Últimas tardes con Valverde
El Villarreal es incapaz de ganar al Espanyol, con uno menos 75 minutos
Desnaturalizado en el juego, sin ánimo, fuerzas, acierto ni gol, se encuentra el Villarreal, incapaz de ganar a un austero Espanyol que se quedó con diez jugadores al cuarto de hora. Valverde tiene pocas coartadas. A cada partido que pasa, el conjunto castellonense tiene peor pinta. No se le reconoce. En el fútbol se toman demasiadas decisiones, a veces, de manera visceral y precipitada. La cordura ha reinado siempre en el seno del Villarreal. La paciencia de sus dirigentes se ha trasladado al terreno de juego. Nadie duda de la capacidad de Valverde. Sin embargo, seis jornadas han transcurrido, pocas sí, suficientes para ver que nada funciona en el conjunto castellonense que ha perdido en muy poco tiempo su identidad. Siempre hay tiempo para rectificar. Mimbres hay de sobra en el Villarreal para revertir la situación. Diego López, Senna, Rossi, Cazorla, Nilmar poseen mucha calidad. Al igual que Aimar, Ayala y Oliveira, que vivieron dos años atrás el descenso del Zaragoza. Aviso para navegantes.
Villarreal 0 - Espanyol 0
Villarreal: Diego López; Javi Venta, Godín, Gonzalo, Capdevila; Senna, Eguren (Cani, m.51), Cazorla, Pires (Jonathan Pereira, m.65); Rossi y Nilmar (Joseba Llorente, m.78).
Espanyol: Kameni; Roncagalia, Pareja, Forlín, David García; Moisés, Nakamura (Pillud, m.18), Coro (Baena, m.46), Luis García; Callejón (J.López, m.82) e Iván Alonso.
Árbitro: González Vázquez (Colegio Gallego). Mostró tarjeta amarilla a los locales Cazorla, Jonathan Pereira
Incidencias: partido de la sexta jornada de Liga disputado en el estadio de El Madrigal ante 15.000 espectadores. Terreno en buenas condiciones.
Precintó Pochettino los espacios para que el Villarreal no desplegara cómodo su juego. No se equivocó el técnico del Espanyol que confiaba en la ansiedad que atenaza a los jugadores amarillos hiciera el resto, contemplando plácidamente los pericos el sobeteo, con menos precisión de lo habitual, que sobre el esférico practica el conjunto de Valverde. Más atentos al error ajeno que al acierto propio, sin haber dado dos pases continuos, se encontró el Espanyol con la posibilidad de adelantarse en el marcador. Y sin rematar siquiera. Eguren desvió hacia su portería una falta lateral que repelió el larguero de Diego López que una vez más se quedó con la duda de si salir a blocar o quedarse en la línea de gol. Instantes después, a los 15 minutos, el Espanyol se quedaba con un hombre menos al ser expulsado Forlín por agarrar a Rossi, siendo el último defensor, en el límite del área de Kameni.
Confiando más en los nervios y urgencias del rival que en las virtudes propias, Pochettino, con la válida excusa de encontrarse en inferioridad numérica, siguió con su conservador plan, retirando a Nakamura, uno de los pocos creativos blanquiazules, por Pillud, un defensa. Apenas se modificó el panorama, simplemente se acentuó el dominio y la sensación de que sólo era cuestión de tiempo que el partido cayera del lado del que más expuso. Falsa impresión. Todo el juego discurría en la mitad de la parcela del Espanyol más por la inercia de unos y otros. Conscientes de la extrema situación, a algunos de los futbolistas del Villarreal les quema el balón en los pies. Senna, Cazorla y Rossi sí asumen la responsabilidad de pedir el esférico e intentar buscar soluciones, a pesar de que la situación también les ha mermado la precisión. Aún así llegaban las ocasiones claras de gol que se negaban a obedecer la voluntad de los amarillos. Rossi y Pirès se toparon con un inspirado Kameni en sendos mano a mano.
El plan del Espanyol tendría la vigencia mientras el marcador no ofreciese movimiento como así fue. Bien atados los jugadores del centro del campo del Villarreal, el inicio del juego amarillo quedaba en los pies de sus centrales sin nadie se ofreciese para dar una salida digna y clara. Mal asunto. Y las ocasiones seguían llegando. Y el gol no llegaba. La diferencia de unos y otros estribaba en una cuestión de fe. El Espanyol, aunque su plan resultara burdo, creía en lo que hacía. El Villarreal dudaba. Lo que viene haciendo desde la llegada de Valverde.
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