Un 'derby' negado
Kameni le pudo a Eto'o y el Espanyol empata con el Barcelona después de un partido miserable
A un 'derby' tan negado como el de ayer, ningún resultado le iba mejor que el de empate a cero, así que a nadie le sorprendió el resultado. Aunque el Barcelona mereció el triunfo, al Espanyol le valió un ejercicio de resistencia liderado por Kameni. A fin de cuentas fue un partido miserable que acabó como el rosario de la aurora por el protagonismo del árbitro, que se despidió repartiendo tarjetas, respondidas por el público con la pañolada de rigor. Desbravado en la grada y abaratado desde la alineación, el 'derby' nació muy desinflado, por no decir reventado, como si fuera un partido a destiempo, sin sentido. El arranque resultó especialmente disparatado por la imprecisión de los dos equipos, destemplados desde hace tiempo por una dinámica negativa: cuatro derrotas consecutivas, sin un gol a favor por parte blanquiazul y un triunfo azulgrana en los últimos siete encuentros. Y ahí siguen ambos con sus registros empeorados.
A nadie le apetecía batirse por la falta de litigio y hasta de interés, incluso después de tanto acto forzado como se ha organizado para darle vida a una contienda sin tensión competitiva y morbo ciudadano, contemplada mayoritariamente por espectadores ocasionales, gente de paso, espectadores que no hinchas. Qué más le daba a uno y otro el 'derby' si no podían hacerse la puñeta. Descuajeringado, el Barcelona sólo aceleraba cuando aparecían Sylvinho y Bojan. Los azulgrana no combinaban, no comunicaban, no tenían la pelota, no eran un equipo. Tampoco jugaba mejor el Espanyol, descolocado y desconfiado. A falta de toque, de combinación, de fútbol, se imponía la acción individual. Al Barça le dio entonces por rematar, y el Espanyol se espantó, falto de juego por las bandas, sin nervio en la columna vertebral, entregado exclusivamente a Tamudo, cegado ante la portería desde Reyes.
El partido se hizo tan largo que a la media hora los paganos de la grada ya estaban reclamando cambios. El banquillo, ciertamente, invitaba a no abandonar la cancha antes de tiempo si se trataba de rentabilizar la entrada, de manera que se agradeció la entrada en escena de Iniesta y Messi después del descanso. Una cosa es despreciar el 'derby' y otra muy distinta ponerse en forma para recibir el miércoles al Manchester United. La reaparición de Messi en el estadio fue especialmente celebrada. El argentino funcionó como despertador e Iniesta cosió al equipo para suerte del Barça, que fue a por el partido con más determinación, aunque igual de desacertado. Al Espanyol le era imposible seguir el ritmo del Barça y sólo la falta de puntería de los delanteros azulgrana le dio vida al encuentro. Bojan renqueaba porque Zabaleta le apuntaba siempre al tobillo y Eto'o no enfocaba la portería ni a la de tres.
Desconectados Luis García y Tamudo, el Espanyol vagabundeaba por el Camp Nou hasta que Valverde movió el banquillo para dar entrada a Riera y Ewerthon. El Espanyol, sin embargo, permanecía en el encuentro por decisión de Kameni, especialmente acertado frente a una delantera presa de la ansiedad. Desmoralizados como están los dos equipos, se sabía que quien marcara primero se llevaría la victoria o, para contextualizar mejor la situación, el equipo que tomara un tanto estaba perdido porque el remonte se presentaba como imposible en los dos bandos. Presentadas las cartas, se imponía el 0-0. Jugaban al pie y mal los azulgrana y al espacio y peor los blanquiazules. Tan famélico se ha quedado el Barça que ni siquiera le queda el recurso del gol de falta, una suerte que continúa a pies de Ronaldinho desde noviembre contra el Betis. El interés del partido quedó reducido a los duelos entre Messi y Riera y Kameni-Eto'o. Y, acabada la contienda, el ganador fue el portero, que condena al Barcelona a tener que jugar por la segunda plaza. Un martirio.
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