Un paseo por la arena
Rafael Nadal amplía su marca de victorias en tierra a 63 derrotando a Chela con un gran repertorio de golpes ganadores
Rafael Nadal aleja dudas y despierta irritaciones. Por un lado, el tenista de Manacor sigue demostrando partido a partido por qué es el rey de la arcilla (6-3, 6-1) y por otro, suma una nueva victoria en su palmarés sobre tierra batida: la número 63, diez más que las 53 que albergaba Guillermo Vilas en 1977, aunque éste insista en desprestigiar la hazaña del español aludiendo a que no ha sido conseguida en un año. Hoy, Nadal ha batido a Chela con un buen juego de piernas y un mejor repertorio de golpes que le reafirman cada vez con más autoridad como un tenista completo.
Nadal ha salido muy fuerte a la pista central del 'Monaco Country Club' con la intención de no defraudar a los cientos de seguidores que no querían perderse el debut de uno de los mejores jugadores de la historia en tierra batida. Y no lo ha hecho. Ha ganado, y a lo grande. A pesar de su virtual supremacía, se esperaba un partido más duro, de más resistencia, como fue la cita de Indian Wells, pero el argentino se hizo pequeño ante un Rafael Nadal que se mueve en tierra como pez en el agua, y que se adjudica, además, 500 puntos y el pase a octavos de final del torneo.
Dio su fruto el despliegue habitual de supersticiones, incluida la de dejar el primer servicio a su rival, que el segundo tenista del mundo compone en cada partido. Y desde el primer juego, que se adjudicó con un 'break', todo fue sobre ruedas. Nadal impuso un ritmo infernal que Chela no podía seguir más que en momentos esporádicos, sobre todo cuando el español forzaba el segundo saque. Nadal también es humano.
La primera manga parecía estar finiquitada con el 5-1 a favor de Nadal viendo la contundencia de sus golpes, pero el argentino ha sabido mantener la compostura y ha rehecho su tenis adjudicándose los dos juegos siguientes pese al bajo porcentaje de servicios (cinco dobles faltas) que han marcado su actuación de hoy. Por segunda vez ha roto el servicio del manacorí. La ventaja se reducía a 5-3. Entonces volvió Nadal, poco dado a sobresaltos, para resolver la manga con el coraje al que nos tiene acostumbrados.
Pero si el primer set fue cómodo, el segundo ha sido sinónimo de paseo. El joven español no tiene piedad con ninguno de sus rivales, y cada hueco es una oportunidad de ganar un nuevo punto. Además de la mortífera derecha, ha aprendido a forzar el juego del contrario con el revés y con el saque liftado, y cuando todo parece un frontón de fuerza desde el fondo de la pista, Nadal cambia el juego y coloca crueles dejadas inalcanzables que minan la moral de su adversario.
Y Chela, a un par de metros de la línea de fondo sin nada que hacer. Solamente cuando Nadal levantaba el pie del acelerador aumentaban las posibilidades del argentino; pero eran demasiado pocas. Tan sólo una, la del 3-1, para ser más concretos. Toda una lección de tenis. Y de moral. Así han ido las cosas hasta el final; tres juegos en los que, para demostrar aún más superioridad, Nadal hizo gala de su físico. En el 4-1, en un intenso duelo de voleadores; en el 5-1, con una maratón personal de final previsible: Nadal, un gran golpe y un pequeñísimo lugar por donde se cuela la pelota; y en el 6-1, una dejada al más puro estilo maestro. Toda una proeza.
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