El Barça escapa con vida
Un magistral lanzamiento de falta de Xavi maquilla la versión más pobre del equipo azulgrana (1-1)
La indulgencia del Getafe permitió a un descafeinado Barcelona conseguir un punto que pone de manifiesto un hecho: sin Ronaldinho ni Deco, se trata de un equipo vulnerable, y sobre todo, el Barça es mucho menos Barça.
El equipo azulgrana aterrizaba en el Coliseum envuelto en un clima enrarecido. Los retrasos de Deco, Márquez y Ronaldinho en su regreso vacacional, unidos a la ausencia de explicaciones convincentes, enturbiaban la preparación de un partido trascendental para los intereses del equipo azulgrana. El tropiezo sevillista en La Romareda brindaba a los de Rijkaard la posibilidad de retornar al liderato, y de paso, ganar una importante dosis de crédito algo devaluado tras el pobre rendimiento ofrecido por equipo en la recta final de diciembre. El nombre del rival, el Getafe, transmitía buenas sensaciones al técnico holandés, ya que desde que ascendiese a Primera, el conjunto madrileño no conoce la victoria contra el Barça.
No obstante, la estadística es un mero pretexto que no hace justicia al equipo de Schuster. Una plantilla magistralmente trabajada, compensada en todas sus líneas y que por si fuera poco se ha convertido en un auténtico muro para sus rivales. La paupérrima cifra de goles encajados por su guardameta, Abondanzieri, atestigua el verdadero calibre del Getafe. Sin duda, argumentos suficientes para plantar cara e invertir los papeles frente al coloso blaugrana.
El partido comenzó con intensidad. Huérfano de cracks, el Barcelona se aferró a la calidad individual de Iniesta y Xavi y el instinto de Gudjohnsen para obtener la victoria. Sin embargo, los hombres de Rijkaard chocaron contra el sólido planteamiento del entrenador rival. Ahogada la línea de creación azulgrana, el conjunto azulón buscó constantemente la espalda de Puyol y Márquez a través de rápidos contraataques. Cada vez más presionado, el Barcelona respondió con el recurso estéril de los balones en largo del mexicano y Edmilson. En el minuto 11', Xavi decidió quebrantar la monotonía del partido con un pase interior que cruzó en exceso Gudjohnsen. Sobre aviso, el Getafe reaccionó con un cabezazo de Güiza, que aprovechó las dudas en la salida de Víctor Valdés para reivindicar su parte. Poco después, el delantero local puso en un nuevo aprieto al portero catalán, que en esta ocasión intervino decisivamente salvando el mano a mano.
En el cierre del primer acto, el conjunto madrileño reclamó penalti después de que Márquez interceptara involuntariamente un disparo de Casquero con el brazo. Superado el susto, el Barcelona incrementó la intensidad de su maquinaria para acorralar la meta de Abondanzieri. Una presión que en ningún momento amilanó al Getafe.
Sin recompensa
En la segunda parte, los de Schuster se despojaron definitivamente de sus ataduras y salieron al terreno de juego en busca del triunfo. Sin excesivo juego, sin grandes alardes, pero con la ambición propia de quien aspira a altas cotas. Precisamente, de ese ímpetu, de ese empuje, nació el gol de los azulones. En el minuto 53', un error de principiante de Márquez dejó libre de marca a Güiza, que batió a Víctor Valdés a sangre fría para corroborar el letargo azulgrana. Un Barcelona parsimonioso, lento, espeso y carente de pegada que sucumbía por vez primera en el Coliseum.
Pero surgió el momento de la inspiración de las botas de Xavi. El catalán, reclamando un status perdido por la explosión definitiva de Iniesta, clavó un magnífico lanzamiento de falta en la escuadra para devolver el empate al marcador. Sin duda alguna, un premio excesivo teniendo en cuenta los méritos ofrecidos por un equipo y otro hasta ese momento.
El gol dio alas al Barcelona y el partido entró en una vorágine de incesantes idas y venidas. Giuly, muy apagado, emergió en el 79' con un potente disparo que despejó acrobáticamente Abondanzieri. Poco después, pudo sentenciar el Getafe con un lanzamiento de Casquero que salió lamiendo la escuadra de Valdés, que tuvo que intervenir decisivamente para abortar una última oportunidad de Cotelo que pudo dar la victoria a su equipo. La historia se repite.
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