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Puro fútbol en Mestalla

El Valencia y el Atlético empatan en un partido hermoso, a la altura de la historia de ambos equipos

Partido hermoso protagonizado por dos gigantes del fútbol español que estuvieron a la altura de su historia . Volcado el Valencia en un ataque sin fin, fue en parte víctima de su ambición. Sobre todo, porque se encontró a un Atlético por esta vez muy ordenado, con las líneas muy prietas y con un puñal en cada salida a la contra. Por ahí le hizo mucho daño al conjunto de Emery, que se sobrepuso, sin embargo, a que el Atlético se pusiera dos veces por delante. Con una ambición inquebrantable que deja la eliminatoria abierta.

Milagrosamente, la primera parte terminó sin goles. Al aficionado le pasó como un suspiro. Fue una sucesión interminable de ocasiones de gol. Un sinfín de llegadas de uno y otro, una ensalada de tiros. Anulados unas veces por la falta de finura en el remate y otras por la notable actuación tanto de los porteros como de los defensores, sobre los que tantas sospechas había. Pues resultó que a los dos centrales del Valencia, Maduro y Dealbert, hubo poco que reprocharles: siempre encima de Forlán y Agüero. Y lo mismo puede decirse de la pareja rojiblanca: Ujfalusi y, especialmente, Domínguez, muy rápido al corte.

VALENCIA 2 - ATLÉTICO 2

Valencia: César; Bruno, Maduro, Dealbert, Alba; Fernandes (Zigic, m. 80), Baraja; Pablo Hernández (Joaquín, m. 69), Silva, Mata (Vicente, m. 75); y Villa. No utilizados: Moyá; Arturo, Lillo y Míchel.

Atlético: De Gea; Perea, Ujfalusi, Domínguez, Antonio López; Jurado (Camacho, m. 92), Assunção, Raúl García, Simão; Forlán (Salvio, m. 75) y Agüero. No utilizados: Asenjo; Pablo, Cabrera, Pernía y R. Pérez.

Goles: 0-1. M. 58. Forlán. 1-1. M. 66. Fernandes. 1-2. M. 71. A. López. 2-2. M. 81. Villa.

Árbitro: Craig Thomson (Escocia). Mostró la tarjeta amarilla a Bruno, que se perderá el partido de vuelta; Mata, Pablo Hernández, Ujfalusi, Raúl García y Agüero.

Unos 45.000 espectadores en el estadio de Mestalla.

La electricidad proyectada desde el césped tocó de lleno a la grada de Mestalla, que se dispuso a disfrutar de un partido mayúsculo. Enchufadísimo el Valencia, su primera media hora fue un ataque constante, articulado y armonioso. Magistralmente dirigido por Baraja, el conjunto de Emery exploró las bandas, los pases en profundidad y los movimientos permanentes de sus cuatro atacantes. Sin éxito. Encaminó el vestuario en el descanso con la frustración de haber comprobado que tanta llegada no le había servido para nada. Pero también con el alivio de haber salvado el pellejo ante un rival con el gatillo siempre dispuesto.

Sin contención en el centro del campo, con dos mediocentros ofensivos (Baraja y Fernandes), el Valencia sabía que las contras rojiblancas podían ser demoledoras. A punto estuvieron de serlo. El cuadro de Quique se desplegó con ambición y personalidad. A la espalda de Jordi Alba, el Atlético encontró un espacio infinito. Simão recortó con la derecha y envió con la izquierda un disparo combado al palo más alejado de César. Pegó en el poste. Jurado tuvo una de esas noches en las que es imposible quitarle el balón, acelerando y desacelerando a su gusto, sin nadie que pudiera tumbarlo. En la posición de enganche, fue una pesadilla para la zaga valencianista. Y su gran jugada, al borde del descanso, puso el corazón de Mestalla en un puño. Regateó zigzagueando a los adversarios que le iban saliendo y le envió el balón a César por debajo de las piernas, paseándose el cuero en paralelo a la línea de gol sin nadie que soplara para meterlo.

El Valencia renovó sus ganas de vencer tras el descanso. Atacó con más gente y se pasó de frenada. Tan volcado estaba en un córner a favor que se olvidó de qué podía pasar si perdía el balón. Pues que el Atlético lanzara una contra esta vez sí letal. Al balonazo largo llegaron casi al mismo tiempo, en el centro del campo, Jordi Alba y Agüero. Como si se tratara del juego del pañuelo, el Kun lo peleó con más fuerza. Y se lo llevó. Entró en el área y sólo hubo de entregarlo a quien le acompañaba a su derecha, Forlán.

Frustrado como estaba, el Valencia sólo podía reaccionar con un arrebato individual: un disparo de fuera del área de Manuel Fernandes, futbolista recuperado el día en que Emery le ubicó de central porque no había más remedio. Ese día, ante el Almería, el mediocentro luso recobró la confianza y resucitó. No se conformó el Atlético y Antonio López aprovechó un error de Alba, enganchado cuando el resto de defensas había salido, para marcar de cabeza tras un córner. Es el pago de jugar con un extremo de lateral izquierdo improvisado. El partido estaba para grandes personajes y, ay, de repente, apareció uno completamente inesperado: Vicente. Su combinación con Alba y el pase final para que rematara Villa volvieron a meter al Valencia en juego.

Jurado intenta marcharse de De Albert y Maduro.
Jurado intenta marcharse de De Albert y Maduro.REUTERS

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