Nadal conquista un partido de leyenda
El número uno vence a un digno Verdasco (6-7,6-4,7-6,6-7 y 6-4) y jugará la final contra Federer
Abran los museos, ventilen las hemerotecas, y hagan sitio en los grandes libros de gestas: Rafael Nadal jugará mañana la final del Abierto de Australia contra Roger Federer tras imponerse a Fernando Verdasco (6-7, 6-4, 7-6, 6-7 y 6-4) en un partido magnífico, vibrante, loco, maravilloso, entusiasmante y para las mejores videotecas. Un encuentro tremendo. Un día para el recuerdo. Una noche de tenis que enfrentó a dos españoles zurdos; a un tenista establecido en el estrellato contra otro que se quiere comer el mundo; a Nadal contra Verdasco, dos jugadores desesperados por jugar la final del primer grande del año, hambrientos de gloria y sedientos de quedar en la memoria. Desde hoy, la semifinal que enfrentó a los españoles está en los anaqueles: duró cinco horas y catorce minutos, por tres minutos el partido más largo de siempre en el Abierto de Australia.
Primero pegó Verdasco, un tenista transformado por el título de la Copa Davis ganado en Mar del Plata. De temblar ante un jugador menor, el Chucho Acasuso, el madrileño ha pasado a ser un tenista casi imparable. Sirve que da miedo (firmó 20 aces por 12 de Nadal). Golpea como un herrero. Y tiene una consistencia, un armar de jugada y un tomar riesgos que no recuerda a cualquiera: lo que hace Verdasco sólo lo pueden hacer las grandes estrellas. El madrileño, que tuvo que ser asistido por el fisioterapeuta, vivió el partido a sartenazos, acertadísimo con el servicio, y agresivo siempre. Un dato habla de su fortaleza: con las cuatro horas de partido cumplidas, Verdasco seguía sacando a 222 kilómetros por hora. Impresionante. Alucinante. Hermoso.
Así se discutió el partido. En esto estuvo la pelea: zurdo contra zurdo, Verdasco argumentó a base de saques y golpes, y el mallorquín le respondió pegando y corriendo. El número uno jugó un partido a la altura de su puesto, lo que pone en valor la actuación de Verdasco, que sólo tuvo dos lagunas en una actuación de ensueño: perdió el saque en la segunda manga cuando lo dominaba por 40-15; también perdió dos puntos clave al juzgar la bola mala; cedió el partido con una doble falta, y firmó un encuentro gigantesco, mágico y de recuerdo eterno para acabar perdiendo.
El madrileño, desde el lunes número nueve del mundo, está de dulce. Su llegada a la elite, acompañada por dos victorias de prestigio (Andy Murray y Jo-Wilfried Tsonga) y sus piernas de acero, confirma una tendencia: en el tenis, España manda. Con raqueta, España vence. Ningún país puede presumir de tantos jugadores preparados para misiones de altura, nadie ha visto últimamente a un jugador del calibre de Verdasco, capaz de defender cinco puntos de break en la última manga. Nadal, que estuvo casi cinco horas sobre la pista, jugará la final mañana contra Federer, que venció ayer fácilmente a Andy Roddick. Un partido más como el de hoy, y el Abierto de Australia 2009 entrará en la historia.
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Rafa Nadal cara a cara con Fernando Verdasco en lalistaWIP
Nadal - Federer, séptima final de titanes
ALEJANDRO CIRIZA. El 6 de julio de 2008 es una fecha que quedó grabada para siempre en el recuerdo de los aficionados. Ese día, Rafa Nadal y Roger Federer protagonizaron uno de los encuentros más memorables de la historia del tenis sobre la hierba de la Centre Court de Wimbledon, en donde el triunfo del español corroboraba un cambio de ciclo. Federer, absoluto dominador de la escena londinesa, sucumbió ante el emergente poderío del español, que completaba un año de ensueño y le arrebataba al suizo el número uno.
Los duelos entre estos dos colosos son el barómetro del circuito. Tan sólo Djokovic y más recientemente Murray han desafiado su duopolio, escenificado sobre todo en Roland Garros y Wimbledon. Sin embargo, nunca han medido sus fuerzas en la final de otras superficies de un Grand Slam. Ni en Australia ni en Estados Unidos. Nadal y Federer se han enfrentado en un total de dieciocho ocasiones, pero tan sólo seis de ellas corresponden a la final de un grande. En este sentido, el balance es favorable al español, ya que cuenta en su expediente con cuatro victorias a su favor por dos del helvético.
Nadal certificó su dominio sobre la tierra en las tres finales de Roland Garros (2006, 2007 y 2008) en las que batió a Federer. El suizo, por su parte, derrotó al manacorí en las finales de Wimbledon en 2006 y 2007, pero cayó en la última edición. "Jugar contra Rafa es siempre excitante por nuestra historia y rivalidad. Él es el mejor jugador del mundo por el momento", admite el helvético. El domingo, bajo el asfixiante calor australiano y sobre una pista dura (tres triunfos para el suizo y dos para Nadal en este tipo de terreno), reeditarán un nuevo capítulo de la lucha por el cetro del tenis mundial.
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