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TENIS

El recital que despertó a Nadal

El mallorquín vuelve a Roma, donde una derrota contra Ferrero impulsó su ascensión al número uno

Si la lluvia no lo impide, Rafael Nadal debutará en el Masters de Roma contra el italiano Andreas Seppi. Ahí, en el Foro Itálico, perdió el año pasado en segunda ronda ante Juan Carlos Ferrero (7-5 y 6-1). No fue una derrota cualquiera. Fue el descalabro que lo empezó todo. El partido no se debió jugar. Nadal se levantó con ampollas en los pies y dijo "imposible". Ferrero, que arrastraba problemas en un adductor, pensó lo mismo. Los dos arriesgaron y pagaron su esfuerzo con precios muy diferentes. El valenciano, entonces número 23, sólo jugó 12 partidos más en 2008. El mallorquín, sin embargo, conquistó el mundo.

La derrota en Italia obligó a Nadal a jugar el torneo de Hamburgo, el más dudoso en su calendario. Allí, todavía como número dos, logró dos victorias que marcaron a sangre y fuego su dominio sobre el resto del circuito: venció a Novak Djokovic tras un partido tremendo en el que concedió 19 bolas de break y sólo perdió cuatro. Luego, ganó una final apoteósica: medio lesionado en el adductor, destruyó 7-5, 6-7 [3] y 6-3 a Roger Federer, que perdió la primera manga tras ir mandando 5-2. Desde aquella derrota romana, Nadal consiguió lo imposible. Vencer consecutivamente Roland Garros, Queen's, Wimbledon, y lograr el número uno.

"Hacía un día regular, sin mucha humedad, pero con vientecillo", recuerda sobre aquel partido en Roma Antonio Martínez Cascales, el entrenador de Ferrero. "Juan Carlos se planteó no salir a jugar. Estaba bastante tocado. Dos semanas antes, había perdido contra Rafa en Montecarlo, fácil en el resultado, pero con dos horas en la pista. Perdió por las prisas. Por un exceso de subir a la red. En Roma, salió con la lección aprendida. Presionó mucho sobre el revés y el segundo saque. Y el segundo set le salió redondo. Fue un recital".

El recital, sin embargo, condenó a Ferrero. El valenciano, que a esas alturas del año soñaba con volver a estar entre los diez mejores del mundo, está hoy estancado al borde del abismo: es el 100 del planeta. El ex número uno vive sufriendo. Cada mes, el doctor Ignacio Muñoz debe infiltrarle para que soporte el dolor en la muñeca derecha. El lunes, por ejemplo. "No podía ni coger la pelota para sacar", explica Cascales. "Lleva así desde que ganó en Casablanca, pero es cabezón. Del resto, de fuerza, de potencia, está perfecto".

Nadal se marchó pensativo desde Roma a Hamburgo. Hoy tiene la oportunidad de sumar 990 puntos en Italia, porque la derrota ante Ferrero le dejó en 10 en 2008. Entonces, sin embargo, no pensaba en eso. Pensaba en que el número dos estaba en peligro. "Espero que mejoren las ampollas", dijo. "Jugar dos Masters sobre tierra batida sin estar en mi mejor condición física será mi muerte". No pasó eso, precisamente. Se fue a Alemania. Ganó el torneo. Y desde ese triunfo al oro olímpico conquistado en los Juegos de Pekín, escribió una de las rachas victoriosas más increíbles de la historia de su deporte.

Nadal golpea la pelota durante un partido del Godó.
Nadal golpea la pelota durante un partido del Godó.AFP

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