Lo mejor para el final

No tenía muy buena pinta el partido cuando Llull explotó como sólo él sabe hacerlo, con esa mezcla de fe, contundencia y sentido de la oportunidad que le ha hecho acreedor en la mente del aficionado madridista de una estrecha relación entre su nombre y la resolución de situaciones complicadas. El año pasado protagonizó más de una remontada y por lo visto ayer sigue siendo extremadamente útil para este tipo de situaciones, cuando los encuentros se empinan. Y a fe cierta que a falta de seis minutos el Armani Jeans se había convertido en una cota de primera categoría. No sólo por cuestiones numéricas (60-67) sino por la clarividencia que mostraba el equipo italiano en sus acciones en ambos lados de la cancha. Decidió Messina una maniobra que viene siendo ya habitual. Terminar los partidos con su unidad más ardorosa defensivamente. Prigioni de mariscal, Llull de escolta, Kaukenas, Garbajosa y Velickovic, que es el que ha recogido el testigo de Lavrinovic como hombre en estado de gracia. Este mismo quinteto inició la segunda parte para arreglar los desperfectos provocados en los primeros veinte minutos (36-45) y volvió a juntarse cuando dos triples de Mordente y Maciulis -un tormento toda la noche aprovechando su ventaja física sobre marcadores más pequeños-encendieron la alerta roja.

Decir que la maniobra tuvo éxito es quedarse corto. A partir del toque de corneta de Llull con ocho puntos consecutivos, a los italianos les cayó un aguacero monumental. Todo su aplomo se vino abajo y el Madrid, como buen cazador, en cuanto vio a su rival malherido se tiró a la yugular. Defendió, reboteó, corrió y tiró como no lo había hecho antes. El hundimiento italiano fue de tal calibre (20-0 hasta dos tiros libres intrascendentes con el partido resuelto) que convirtió el resultado en algo muy poco acorde con la realidad de un encuentro donde el Madrid se mostró espeso desde el inicio, con una circulación de balón nada fluida, sin encontrar un ritmo con el que se sintiesen cómodos, cerrando tarde y mal el rebote y con demasiados problemas para contrarrestar a jugadores como Maciulis o Mancinelli, difícilmente rastreables por su juego multiposicional. Poco a poco el Armani Jeans se fue convirtiendo en un hueso cada vez más difícil de roer. Con jugadores contrastados y algún nombre de referencia como Bulleri, no llegarán muy lejos en esta Euroliga, pero pueden en cualquier momento dar un disgusto pues mantienen ese hecho singular italiano que consiste en que dando la sensación de no ser nada del otro mundo, resultar competitivos. Pero al final pagaron su falta de mayor número de recursos humanos.

Las jornadas europeas siguen su curso, el Madrid sigue ganando y poco a poco Messina va encajando piezas del puzzle, sean jugadores, tácticas o quintetos específicos para determinadas misiones. De todo esto se nutre un equipo. Ayer hizo acto de presencia otra que debe ser importante, Felipe Reyes. Fue testimonial, no llegó a tres minutos, pero no deja de ser una buena noticia. De aquí a Febrero, hay tiempo suficiente para colocarla en su sitio.