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AUTOMOVILISMO | FÓRMULA UNO

Brawn GP hace magia en Montmeló

Jenson Button firma su cuarta victoria seguido de Barrichello, Webber y Vettel, mientras Ferrari vuelve al ridículo con un error imperdonable de ingeniería.- Alonso, quinto

Si el tiempo se detuviera solamente para Brawn GP, el Mundial de fórmula uno podría comenzar a igualarse y todo volvería a su cauce, pero como el reloj gira para todos de la misma manera, Ferrari, McLaren, Renault y BMW seguirán mirando cómo el gurú de esta temporada, Ross Brawn, sigue disfrutando carrera a carrera mientras ellos se devanan los sesos en un intento desesperado de encontrar la fórmula mágica que les lleve a la cima. Montmeló fue un escenario de comedia para unos y tragedia para otros; de risas para Jenson Button y Rubens Barrichello, que consiguieron un doblete mágico en Barcelona (incluso con estrategias distintas) por delante de Mark Webber y Sebastian Vettel, y decepción para el resto, sobre todo para Stefano Domenicali (Ferrari), que volvió a hacer el ridículo con un nuevo error imperdonable de ingeniería. Inexplicablemente, el F60 de Felipe Massa se quedó sin gasolina y el suramericano se vio obligado a soltar el acelerador, entregando en bandeja la cuarta plaza que ostentaba, la mejor de la temporada hasta entonces, al piloto alemán de Red Bull. La Scudería sigue sin levantar cabeza. Gran carrera de Massa, patética de Ferrari. Alonso, beneficiado por el estropicio del brasileño, quinto.

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El bochornoso espectáculo de Massa fue el segundo de los dos momentos más interesantes de la carrera. El primero, como viene siendo habitual, se dio en el inicio. En apenas diez segundos, Kimi Raikkonen voló de la decimosexta plaza a la décima, Button perdió el primer puesto, Alonso apretó los dientes para adelantar a Rosberg y la cola de carrera vivió un auténtico caos, consecuencia indirecta del adelantamiento del asturiano. Fernando llegó al vértice de la primera curva sin la propulsión del KERS pero con la velocidad suficiente para someter al poder del difusor del Williams. Rosberg se revolvió en un vano intento de resarcirse, pero no consiguió más que desplazar a Trulli a la grava e iniciar la salida más accidentada del Mundial 2009. El Toyota del italiano regresó al asfalto sin control y Adrián Sutil se lo tragó ineludiblemente. El alemán dijo adiós, lo mismo que Sebastian Buemi y Bourdais, víctimas colaterales del incidente.

Durante cinco vueltas, el coche de seguridad puso tranquilidad en la comitiva. Barrichello asumió el mando junto a su compañero Jenson Button, seguido de Felipe Massa y los dos Red Bull de Vettel y Webber. Era el primer duelo real Brawn-Ferrari de la temporada, aunque las diferencias se ampliaban vuelta a vuelta a favor de la firma británica. Alonso, ileso tras el accidente inicial, colocó su Renault en la sexta plaza, a la espera de un error o un golpe de suerte para catapultarse, con permiso de Massa, a una zona vedada por el duopolio de Brawn y Red Bull.

Apagadas las luces de emergencia, el gran premio retomó su curso con una pugna de motores Renault entre Alonso y Mark Webber. Ahora o nunca. El bicampeón español pisó a fondo en su única oportunidad de adelantar al toro rojo del australiano para evitar una fuga inalcanzable, y así fue. Aprovechando el rebufo y la ligereza de un R29 sin KERS, Alonso emparejó su monoplaza y sobrepasó unos metros al Red Bull, pisó acorralado la hierba de Montmeló y apuró todo lo que pudo, pero la aerodinámica del bólido rival decantó la balanza. Su velocidad punta era mayor en tres o cuatro décimas. El duelo ya tenía ganador. En la llegada a curva, Webber pasó como un tiro a Fernando y vuelta a vuelta amplió su renta. Al Renault todavía le hace falta un hervor.

La tranquilidad de Brawn

Ajenos a cualquier problema, los dos Brawn rodaban por delante sin que Massa osara hacerles sombra. Ferrari mejoraba a medias (Kimi Raikkonen, con problemas mecánicos, abandonó en la vuelta 19) gracias a una gran estrategia y un gran error de equipo, motivos suficientes para aplaudirse. Al menos, la firma del cavallino no daba un paso atrás como su homóloga McLaren. De nada sirvieron las mejoras previstas. El MP4 24 colocó de nuevo su alerón antiguo por el bajo rendimiento ofrecido el viernes y, aunque remontaron cinco posiciones, su actuación pasó desapercibida. Hamilton no superó la novena; Kovalainen ni eso. Abandonó en la novena vuelta.

Los repostajes tampoco modificaron la parrilla. Todo estaba escrito. Button y Alonso, los más descargados de combustible, entraron los primeros; minutos después, Barrichello y Webber hacían su primera aparición por el pit-lane, seguidos de Massa y Vettel. Pero ahí estaba Ross Brawn para romper la monotonía. Como el liderazgo de Barrichello no era fiable al cien por cien, los ingenieros del brasileño optaron por variar la estrategia en caliente. En lugar de dos paradas, haría tres, aunque ni el propio Barrichello entendiera los motivos. Menos combustible, más velocidad y más diferencia con sus rivales, pero la primera plaza para Button, y no para él. Todo seguía apuntando a un doblete de Brawn con escolta de Ferrari, hasta que Massa entró a repostar y cargó menos gasolina de la necesaria para terminar con garantías. Webber, Vettel y Alonso se encargaron de ahondar en la crisis de Maranello.

Al final, paseo triunfal de Jenson Button y marcha fúnebre en el garaje de Ferrari. El regreso a Europa no varió la pauta, y el líder salió de Cataluña aún más líder. El doble difusor hace tanto daño como que los equipos no puedan entrenar los jueves ni usar los simuladores para evolucionar. Sólo Red Bull es capaz de seguir con garantías la estela del equipo británico. La escudería inglesa es la única esperanza de las cuatro veteranas. No porta KERS ni difusores modificados, pero sí tienen la varita mágica de Adrian Newey, el otro mago de la ingeniería, que ha convertido en ganador un equipo propulsado por motores Renault. Todas las promesas quedaron en nada. O casi nada. Salvo para los de siempre.

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