Manual para detestar un equipo
Francia asegura sentir "vergüenza" de su selección nacional
En la televisión, en la peluquería, en la calle, en los periódicos, en el mercado, en el metro, en el trabajo o viendo cualquier otro partido. En Francia no se habla de otra cosa (ni se va a hablar en días) que del calamitoso paso de su selección por el Mundial de Sudáfrica y de los sentimientos de "vergüenza", "indignación", "ridículo", "apuro" y "rabia", entre otros, que los jugadores del equipo más detestado de este país en este momento despierta actualmente.
Todos los periódicos llenan hoy su primera página con el denominado "psicodrama" de los bleus, esto es, la inusitada huelga de entrenamiento de los jugadores en protesta por la expulsión del (odiado, vilipendiado) delantero Anelka tras insultar al (más odiado y vilipendiado aún si cabe) entrenador Raymond doménech , que se encargó (sin que nadie sepa por qué ni en condición de qué) de leer el comunicado de los futbolistas. Algún ejemplo de los titulares más benevolentes: "Los Bleus se hunden en el ridículo" (Libération). "El equipo de Francia se desintegra" (Le Figaro). "¿Puede Francia caer más bajo?" (Le Monde).
Por su parte, el periódico Frace-Soir reserva toda su primera página a una foto de los jugadores, casi todos con las manos en los bolsillos, mientras hacían huelga, y bajo el rótulo de "desertores" , adjunta un artículo de su director titulado "vergüenza", que dice cosas como estas: "Un equipo nacional no es sólo una unión de deportistas: llevando esa camiseta se defiende el honor de un país (...) hace falta recordar eso para calibrar la amplitud del caos en que los Bleus han precipitado a Francia. Antes nos decepcionaron. Ahora nos avergüenzan. (...) Vergüenza porque desertan en el campo (...), porque nos toman por imbéciles (...) Tienen el valor de fingir que van a hacer algo para ganar mañana a África del Sur. No, decididamente, no se puede esperar nada de los Bleus. Su verdadero balance es vergonzoso: Francia es el hazmerreír del mundo".
El periódico deportivo L'Equipe también les dedica un editorial en primera página titulado "La unión hace la farsa" en el que desliza frases como estas: "Patrick Évra ha confundido su función de capitán con la de jefe de banda; y Doménech, prestándose a esta mascarada [al leer el comunicado] ha perdido su última ocasión de mostrar estilo y valentía. Convertido en marioneta de su grupo, no tiene ni responsabilidad ni compromiso".
Los políticos franceses, hasta ahora, a regañadientes y por lo general, implicados con la selección, se han apresurado ya a desmarcarse de este grupo como de un pelotón de apestados. "Todo el mundo se ríe de nosotros. Mañana deberán hacer algo para llevar el honor a la camiseta. Faltan líderes que digan, eh chicos, se nos está yendo la olla", afirmó el ministro de Inmigración e Identidad Nacional, Eric Besson. "Esta debilidad del equipo dice algo de la debilidad de Francia", añadía el líder del partido centrista MODEM. Henri Guaino, consejero especial del muy amante del fútbol Nicolas Sarkozy, aseguró: "Esto ya no es fútbol, ni un equipo".
El rechazo de Francia hacia su selección venía de lejos: la clasificación, en la prórroga de un partido de repesca, gracias a una mano de Henry que todo el planeta vio menos el árbitro, ya levantó muchos comentarios. En una especie de psicoanálisis colectivo, Francia se preguntó si se debía o no repetir el partido. Después, saltó la noticia de que Rivery, entre otros jugadores de la selección, se encontraba implicado en un turbio asunto de prostitución de menores.
Luego, la secretaria de Estado de Deportes, Rama Yade, criticó el hotel de lujo, con playa privada, que disfrutaban los jugadores en Suráfrica. "Espero que pronto se hable más de los jugadores por su juego en el campo que por las prestaciones del hotel", afirmó entonces una premonitoria Rama Yade. Para colmo, se empató a 0 contra China en el último amistoso. A todo esto, en la relación del entrenador con la prensa se mezclaban, por ambas partes, el odio, el desprecio y la indiferencia. Hasta el punto de que el día en que Francia debutaba en el Mundial una emisora de radio entrevistó a un periodista deportivo calificándolo como "el único periodista francés que apoya a Doménech".
Así entró Francia en el Mundial. Los dos partidos (muy mal) jugados, sin un solo gol, y los últimos acontecimientos con toques surrealistas incluidos han acabado de completar el apocalíptico cuadro. Ahora, nadie quiere pensar en el partido que se jugará mañana; da la impresión de que a nadie le importa de verdad. Un dato revelador: un presentador de televisión empezó hace unas horas así su crónica: "Señores, los Bleus se han entrenado esta mañana y no ha pasado nada".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.