Partido sencillo, esforzada victoria
El Barça se impone al Sporting con claridad pese a los altibajos de su juego
Juega el Barça dos partidos en uno cada jornada. Libra uno con el adversario, y ayer no sólo fue muy superior al Sporting sino que le ganó bien, y el otro contra sí mismo, igualmente resuelto a su favor después de un largo contencioso. Ocurrió más o menos la misma historia que contra el Racing o el Numancia. La diferencia es que anoche el resultado le dio la razón. La mayoría de sus encuentros se deciden para bien o para mal a balón parado, una suerte que para nadase corresponde con su generosa propuesta, muy superior a la de los leones lisboetas, que a diferencia de los equipos españoles no supieron descifrar el juego azulgrana.
Ante una contienda aparentemente sencilla, el Barcelona necesitó un esfuerzo extra para expresar su superioridad por su capacidad para enredarse en las cuestiones más simples. A veces parece incluso que el mejor defensa de Messi sea el propio Messi por su empeño en recrearse en la jugada. Eto'o funciona mejor como zaguero por su presión al central contrario que como ariete. Y Henry, elegante y dinámico en la carrera, no encuentra la portería. Al Barcelona le falta pegada para avalar su juego de claqué, inspirado en un rondo que, como tal, no necesariamente conduce al área. De la misma manera que a nivel colectivo tiene buena pinta, no cuenta aún futbolistas que marquen la diferencia.
La sensación es que los barcelonistas quieren hacer las cosas tan bien que le salen mal, como si la virtud estuviera en la dificultad o incluso en la complejidad y no en la naturalidad. A veces puede dar la sensación incluso de que Guardiola le da demasiadas vueltas a las cosas y acaba por complicarse la vida con decisiones que escapan al sentido común, si es que en el fútbol existe la racionalidad. Ocurre que el entrenador comulga con Cruyff, se confiesa con Bielsa y su Biblia son los apuntes del equipo contrario, de manera que le encanta intervenir desde la alineación. Ayer ubicó a Puyol en la izquierda y a Piqué en la derecha, prácticamente como laterales, mientras Márquez cerraba como central y Alves quedaba liberado para crear superioridad numérica desde el medio campo.
Así las cosas, el Barça se garantizó una buena salida de balón y un excelente ritmo de partido por el despliegue de la segunda línea al tiempo que cerraba la línea de pase que los medios del Sporting siempre buscan entre el lateral y el central contrarios para la carrera de Yannick. Guardiola quería ganar el partido también tácticamente, generar las mejores condiciones para la victoria, sin tener que aguardar la inspiración individual, decisión que va en el sentido contrario de cuantos conciben el fútbol como un juego más convencional y abogan por la espontaneidad.
Jugó y combinó bien el Barcelona, con Keita de medio centro poderoso mientras Iniesta y Xavi rompían como volantes y Messi y Henry se ganaban fáciles posiciones de remate en calidad de delanteros que barrían el frente de ataque desde los extremos. Los azulgrana se estiraron con determinación y se aseguraron la posesión rápida de la pelota por su buena presión sobre el Sporting, partido por la mitad, sostenido por la falta de puntería del Barça. A los azulgrana les cuesta demasiado acabar la jugada, y sus disparos nunca buscan la portería sino los palos, como si sólo valieran los goles que se marcan desde el área pequeña y después de que hayan intervenido los once futbolistas.
Alcanzado el descanso, el Barça ganaba por un gol de córner de Márquez después de que la delantera hubiera desaprovechado al menos cuatro oportunidades de gol tan bien trabajadas como mal resueltas. Les perdía el barroquismo ofensivo, la dificultad para armar el último pase y la incapacidad de Eto'o para poner el punto y final a la jugada.
Desde siempre, al Barça le ha costado cerrar los partidos, y más después de grandes esfuerzos y trabajos colectivos notables, como ayer en que jugó con mucha intensidad y velocidad durante un buen rato. Ni siquiera le tranquilizó un segundo tanto, marcado a la hora de partido por Eto'o de penalti. Al Sporting le alcanzó, como a cualquier otro adversario, con un saque de esquina para meterse de nuevo en el partido. El mal rato azulgrana se acabó con un gol de jugada fabricado por Iniesta y marcado por Xavi, una acción que debería ser de lo más natural en el Camp Nou y que, sin embargo, resulta extraordinaria. El tanto era tan esperado que, una vez alcanzado, se dio el partido por acabado para suerte del Barcelona que ya marca el paso en su grupo de la Champions.
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