El Valladolid se ofusca
El cuadro de Mendilibar, presa de la precipitación ante el Betis
La primera vuelta no ha finalizado, pero ya hay equipos que se juegan la vida en cada partido. O eso parece. El Betis y el Valladolid, en descenso uno, al borde el otro, se repartieron un punto, un partido espantoso y la sensación de que ése puede ser su sitio hasta el final de la temporada y que el estado de nervios con el que se movieron ayer en el césped va a ser su estado habitual.
Chaparro había amenazado con ganar donde los grandes no lo habían conseguido, pero en Zorrilla no son los grandes los que lo tienen fácil; son los otros, los que pelean abajo, los que suelen aprovecharse del Valladolid, un equipo aseado, de buen fútbol, pero al que los resultados han ido aplastando hasta encontrarse en esta situación.
Mendilibar regresó a su versión original: a correr, presionar y no permitir al rival un solo movimiento sin dos jugadores encima. El ritmo inflamable del Valladolid provocó el derrumbe en la defensa del Betis: Rivas se pegaba un sofocón en cada carrera con Llorente, Fernando Vega terminaba mareado con el gambeteo de Sisi, Ilic no alcanzaba a ver pasar a Sesma. Pero el voltaje elevado terminó por perjudicar también al Valladolid porque la velocidad se convirtió en premura y en el minuto 5 el ambiente era el del descuento y la capacidad para aprovechar los regalos del Betis se convertía en precipitación de los delanteros.
Chaparro no hizo nada por modificar su suerte, no reaccionó, no hizo ningún cambio ni alteró el plan inicial, pero el partido fue inclinándose del lado del Betis, que había iniciado el partido con una idea: terminar con la portería a cero y marcharse de vacaciones sin una derrota de la que arrepentirse. El empate pudo cambiar igual que la pasada semana contra el Sevilla, con una ocasión de libro de Ogbeche, que el nigeriano, otra vez, no supo rematar.
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