Los Lakers funden a los Spurs
El equipo de Bryant y Gasol pone el 2-0 en la final del Oeste tras apalizar al campeón
Los Lakers hicieron pedazos a los Spurs, que ensuciaron su condición de campeones de la NBA en el segundo partido de la final del Oeste con un partido simplemente indigno. Fuera cosa del golpe moral tras perder 20 puntos de ventaja en el primer partido, de la defensa de los Lakers o de que un mal día lo tiene cualquiera, el segundo partido demacró a los Spurs, que brindaron una de las peores versiones que se les recuerda. Kobe Bryant abanderó otra vez a los suyos, hizo inútil la tarea de Bowen en su intento de neutralizarle y anotó 22 puntos. Odom cuajó un partido excepcional, con 22 puntos y 12 rebotes y Pau Gasol, con 10 puntos y 7 rebotes, neutralizó a Tim Duncan que sólo pudo anotar 12 puntos. Walton, con el equipo de reservas con el que los Lakers se permitieron el lujo de concluir el partido, plasmó en la última acción los 30 puntos de ventaja. Una paliza de las que hacen época.
Los Spurs trataron de espesar el juego, tosco en muchas fases de la primera parte. Muchos jugadores se encontraron incómodos. El entramado defensivo que urdieron Phil Jackson y Greg Popovic sofocó el talento ofensivo de varios jugadores capitales para ambos equipos. A los Lakers no les entraban los triples; a Ginobili, nada; a Pau Gasol, tampoco y Duncan naufragaba en los tiros libres, como todo su equipo. Demasiadas rémoras, un montón de asuntos que resolver en las pizarras de ambos banquillos. Los Lakers mostraron un punto más de decisión y mandaron. Les bastó con una excelente defensa y un punto superior de fantasía e imaginación en su juego. Llegaron al descanso con nueve puntos de ventaja, curiosamente después de haber pasado poco antes por su momento más delicado, cuando los Spurs empataron a 37 por primera vez. Los Lakers demostraron que son capaces de dar un acelerón en cualquier situación. Con un parcial de 9-0 dejaron patitiesos a los Spurs. Para entonces Pau Gasol ya había empezado a olvidar su nefasta racha tras anotar sus primeros puntos en su quinto lanzamiento y Kobe Bryant, que fue junto a Odom el más inspirado de los Lakers, ya había roto también el parcial de 0 de 5 en triples de su equipo. Era el primer aviso del 24 de los de oro y púrpura.
Bryant tomó el balón y dijo allá voy. Anotó siete puntos en un par de minutos y desquició a su excelente defensor, Bowen. Bryant debe ser uno de los pocos jugadores capaces de salir de un bloqueo con las manos de su defensor en el cuerpo, pararse un segundo, pedir falta al árbitro, dar un paso adelante, lanzar, meterla pese a otro manotazo de Bowen y anotar el tiro adicional. Eso hunde a cualquiera.
Los Spurs empezaron a ceder terreno a ojos vista. Gasol no le permitía carburar a Duncan y Parker, hiperactivo, no podía hacerlo todo él solo. Ginobili anotó su primera canasta, un triple, en el minuto 27, pero tampoco tuvo continuidad. Para entonces los Lakers ya iban lanzados, acumulando una diferencia que tres minutos después llegó a los 17 puntos (68-51). A los Lakers no les hacía falta rebotear en ataque. Manteniendo a raya en defensa a los Spurs les bastó para encarrilar el partido y, a partir del último cuarto, incluso con Kobe Bryant y Pau Gasol de inicio en el banquillo, abrieron una diferencia ya abismal, que llegó a ser de 28 puntos (88-60) todavía con siete minutos por disputarse. Phil Jackson incluso le dio minutos a Trevor Ariza, el alero ausente por lesión desde hace bastantes meses. Los Spurs no daban pie con bola. Lo máximo que podían hacer era intentar mantener cierta dignidad, reservar fuerzas y no perder la moral para afrontar en las mejores posibles el traslado de la final a su feudo, en San Antonio, a partir de las tres de madrugada del lunes, hora española.
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