Una remontada de vértigo
Nadal supera con un 12-3 dos sets a uno en contra frente al brillante Haase
La hierba de Wimbledon se cobra en derrotas cualquier despiste. La hierba de Wimbledon, que obliga a ejercicios de concentración extrema, tan quimérico es sumar una rotura, tan imperativo mantener el servicio propio, castiga con un set perdido jugar mal un par de puntos. Y la hierba de Wimbledon, 8 milímetros de altura, finísimo el tapete, ha demostrado hoy de nuevo cuánto cuesta domar la catedral del tenis, cuánto cuesta lograr el título: Rafael Nadal, el mejor tenista del planeta, ha vencido 5-7, 6-2, 3-6, 6-0 y 6-3 al holandés Robin Haase en segunda ronda y tras remontar un partido en el que fue duramente castigado por cada punto perdido al servicio.
"Estoy feliz de haber ganado, porque jugué cuatro puntos malos en dos sets y me costaron esas mangas", resumió Nadal, que se enfrentará en tercera ronda al alemán Petszchner, probablemente su rival más asequible de aquí hasta el momento en el que acabe su participación en el torneo.
Cuando finaliza el encuentro, repleta la pista y consumada ya la hazaña de sumar un 12-3 en las dos últimas mangas, Nadal resalta un dato: "Estoy muy contento de no haber cedido ni un punto al servicio desde que conseguí el break en la quinta manga. Eso quiere decir que estaba muy concentrado". Eso quiere decir que Nadal, son las cosas de la hierba, donde todo transcurre a ritmo espídico, cedió dos sets en dos juegos que tenía relativamente controlados, víctima de un par de puntos mal finalizados. Y eso quiere decir también que durante el primer set el número uno casi no tuvo opciones al resto. Hubo otra cosa: un tenista tremendo, de verdad bueno, por mucho que en el dorsal luzca el número 151.
Frente al brillo de los nombres famosos, el conocimiento del vestuario. Todo el mundo en la caseta había señalado al holandés como un rival extremadamente peligroso. Haase cumple a la perfección con el retrato robot del tenista que incomoda a Nadal: alto (1,90), de poderoso servicio (28 aces) y con revés a dos manos. Lesionado a perpetuidad, el holandés es un tenista brillante, veloz y con una creatividad capaz de desarmar a cualquiera. Simplemente, perfecto para la hierba. Lejos de la aburrida letanía de los monotemáticos sacadores, Haas produjo muchísimos golpes de mérito. Solo la capacidad competitiva del número uno, unida a la precariedad del físico del holandés (se quejó repetidas veces de una pierna y la cadera y debió pedir la atención del fisioterapeuta) evitaron que discutiera con más vigor al final del partido.
"Mentalmente creo que estuve perfecto", cerró el campeón de Roland Garros. "Estamos jugando en Wimbledon. Eso no es una broma. Amo este torneo".
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