Nadal prueba sus rodillas en Montreal

Rafa Nadal inicia esta tarde un reconocimiento médico sobre la superficie dura de Montreal. Durante una semana sus castigadas rodillas se pondrán a prueba con cada pisotón contra el acrílico, el taconeo de los partidos y los cambios de dirección de un lado a otro de la pista. El Masters 1000 de Canadá, rebautizado Rogers Cup por la empresa de comunicaciones que lo patrocina, se disputa sobre Deco Turf, un tipo de pista rápida característica por su dureza y la rapidez con la que rebota la bola. Si Nadal supera este primer test sin sufrir una recaída en su lesión de rodilla, disputará el Abierto de Cincinnati, sobre la misma superficie, para enlazar con el US Open, el único Grand Slam que le falta por ganar al mallorquín y que se realiza también en Deco Turf.

Esta tarde arranca junto a Francisco Roig en un partido de dobles, frente al serbio Novak Djokovic y su compatriota Dusan Mevic. Nadal tomará un primer contacto con la pista antes de afrontar la competición individual el miércoles. Al ser cabeza de serie, el balear comienza el torneo en segunda ronda, en la que se enfrentará al vencedor del partido entre David Ferrer y Viktor Troicki. Tras dos meses y diez días sin competir, Nadal ve la victoria "casi imposible". El objetivo se centra en experimentar sensaciones, averiguar si es capaz de enlazar varios partidos sintiéndose a gusto. Es decir, sin sentir dolor.

Desde que el pasado 31 de mayo un sueco con mirada perversa, Robin Soderling, le apeara de su competición fetiche, Roland Garros, Nadal ha estado mordiéndose las uñas mientras veía cómo Roger Federer ganaba títulos a su antojo y le arrebataba el número uno del mundo. Cuando tomó la determinación de no disputar Wimbledon lo hizo porque no quería volver a jugar con dolor. Durante este tiempo ha mimado unas rodillas que valen su peso en oro, pero no ha logrado desprenderse del hándicap que persigue a la mayoría de grandes deportistas.

Vuelve el héroe y vuelve con sus debilidades de siempre. En una secuela de suspense, sus rivales conocen cuál es su talón de Aquiles. Él también, por eso no es capaz de disputar un partido entero sin estar pendiente de sus rodillas. A principios de noviembre del año pasado una tendinitis le dejó fuera de la final de Davis. Sin embargo logró rehacerse y empezó 2009 en plena forma, ganando varios torneos, entre ellos el Open de Australia. Pero el dolor seguía estando ahí. La enorme presión a la que somete su cuerpo en los partidos le pasa factura. En el Abierto de Madrid, previo a Roland Garros, se resintió y en la cita francesa prosiguió el castigo de sus rodillas. De ahora en adelante se verá si el periodo de descanso ha sido suficiente.