Un Athletic de medio lado
El equipo rojiblanco gana al colista gracias al acierto de Llorente
Nunca un equipo racaneó tanto como en Athletic tras conseguir un gol inesperado (un centro de Toquero y un cabezazo de Muniain es un gol inesperado) y nunca un equipo se asustó tanto con una victoria momentánea como el Xerez tras voltear al titular del campo en apenas medio partido. Sólo las circunstancias explican la victoria del Athletic, al amparo del acierto de Llorente, probablemente en el día de menor actividad del delantero rojiblanco. Un triunfo de esos que pasan a la estadística pero jamás a la historia. Ni tuvo criterio ni estilo ni carácter el Athletic en el que sólo prevaleció la intención y la fortuna para llevarse el partido por delante ante el colista.
Raro, todo muy raro. Raro que con Muniain en la izquierda el Athletic se empeñara (sí, se empeñara) obsesivamente en jugar por la derecha, donde estaba Gurpegui. Raro que el chiquillo tocase cuatro o cinco veces el balón en la primera mitad: en una marcó un gol, en otra sacó una tarjeta a Redondo, en otra volvió a tocar de cabeza, en la cuarta pudo ser penalti (por mano del defensa) y en la quinta, centro al área. Todo sin que nadie le buscara. Tema de psicoanálisis rojiblanco, banquillo incluido. Resulta que cuando vuelve a la alineación titular, nadie se entera y el equipo se tira medio partido horadando la banda derecha donde había poco, muy poco petróleo, y donde todo era más que previsible. Si ya de por sí el Athletic sorprende poco al rival y el entrenador del otro banquillo se sabe hasta los cambios y los minutos en que se producen, sólo faltaba partir el campo en dos franjas y jugar por una de ellas.
ATHLETIC 3 - XEREZ 2
Athletic: Iraizoz; Iraola, San José, Amorebieta, Castillo; Gurpegui (De Cerio, m. 61), Orbaiz (Susaeta, m. 46), Javi Martínez, Muniain; Toquero (David López, m. 81) y Llorente. No utilizados: Armando, Koikili, Ustaritz e Iturraspe.
Xerez: Renan; Redondo, Leandro Gioda, Aythami, Casado; Moreno, Keita; Carlos Calvo (Alustiza, m. 82), Víctor Sánchez (Bergantiños, m. 64), Momo (Viqueira, m. 78); y Bermejo. No utilizados: Chema, Mendoza, Antoñito y Michel.
Goles: 1-0. M. 2: Muniain. 1-1. M. 10: Moreno. 1-2. M. 41: Bermejo. 2-2. M. 64: Llorente. 3-2. M. 86: Llorente.
Árbitro: Alvarez Izquierdo. Amonestó a Muniain, San José, Moreno, Redondo, Carlos Calvo, Víctor Sánchez y Bermejo.
Unos 36.000 espectadores en San Mamés.
Fue el día de los oportunistas, o mejor, de los que están ahí, de los oportunos
El Athletic fue gobernado 45 minutos por Toquero y Gurpegui, y se notó
Así que al Athletic lo gobernaban Toquero y Gurpegui, a los que buscaban, de forma empecinada, sus compañeros. Bien, Toquero dio el centro del primer gol, pero no parece la alternativa más preclara liderar la ofensiva. A Toquero le puedes dar la bandera para que encabece la acometida, pero pocas veces ganará la batalla. Gupergui es un profesional ejemplar, un titular ahora mismo indiscutible, pero un extremo más que discutible. Y, claro, el Xerez, bien armado, humilde pero organizado, le dio la vuelta al marcador en un santiamén. Un error de la defensa, colectivo pero personalizado en San José, permitió después un disparo magnífico de Moreno. Todo veía de la jugada anterior. Un error lleva a otro y a otro y ... gol. Otro error de colocación favoreció otra magnífica jugada del ex rojiblanco Bermejo para batir a Iraizoz. Y San Mamés tembló.
En ese preciso instante ya no valían las capacidades pulmonares de Gurpegui y Toquero sino que se reclamaba algo más. Correr era una cuestión de prisa, pero nada más. Había que jugar al fútbol, como dice Gurpegui, y encontrar soluciones a un crucigrama demasiado complejo para un Athletic bastante plano. Anchar el campo, buscar el desborde, el regate (ese arte olvidado en el fútbol) y el remate, aunque sólo fuera para ver que pasa. Y le ayudó el Xerez al que le dio vértigo ganar y reculando, reculando, se metió en el WC de la portería favoreciendo el dominio del Athletic. A falta de creatividad, la cesión de terreno es una bendición para dar el do de pecho.
Y lo dio un habitual en el servicio de urgencias: Llorente estaba allí cuando Susaeta centró desde el costado y, más aún, cuando metió la puntera en otro centro del extremo rojiblanco. Todo el premio posible, el gordo, al futbolista que menos había participado y todo el castigo al equipo que en su pasión de ahorrar le acabaron robando la hucha.
Fue el día de los oportunistas, o mejor dicho de los oportunos, de los tipos que están ahí para eso y que sobrevuelan las grandezas y las miserias de sus equipos. El Athletic no resolvió su asignatura pendiente con el juego, ese debate interminable que todo el mundo sabe que es pero nadie se atreve a contrastar.
Jugó más tiempo a remolque de lo que su tempranero gol anticipaba. Nada mejor que ganar al minuto 2 al colista de la categoría y en San Mamés. Y no bastó. Tuvo que padecer con sus errores defensivos, con sus atascos creativo y con sus agobios resultadistas. Acostumbrado a jugar a un gol, a una jugada, a un balón parado, tuvo el Athletic que marcar tres veces para ganarle al farolillo rojo. Es decir, tuvo que esprintar. Mala noticia para un equipo que, sin embargo, se mantiene una magnífica clasificación a la que se agarra cuando no sabe a que agarrarse.
Convendría que de paso, en su psicoanálisis cotidiano, entendiera que el campo tiene dos franjas horizontales en las que se puede jugar sin ser castigado por ello. Jugar por una banda reduce dos efectivos, al menos, al equipo y, por lo visto, no ahorra sobresaltos ni infartos en el marcador. Incluso con el colista. El mestizaje es siempre una buena alternativa. Aunque sólo sea para que trabaje el contrario.
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