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La voz de la experiencia

El seleccionador de Nueva Zelanda, Ricki Herbert, disputó el primer partido de la selección en un Mundial, el de España 82

El martes 15 de junio de 1982, el defensor Ricki Herbert (Auckland, Nueva Zelanda; 1961) saltó al césped de La Rosaleda (Málaga) en el minuto 67 del partido que enfrentaba a su selección con Escocia. No era un partido cualquiera; era el primero que Nueva Zelanda jugaba en un Mundial. Herbert, que hoy dirige a la selección de su país, debutó en un momento de esperanza. Su equipo, que había llegado a ir perdiendo 3-0, acababa de ponerse a un tanto del empate. Al final, perdieron 5-2. También los otros dos partidos que jugaron en el Mundial de España, el único que los All Whites habían disputado hasta la fecha, acabaron con goleadas en contra: 3-0 ante la Unión Soviética y 4-0 ante Brasil.

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El seleccionador neozelandés, que también entrena al Wellington Phoenix de su país (en el que militan cinco de sus seleccionados), es toda una institución del fútbol en Nueva Zelanda, donde este deporte no reina, sino que vive a la sombra de otros como el rugby. Central con gran movilidad y dominio del juego aéreo, Herbert participó en 1982 en todos los partidos de la fase de clasificación para el Mundial, entre los que destacó una goleada histórica sobre Fiyi (13-0). Ya en España, fue suplente en el debut pero jugó de inició los dos siguientes encuentros. Del de Brasil guarda su mejor recuerdo: el legendario Sócrates le intercambió una camiseta que aún guarda como un tesoro. Herbert fue, también, uno de los primeros neozelandeses que jugó en la Premier: 49 partidos con el Wolverhampton entre 1984 y 1986.

El seleccionador no es el único vestigio de los primeros kiwis mundialistas que sobrevive en el equipo actual. Frank Van Hattum, portero titular entonces, preside hoy la Federación de Fútbol y Kevin Fallon, miembro del cuerpo técnico en 1982, es el padre de Rory Fallon, el hombre que le marcó a Bahrein el gol que llevó a los All Whites a Sudáfrica. La mayoría de los jugadores de la selección neozelandesa son grandes desconocidos. Casi la mitad, nueve, juegan en la Liga de su país, un campeonato que cuenta con tan solo ocho equipos. Los futbolistas más destacables son el veterano Ryan Nelsen, central de 32 años que ha jugado las seis últimas temporadas en el Blackburn Rovers inglés, y Shane Smeltz, pichichi de la vecina Liga australiana con el Goldean Coast y jugador del año en Oceanía. Arriba también destaca Chris Killen, delantero del Middlesbrough inglés.

"No podría estar más orgulloso", dijo Herbert tras lograr ante Eslovaquia el primer punto de su selección en un Mundial. Hoy se enfrenta a Italia, que es la campeona del mundo (16.00, C+ y C+ Liga). Nueva Zelanda es la peor clasificada en el ránking FIFA (78) de todos los equipos que compiten en Sudáfrica. Hasta ahora solo se han visto las caras una vez. Fue el año pasado, precisamente en el país africano, en un amistoso previo a la Copa Conferaciones. Ganaron los europeos 4-3, pero los hombres de Herbert llegaron a adelantarse tres veces en el marcador (con goles de Killen y Smeltz). Fue el primer aviso de lo que los azzurri pueden encontrarse hoy si se despistan. El segundo lo dio Herbert poco antes del debut del equipo. "No tememos a nadie, puede pasar cualquier cosa. Si Senegal pudo ganar a Francia en 2002, nosotros podemos ganar a Italia", afirmó, refiriéndose al sorprendente partido inaugural del Mundial de Corea y Japón. Experiencia le sobra.

El seleccionador neozelandés, Ricki Herbert, antes de empezar ayer un entrenamiento.
El seleccionador neozelandés, Ricki Herbert, antes de empezar ayer un entrenamiento.REUTERS

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