El tenis femenino tiene un problema
La número 82 (Pironkova), la número 62 (Kvitova) y la número 21 (Zvonareva), con Serena Williams en semifinales de Wimbledon
-"Martina Hingis o Anna Kournikova ya están jugando en el circuito senior. Iba a preguntarle si se siente usted vieja...".
-"¡Pues yo podría hacerle a usted la misma pregunta!", se indigna Serena Williams.
La número uno del mundo, bromista siempre, es una de las pocas caras reconocibles del tenis femenino y la única tenista que pesa en las semifinales del torneo de Wimbledon. Si el interés de un deporte se mide por el pedigrí de los nombres que disputan las rondas finales, el tenis femenino tiene un problema. Hace ya tiempo que las sorpresas dejaron de explicarse desde el argumento de la abundancia de tenistas competitivas. Ya, simplemente, quedan pocos valores seguros. Las semifinales de Wimbledon, disputadas bajo el sol, las nubes y las chispas de la lluvia, una auténtica locura, son un ejemplo.
La campeona vigente, Serena Williams, a un paso de los 29 años, jugará con la checa Kvitova, la número 62. La rusa Vera Zvonareva, la número 21, se enfrentará a la búlgara Tsvetana Pironkova, la número 82. ¿Cómo es eso posible? ¿Qué ha pasado para que solo haya una tenista de las 20 mejores entre las semifinalistas? ¿Cómo puede ser que haya dos más allá de las 50? ¿Por qué ocurre eso? Pues porque la estadounidense Venus Williams, número dos y cinco veces ganadora del título, perdió 6-2 y 6-3 ante Pironkova, la número 82. Porque la belga Kim Clijsters, la número ocho, cayó 6-3, 4-6, 2-6 ante la rusa Zvonareva, la número 21. Y porque la estonia Kaia Kanepi, ¡la número 80!, se despidió por 6-4, 6-7 y 6-8 ante la checa Kvitova, la número 62. Increíble.
Desde hace años, el tenis femenino pone el acento en el márketing frente a la pluralidad del juego, monocordemente recto y plano. Hoy, pese al esfuerzo de decenas de tenistas, es un deporte debilitado, lleno de livianas cabezas de serie, que llegan, triunfan un día, y desaparecen para siempre. Olvidados los ejemplos de las muchísimas tenistas geniales e hipercompetitivas que ha dado la disciplina (Billie Jean King, Martina Navratilova, Margaret Court, Hingis, Arantxa Sánchez Vicario, Steffi Graf y tantísimas otras) así transcurren las cosas: hay tenistas que juegan la final de Roland Garros y caen en la primera ronda de Wimbledon (Schiavone y Stosur). Hay tenistas que vuelven tras años retiradas y conquistan el primer grande que disputan, tercer torneo tras su vuelta (Clijsters en el Abierto de Estados Unidos 2009). Y hay tenistas que siguiendo ese ejemplo retoman la raqueta, y de nuevo, en su tercer torneo, primero grande, disputan la final y no la ganan por el canto de un duro contra la mejor del mundo (Henin en el Abierto de Australia 2010 y contra Serena Williams).
Faltan competidoras y sobra decorado.
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