El Milan ajusta cuentas en Múnich
Los goles de Seedorf e Inzhagi certifican el pase de los italianos a las semifinales
El Milan aterrizaba en el Allianz Arena con el doloroso gol de Van Buyten todavía registrado en su retina. El tanto del defensor, conseguido en los instantes finales del partido de ida, dejó un amargo recuerdo y un poderoso silencio en San Siro. Dos semanas después, aquella infausta reminiscencia dio paso al éxtasis de la hinchada milanista, acostumbrada a las grandes gestas europeas de su equipo. El Milan, más contundente que nunca, llegó, vio y venció.
Y es que en cuestiones de oficio, el conjunto rossonero alcanza un grado superlativo. Aunque enfrente tenga a un coloso de la talla del Bayern, que pagó muy caro su exceso de confianza y su falta de acierto en los momentos decisivos del partido. Los de Hitzfield se las prometían muy felices con el 2-2 logrado en territorio italiano. Un magnífico resultado que les permitía encarar con cierto optimismo la vuelta. Sin embargo, se topó con un soberbio Milan. Ordenado, laborioso y que en todo momento dirigió el tempo de la contienda a su antojo.
El cuadro de Ancelotti hizo todo lo que se presupone a un digno aspirante al cetro. Superó el miedo escénico inicial, forjado en el estruendoso griterío que invadía el coqueto estadio muniqués; resistió el prematuro empuje de los bávaros, que salieron con la idea de asestar el golpe definitivo a su presa; y acertó en los momentos decisivos, como los grandes púgiles.
Ante esta tesitura, el Bayern no tuvo más remedio que asentir. Eso sí, con el inconformismo y la rebeldía que históricamente han caracterizado a este conjunto. El equipo alemán buscó la sentencia desde el principio. El peligroso disparo de Ottl a los tres minutos así lo atestigua. Poco después, un gran remate de Podolski pudo incrementar la herida milanista, pero el pie salvador de Oddo, en la misma línea de gol y con Dida ya batido, lo impidió. El Milan apeló entonces al saber estar de Pirlo. El mediocentro italiano construyó los mimbres del ataque milanista, diezmado por las ausencias de Ronaldo y Gilardino, pero reconstituido por la presencia de Inzhagi y la elegante verticalidad de Kaká.
No obstante, la fuerza del Bayern le aproximó a las inmediaciones del área de Dida. Una gran jugada de Makkay dejó a Podolski solo ante el meta brasileño, que repelió el potente tiro del ariete y salvó la integridad de su escuadra. Superado al trance, el Milan respondió fiel a su estilo: sin perdón. En el 27', Seedorf trazó una soberbia finta que dejó a tras a los centrales muniqueses y batió con precisión a Kahn. Una certera dentellada, un gol que no sació la voracidad de los italianos, que persiguen en Europa aquello a lo que no aspiran en el 'Calcio'. Inzhagi sacó a relucir su mejor pretexto, el oportunismo, para pulverizar la ambición inicial de los alemanes con un segundo gol que permitió al Milan irse al descanso con la eliminatoria encarrilada.
Empuje alemán sin recompensa
En la reanudación, los hombres de Hiztfield trataron de enmendar los errores de la primera mitad, pero se estrellaron contra el sólido planteamiento transalpino. Ancelotti apostó por la entrada del francés Gourcouff para reforzar el dominio en el centro del campo, mientras que el técnico alemán introdujo a Pizarro y Santa Cruz en busca de mayor poder en los balones aéreos. La segunda línea bávara, cimentada sobre la llegada de Van Bommel, cobró protagonismo. Precisamente, dos tiros del holandés pusieron a prueba a Dida, que resolvió con acierto ambas acciones.
El Milan esperó agazapado, protegiéndose de las acometidas germanas con un férreo orden defensivo. Gattuso completó el trabajo oscuro en la medular, mientras que Kaká, intermitente, condujo algunos contragolpes que pudieron ampliar la renta italiana. A pesar de la rudeza en la que se envolvió el partido, el brasileño pudo ofrecer un destello que certifica su clase. Mediante un sutíl movimiento de cadera, acompasado por un excelso juego de piernas, el '22' se deshizo de su marca y fusiló a Kahn, que empleó sus puños para detener el obús del mediapunta. Una jugada que precedería al último hálito del Bayern. Un arsenal de balones colgados al área que encontraron en el oficio milanista una pesada losa. El Manchester 'de los siete goles' espera a los italianos.
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