sur de Marruecos?, el joven atleta corría diez kilómetros diarios para llegar a la escuela y se metía un millar de kilómetros en autobús para participar en las carreras de Rabat. En ocasiones, por carecer de zapatillas, se veía obligado a correr descalzo, lo que ha deformado sus pies. Pero las dificultades curten tanto como el calor de Guelmin. "En Marruecos no hay facilidades para los atletas. Además, existe un nivel muy alto. Si quería seguir en esto, debía marcharme a España". Aprendió algo de castellano, reunió el dinero necesario y contactó con un conocido que le gestionó su entrada en la patera. "Yo viajaba con otro amigo. Apenas llevábamos algo de ropa. De la comida y lo demás se ocupaban los mayores". Atrás quedaba una familia con miedo. El mismo de Abdelaziz. "Podíamos morir allí. Lo habíamos visto por televisión. "En la patera estábamos 25 personas. Recuerdo que llovía con frecuencia y que casi no podías dormir, porque íbamos sentados y si te movías, podías desequilibrar la barcaza". Ya en Lanzarote, un amigo les dio comida y alojamiento. Abdelaziz partió a Tenerife y desde allí cogió un avión a Barcelona, para llegar días más tarde a Lleida. Era el trayecto que le había aconsejado Ayad Lamdassem, otro atleta marroquí, nacionalizado español con posterioridad. En Lleida le acogió el técnico Antonio Cánovas. "Enseguida se veía que tenía condiciones. Lo había pasado muy mal y aquí vio la luz". Comenzó a ganar carreras y enviar algo de dinero a su familia. Ahora, asentado y con novia, vuelve a Marruecos para visitar a los suyos. "Ven a un Abdelaziz distinto, feliz". Pero no olvida lo que ha vivido. "Cuando veo por televisión la llegada de pateras, pienso que fui un loco. No volvería a hacerlo. Y quien esté pensando en hacer lo mismo, es mejor que se olvide". El futuro pasa por los nacionalizados, dicen los técnicos.
La nacionalización de atletas de otros países, principalmente africanos, molesta a algunos corredores españoles. Pero los técnicos lo ven de otra manera. "Creo que estos chicos van a tirar del atletismo español en el futuro. Son gente agradecida y sacrificada y, además, están completamente integrados. En Cataluña las categorías inferiores están repletas de atletas de origen magrebí y eso es algo que va a ir a más", señala Antonio Cánovas, de 62 años y uno de los entrenadores más experimentados en el panorama atlético nacional. Luis Miguel Landa, responsable de fondo de la Federación Española, da también el nombre de Mohamed Marhum, de 18 años, nacido en Marruecos pero residente en España desde hace diez, cuando atravesó la alambrada que separa Melilla de territorio alauí. Mahrum, que comparte entrenamientos con el campeón europeo junior de 3.000 obstáculos, el aragonés Antonio Abadía, se encuentra también en trámites para obtener la nacionalidad española. A mediados de abril, se celebraron los Campeonatos del Mundo escolares en Eslovaquia. La selección española acudió con seis chicos de 16 y 17 años, de los cuales cuatro proceden de familias magrebíes. "Algunos han nacido aquí y otros llegaron con cuatro o cinco años. Pero ellos también son el futuro", concluye.
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