Nobleza obliga
HACE UNOS AÑOS veíamos estos torneos como benditos problemas que les llegaban a aquellas selecciones que habían alcanzado el Olimpo de los campeones. Nos acordamos de cuando estas citas suponían que los jugadores brasileños dejaban la Liga para lucirse en estos grandes escaparates y hablábamos de que el calendario estaba mal diseñado y estas situaciones había que tenerlas en cuenta para fichar a según qué jugadores que te dejaban a media Liga para acudir a su selección. Bueno, ese momento ha llegado, y ahora son los nuestros los protagonistas de la historia, son los favoritos, son el equipo con el que todo el mundo quiere disfrutar.
El caso es que la selección viaja para medirse en una de esas citas de prestigio; de las que parecen que están puestas para fastidiar, pero que resumen un año maravilloso del fútbol español. No olvidemos que el billete a la Copa Confederaciones se obtuvo en aquella final de Viena y que el premio gordo venía acompañado por otros premios menores, pero de prestigio. Pasa lo mismo con la Champions, que te lleva directa al problema, bendito problema, de la Copa Intercontinental en su nueva sede de Abu Dabi y que, ya verán, acabará llegando en el peor-mejor momento para el Barça.
El problema de estas nuevas citas es que todavía no han cuajado en nuestra cultura futbolística (más, mucho más, la Intercontinental, con décadas de tradición) y que el poder de atracción de la competición de cada semana y el complemento extraordinario de la competición europea hace que todo lo demás parezca que sobre. Es un caso similar al de la fases de clasificación de la selección, que solemos comentar que aparecen en medio de clásicos caseros y partidos decisivos europeos, y nos gustaría estar en la cita final sin pasar por la clasificación.
El problema de estas nuevas citas es que todavía no han cuajado en nuestra cultura futbolística (más, mucho más, la Intercontinental, con décadas de tradición) y que el poder de atracción de la competición de cada semana y el complemento extraordinario de la competición europea hace que todo lo demás parezca que sobre. Es un caso similar al de la fases de clasificación de la selección, que solemos comentar que aparecen en medio de clásicos caseros y partidos decisivos europeos, y nos gustaría estar en la cita final sin pasar por la clasificación. Tal vez es por esto por lo que nos cuesta meternos en el papel de una nueva competición que nos lleva a medirnos con equipos que serían considerados fáciles si nos tocasen en el sorteo del Mundial, pero que querrán medir su valor ante la selección de moda y que, si quieren añadirle algo más, pueden pensar que un buen partido contra España puede abrir las fronteras del fútbol español para alguno de ellos. Son de esos partidos que solemos considerar que tienen trampa, ya que, si ganas, no ganas nada, y si no consigues el resultado, las dudas crecen de forma excelente en estos terrenos. ¿Alguna sospecha de que esto pueda ocurrir?. La verdad es que ninguna, ya que esta selección transmite una sensación de solidez y confianza de tal nivel que la vemos superando todos los obstáculos para citarse en las semifinales con alguno de los grandes del fútbol mundial.
La condición de selección estrella y los logros deportivos nos llevan a estos nuevos escenarios que no son más que aquellos que veíamos con envidia sana cuando los disfrutaban otros. Si es un problema, bendito problema.
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