Alonso, pasado y presente en Silverstone

La cuna de los circuitos de la Fórmula Uno, Silverstone, es para el asturiano Fernando Alonso un escenario de gratos recuerdos. Sin embargo, muy distinto se presenta el panorama para el español en su regreso a Gran Bretaña. La belle époque vivida en su etapa con Renault parece haber entrado en una zona de claroscuros profesionales, encontronazos con la prensa y cierto malestar en la escudería de Woking.

Los días 11 y 25 de junio de 2006, hace un año, pasaron al recuerdo del asturiano como el final de una resaca de resultados apoteósica que concluyó con el segundo título mundial. En su llegada al Reino Unido, Fernando Alonso acumulaba 13 podios consecutivos desde 2005 (cinco en primera posición, seis segundos y dos 'bronces'), subido a la cresta de una ola que vería su fin, fiel a la maldición, en el periplo americano (el primer podio en Canadá dio paso a una racha de discretas actuaciones).

Renault y el recién campeón del Mundo componían un tándem tan perfecto que hacían al monoplaza del ovetense casi inmune al acecho de Ferrari y el empuje de Raikkonen, ahíto de una mala fortuna que no le daba tregua. La velocidad no era el punto fuerte de la escudería del rombo; Schumacher mantenía la punta rodando con velocidades que rondaban los 293,6 km/h (Alonso tan sólo pudo llegar hasta los 289,3 km/h). Tampoco el rendimiento en los sectores; Raikkonen completó el segundo y tercer tramo del trazado inglés con mejores registros que el asturiano (34,522s y 20, 204s), que sólo mejoró la marca en el primero (25,166s).

Pero nada de eso importaba. El rendimiento, la regularidad y la confianza ofrecidas por el pupilo de Briatore hacían augurar grandes resultados que corroboraron las estadísticas al final de cada jornada: El sábado, Alonso ganaba por quinta vez consecutiva la 'pole position', y el domingo, la carrera y la vuelta rápida. A lo campeón. De principio a fin, sin apenas complicaciones, dejó al heptacampeón a 13,9 segundos de su alerón trasero. A Raikkonen, a casi 17.

Alonso relevaba a Juan Pablo Montoya en el trono de la victoria, y la felicidad se dibujaba su cara al ritmo del himno español. No era para menos. La victoria en Gran Bretaña significaba la quinta 'pole' consecutiva (pese a tener más carga de combustible que cualquiera de sus rivales directos), el quinto primer puesto de la temporada, tres de ellos sucesivos y la trigésimo primera ascensión a los cajones desde su llegada al automovilismo de élite. Tras este triunfo y el posterior, en Canadá, el español inició una segunda vuelta del campeonato menos brillante que, sin embargo, le llevó de nuevo a la cumbre con un segundo título Mundial. Esta temporada, Alonso no ha comenzado con su mejor pie, pero confía en que Silverstone marque un antes en la clasificación de pilotos. No será fácil, aunque Fernando Alonso sea aparentemente impermeable con la presión de un equipo que estará arropado por prensa, afición y piloto británicos.

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