El Dépor sueña, el Valladolid se atranca

El milagro anida en Riazor. Sólo basta con fijarse en que el Deportivo campeón, forjado cuando el bolsillo de Lendoiro no tenía fin, se movía a final de temporada en el entorno de los setenta puntos y el actual, que sobrevive a una economía de guerra y de topes salariales, tiene próximo el objetivo de acabar la temporada sobre los sesenta. Ahí estima Lotina que estará Europa, pero más allá de que se consiga ese hito y de que el nivel de los oponentes haya menguado, el mérito es indiscutible y se amplifica porque el Dépor siempre busca la victoria desde el buen gusto . No hay mimbres para construir, como otros, poesía sobre el verde, pero sí un respeto al juego y al espectador. Por eso hasta Bodipo, un gladiador del área, uno de esos delanteros acostumbrados a ganarse el pan a base de brega más que de goles y mucho menos de virguerías, se atrevió con una dejada de tacón que sirvió para dejar a Lassad ante el gol que valió tres puntos.

Fue entonces cuando el Valladolid se vio ante sus fantasmas. Ayer dejó Riazor tras siete jornadas sin ganar y seis sin marcar y corre camino de complicarse si no espabila. El gol en contra nada más empezar sirvió para que se azuzara y seguramente laminó las buenas intenciones mostradas por el Dépor durante el arranque. A partir de ahí bastante tuvo con guardar el botín alcanzado y contener al rival, que dejó la impresión de que pudo haber solucionado sus problemas con un punto más de codicia. Buscó el Valladolid el empate desde la media distancia con Medunjanin y Canobbio, dos buenos pegadores. O con Ogbeche, que se topó con Aranzubía, una vez más extraordinario. Denostado en Bilbao y bajo sospecha a su llegada a A Coruña previa petición de Lotina, no es exagerado señalarlo como el futbolista más decisivo de la temporada para el Deportivo. Ayer acudió de nuevo a rescatar a su equipo cuando el Valladolid subió líneas, se hizo fuerte en mediocampo y encontró vías para llegar a su área.

Los apuros deportivistas se corrigieron con la entrada de Verdú por Bodipo más que por las aportaciones individuales porque el colectivo se ordenó y molestó la construcción de juego rival. Hubo un cierto alivio sobre el césped para los deportivistas, pero Mendilibar efectúo la maniobra opuesta y tiró de Víctor, que salió con la misión de trabajar entre líneas y por todo el frente del ataque. Tanta movilidad desarmó a la zaga blanquiazul, que perdió referencias. Tuvo el empate el Valladolid en un testarazo de Oldoni que se fue arriba por una cuarta e incluso puede clamar con razón por un empate como resultado más justo, pero la realidad es que lleva varado dos meses.