Mourinho le gana la partida a Quique
Morientes adelantó al Valencia, superado con claridad en la segunda parte por el Chelsea
El enfrentamiento entre dos de los equipos más tácticos de Europa se decidió en la pizarra. Si en el primer tiempo fue Quique quien supo anular al Chelsea, en el segundo el cambio de estrategia de José Mourinho sirvió para llevar el encuentro a su terreno. Con la entrada al campo de Joe Cole, el Chelsea ganó presencia entre líneas y sacó del partido al Valencia, que se movió al ritmo que quisieron los ingleses, un equipo con poco fútbol, pero que supo manejar el choque en la segunda parte con una autoridad y una personalidad incontestables. El Valencia puso los mejores momentos de fútbol en la eliminatoria, pero el carácter ganador y el acierto en el remate fueron de los ingleses. Cuando la eliminatoria estaba en juego, Mourinho se mostró más hábil que Quique.
El comienzo del Valencia no fue nada malo y recordó al vivido en Stamford Bridge. Muy concentrado, bien organizado en defensa, presionando muy arriba, con intensidad y cabeza, para dejar la responsabilidad de iniciar el juego a los dos centrales, Terry y Carvalho, como sucedió en Londres, y replegándose con rapidez cuando perdía el balón para evitar los contragolpes del Chelsea, el único argumento ofensivo del conjunto que entrena Mourinho, junto con los balones aéreos.
Cuando carece de ideas y no encuentra la forma de llegar a la portería rival, es decir, casi siempre, el Chelsea no duda en recurrir a la línea recta, al camino más corto hasta el área. Son esos balones largos, convertidos en pelotazos en más de una ocasión, y esos centros al área para buscar la cabeza de sus delanteros o de los centrocampistas con llegada, como Lampard. Una oferta demasiado pobre para quien quiere dominar en Europa. El Chelsea es un conjunto mal construido, desequilibrado por la obligación de dar entrada a supuestas estrellas, como Ballack, o cracks que no viven su mejor momento, como Shevchenko, que lejos de mejorar al equipo de la temporada pasada lo han convertido en más vulnerable y previsible. Pero pese a todo, se manejó con más personalidad que el Valencia cuando peor tenía la eliminatoria y supo ganarse un sitio en semifinales.
Es un conjunto monótono este Chelsea, que supera a sus rivales por agotamiento, por insistir una y otra vez hasta encontrar un error del contrario, o por una acción aislada a balón parado o por un arranque de genio de algunas de sus estrellas. Por eso, lo peor que le puede ocurrir al equipo de Mourinho es encontrarse con un bloque tan sólido como el Valencia, que hace del orden su razón de ser y que no necesita el balón para ser fuerte. Al Chelsea le faltó imaginación en el primer tiempo y al Valencia le bastó con mantener el orden defensivo para detener las acometidas inglesas. Eso y la mano salvadora de Cañizares, que a los 40 minutos voló para desviar un espectacular cabezazo de Drogba.
Pero antes, cuando peor lo pasaba el Valencia apareció Morientes para aprovechar un buen pase de Joaquín y poner en ventaja a su equipo. Llegaron entonces los mejores momentos del Valencia, que pasó por encima del Chelsea, impotente para frenar las acometidas de los jugadores de Quique.
Cambio decisivo
Mourinho captó el mensaje y movió sus piezas en el descanso. Dejó en los vestuarios a su lateral derecho Diarra y dio entrada a Joe Cole, uno de los futbolistas con más imaginación y técnica del Chelsea y de los pocos que saben moverse con inteligencia y sentido entre líneas. Essien bajó al lateral derecho; Obi Mikel, Ballack y Lampard se encargaron del centro del campo; Shevchenko y Cole aparecieron por la mediapunta como escuderos de Drogba, el mejor futbolista del Chelsea, un delantero diferente, que combina potencia, velocidad, técnica, una espectacular capacidad de remate y un carácter ganador que sólo tienen los mejores.
Este anárquico dibujo le sirvió al Chelsea para adueñarse del choque, que comenzó a jugarse al ritmo que quisieron los ingleses. Se volatilizó el Valencia, que no encontró el balón en todo el segundo tiempo y acusó en exceso la poca participación de Silva y de Villa. El gol de Shevchenko fue una consecuencia lógica y metió la eliminatoria en un callejón sin salida para el Valencia, incapaz de hallar la fórmula para contrarrestar el dominio inglés. Tampoco ayudó la decisión de Quique de retirar a Morientes, su principal referencia ofensiva, para dar entrada a Angulo. Aunque desde fuera siempre es más fácil opinar, el elegido para el cambio quizá debió ser Joaquín, que se dejó litros de sudor en defensa, pero salvo en la acción del gol de Morientes no estuvo nada lúcido en ataque.
Tuvo que aparecer otra vez una mano salvadora de Cañizares para mantener vivo el sueño de las semifinales, del que despertaron los seguidores del Valencia cuando se preparaban para la prórroga y surgió Essien para lograr el tanto que situó al Chelsea en semifinales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.