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FÚTBOL | REAL MADRID

Delirante, disparatado y esperpéntico

El Madrid vence al Getafe en el último segundo tras un recital de despropósitos de unos y otros

Carambolas, disparates mayúsculos, despropósitos, desatinos, esperpentos, delirios, bufonadas... De todo hubo en Chamartín , escenario de un duelo circense, imposible de explicar, tan sólo novelesco. Pura ficción, nada que ver con el fútbol y sus genes. Hubo comedia, dureza, desengaños varios, un técnico sin manual (Juande), futbolistas enajenados (Pepe) y otros con pasados de excelencias guasonas (Casquero). Del show salió airoso el Madrid y extraviado como nunca el Getafe.

En Chamartín ya nada parece real. Sólo algún honorable alquimista podría descifrar lo que sucede. El último misterio comenzó con el Cata Díaz, un tipo de aspecto duro, pelado, con la tez descorchada como aquellos recios centrales argentinos de toda la vida que espantaban a los arietes, temerosos por cualquier hueso que estuviera a tiro. Pues resulta que el Cata se aflojó y concedió al Madrid su única ocasión del encuentro en todo un primer tiempo. Era la última centésima del acto e Higuaín evitó la bronca. La hinchada local, por mucho que se haya acostumbrado al tedio, ya no soportaba semejante infamia. Es lo que tiene cuando ni los resultados te sostienen. Soldado, en el arranque del choque, tras un pase de Granero, otro ex alumno de la Ciudad Deportiva, había desnudado al Madrid, de nuevo tan pelmazo, por una vez en desventaja.

REAL MADRID 3 GETAFE 2

Real Madrid: Casillas; S. Ramos, Pepe, Cannavaro (J. García, m. 59), Marcelo; Gago, Guti; Higuaín, Raúl, Van der Vaart, Robben, m. 46; Drenthe, m. 62); y Huntelaar. No utilizados: Dudek; Torres, Metzelder y Saviola.

Getafe: Stojkovic; Cortés, Mario (Belenguer, m. 46), Cata Díaz, Rafa; Granero, Casquero, Polanski, Gavilán; Manu del Moral (Albín, m. 57) y Soldado (Uche, m. 78). No utilizados: Ustari; Contra, Licht y Celestini.

Goles: 0-1. M. 9. Soldado, de cabeza. 1-1. M. 45. Higuaín. 1-2. M. 83. Albín. 2-2. M. 85. Guti, de falta directa. 3-2. M. 90. Higuaín.

Árbitro: Delgado Ferreiro. Expulsó a Pepe (m. 87) con roja directa. Amonestó a Gago, Van der Vaart, Granero, Pepe, Drenthe, Rafa, Higuaín, Stojkovic, Cata y Marcelo.

60.000 espectadores en el Bernabéu.

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Hasta que el Cata Díaz perdió las cartucheras, ni siquiera el azote de Soldado activó al Madrid, desnortado tácticamente por la alineación de Juande y víctima de sus propias limitaciones. El técnico concedió más relevancia al Sevilla, próxima cita, que al Getafe y prescindió de entrada de Robben, convencido quizá de que con Van der Vaart era suficiente frente a un equipo colgado del pozo. Pues no, el único fichaje veraniego de Mijatovic no está para nada. Ni de telonero. Con él como interior y Marcelo de vuelta al lateral, el Madrid fue un embudo, sin el más mínimo vuelo por los costados, un consuelo para el Getafe y cualquier equipo del planeta. Por las orillas sólo remaban los laterales, con lo que a los azulones les bastaba con que Manu del Moral se dejara caer por las bandas. Sin Lass como ancla, Pepe y Cannavaro eran el único remedio defensivo. Ante un adversario de mayor enjundia, el Madrid habría quedado sentenciado. Al Getafe, pese a su encomiable altanería, no le alcanzó. Falló una catarata de ocasiones y en el segundo tramo se dislocó de mala manera, desatado por la vulnerabilidad madridista. Tampoco el Getafe está para romerías. Excitado el Madrid y agrietado su vecino, el último tiempo resultó disparatado.

Robben, pese a sus frecuentes nudos, es el único regateador de los blancos. Ello le hace distinto y, en la estepa, imprescindible. Temeroso de la estadística -se suele lesionar cuando dobla el tajo en tres días-, Juande le protegió sin éxito. Nada indica que el riesgo sea mayor en el primer tiempo que en el segundo. Tal es el estado de la plantilla que Juande recurrió a él en el descanso y el holandés se fue a la enfermería en un cuarto de hora. Segunda carrerita y tirón. Fue el turno de Drenthe, que se estrenó con un atropello carcelario a Granero. Antes, en pleno delirio, Juande había sentado a Cannavaro, que tenía un aspecto muy saludable, y, en vez de echar el lazo a Torres o Metzelder, incrustó a Gago como central postizo y colgó a Javi García como pivote.

Nada tenía sentido. En medio del alboroto, Albín, con tiempo para la siesta, se vio solo ante Casillas y mandó la pelota al Coliseo. Lo mismo hizo Soldado un tramo después. El árbitro también se sumó a la feria. Con este hombre no había forma de descifrar qué era tarjeta y qué no. Sólo Stojkovic, en su tercer recital consecutivo en la Liga española, ponía algo de cordura. Tras mil despropósitos, aún quedaba lo peor, un remake futbolístico del camarote de los Marx.

Albín empinó de nuevo al Getafe y al instante empató Guti tras una ejecución de falta sensacional. Estaba a punto de bajar el telón cuando Casquero se plantó en solitario ante Casillas. Pepe, que llegaba por detrás, le dio una paliza. Le empujó y le pateó el culo, la cabeza y lo que vio por delante. Penalti y expulsión, quién sabe qué condena posterior de los comités. Casquero, capitán y veterano, se dispuso al lanzamiento. Sobrado el chico, lanzó un surrealista penalti. Él dirá que quiso hacerlo a lo Panenka. Traducido, en la versión casquerana, un churro histórico. No está el Getafe, angustiado por el descenso, para bromas semejantes. Casillas recogió la pelota como si la hubiera lanzado un bebé. Para cerrar el esperpento llegó el golazo de Higuaín, el que mantiene al Madrid como aspirante. El diagnóstico lo puso el público: tras tanta escena rocambolesca, despidió a los jugadores como héroes. Y ellos encantados, con Marcelo sacando la lengua al Cata y todos a la gresca. Sin camisa de fuerza. Como el partido.

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