La fiesta fue de Casillas
El portero frustra a un Athletic con desparpajo antes de que Robben e Higuaín, dos suplentes, dejen el título a un milímetro del Madrid
Sin grilletes, desahogados por su cómoda posición en la Liga, el Madrid y el Athletic se olvidaron de los confetis y La Cibeles y sellaron un partido vibrante, con asaltos constantes en las dos áreas. El tipo de partido que agradece Iker Casillas, que suele salir entronizado de duelos similares. El de anoche en Chamartín no fue una excepción. Al gol de Saviola, tras un error de Armando, con manos de plastilina ante un remate pinchado de Robinho, respondió el portero madridista con tres intervenciones museísticas. Voló como un trapecista para desviar un peinado de Etxeberria, adivinó un zurriagazo de Garmendia desde el balcón del área y, ya crecido, le detuvo un penalti a este último. Un recital, al puro estilo Casillas.
La grandeza del arquero local evidenció el desparpajo con el que se desplegó el Athletic, que ha sufrido una extraordinaria mutación en la segunda vuelta. Pero no significó que el Madrid se sintiera rebajado por su adversario. Cabía sospechar que el equipo se tomara el partido con cierta decepción después de los sucedido en el Ruiz de Lopera. No fue así. El Madrid entendió que el Villarreal sólo había retrasado su verbena y puso empeño desde el arranque con las líneas muy adelantadas. De forma inopinada, Schuster se inclinó por Saviola, en la absoluta reserva todo el curso, en detrimento de Robben, Higuaín y Baptista. Un guiño a Raúl, más cómodo cuando otro delantero le despeja el horizonte. Y, por una vez, el Pibito dejó un rastro positivo. Su movilidad fue la mayor destemplanza del cuadro de Joaquín Caparrós, sostenido delante de Armando por el rehabilitado Gurpegui ?cumplió con mucho mérito tras dos años de condena? y Amorebieta, un central al que seguir la pista. No le falta carrocería y se maneja con soltura con la pelota. También es zurdo, lo que puntúa a su favor en un país sin defensas para ese costado. El Athletic parece haber acunado una generación que le puede evitar los apretones de las últimas temporadas. Junto a Amorebieta, Susaeta, Javi Martínez, Garmendia y Llorente. Un pelotón interesante para el futuro de una institución tan heráldica como singular.
Saviola, que sólo había jugado 241 minutos de Liga y marcado dos goles, no fue el único que ofreció su mejor versión. Sneijder por fin tiene parecido con el que se estrenó en el campeonato. Más participativo que de costumbre, con el cartabón a punto para mover la pelota con vértigo en la zona de ataque y siempre atento a los rechaces de los defensas vascos. El Madrid encontró un aliado más en la zona media y las transiciones se le hicieron más sencillas. No se le vieron los costurones de otros encuentros y el equipo estuvo más acompasado. El Athletic le exigió. No fue el equipo con mandíbula de cristal de los últimos años en el Bernabéu. No se acomplejó ni siquiera tras el fallo de Garmendia ante Casillas después de que Heinze, el más flojo del Madrid, cargara sobre el corpachón de Llorente. El Athletic resistió hasta que Robben le sacó del partido con el segundo gol, al que también contribuyó Armando, que se entregó antes de tiempo.
El segundo tanto certificó que ayer Schuster estaba iluminado. Acertó con Saviola y fue envidar por la velocidad de Robben e Higuaín y en unos segundos, pase del argentino y gol del holandés. Y en un suspiro: tanto de Higuaín. Ni en el mejor de los sueños del técnico alemán. Entre Robben e Higuaín sepultaron al equipo vizcaíno, que había sido capaz de soportar la frustración que supone para cualquiera tener que medirse a Casillas, pero se rindió sin remedio en el tramo final.
Resuelto el marcador, la hinchada madridista se tomó el partido como si fuera la traca final. Al público le gusta la fiesta y con el Madrid a un milímetro del título nadie quiso cambiar el guión con el que llegó al Bernabéu. La gente hizo la ola y bailó de lo lindo, con la plantilla torera en el centro del campo al final del choque. Con diez puntos de ventaja y sólo doce por disputarse, es cuestión de tiempo. El equipo puede regresar de Pamplona, en la madrugada del próximo domingo, rumbo a La Cibeles. En ese caso, la romería mayor se festejaría al jueves siguiente con un invitado de lujo: el Barça. El nirvana para muchos madridistas.
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