Los penaltis dijeron Alemania
Los errores de Ayala y Cambiasso en la tanda de desempate le dio el pase a semifinales a los locales
La revancha de la batalla de Roma, cuando Alemania le ganó por un penalti dudoso a la Argentina de Maradona en 1990, se produjo en Berlín, allí donde Jesse Owens echó del palco a Adolf Hitler. Y, el comienzo, bonito, digno de tiempos más dulces que los de antaño: Todos juntos tras una pancarta contra el racismo.
Especial Alemania 2006 |
Foro del Mundial |
Alemania emergió como el tópico: blitzkrieg, es decir, la táctica bélica de movilidad por la que se invade al enemigo en un plis para que ya no se levante más que en guerrillas. Fueron diez minutos intensos, con un Podolski como enloquecido (una amarilla y se jugó luego la roja ante el casero Lubos Michel) que puso a prueba de falta a Abbondanzieri. Pero poco más.
La Argentina de Pekerman se repuso y, liderado por los pases interiores de Riquelme más las subidas de Sorín, se puso a la tarea de manejar el partido, de controlar la posesión, el tiempo, la dirección del viento, ese que es tan viejo y sigue soplando (Pernía dixit).
Pero fue un dominio estéril, pese al combate del Apache Tévez y de Valdanito Crespo con las torres teutónicas. Los alemanes, como si tal cosa. Aguardando su momento, sin ofrecer juego y cruzando los dedos para que el baile argentino no acabara en gol. No hubo ni ocasión. 0-0 y a descansar un rato.
Ayala, de héroe a villano
La segunda mitad se reanudó con la amarilla de Sorín, que ya se supo ausente de la posible semifinal. Pero, rápidamente, buenas nuevas. Gol de Ayala, imperial en su salto con Klose para cabecear hacia abajo un saque de esquina de Riquelme (49').
El tanto premió al que más tocó la pelota, al que demostró que, como visitante, salió a ganar. Alemania quedó en ese instante retratada. No da para mucho más como selección, como se intuía en los amistosos previos al Mundial, pero sí tuvo raza para acorralar a los argentinos, que se sabían con los deberes hechos aunque les perdió el ramalazo italiano para asegurar el resultado.
Ballack, a los 64', se estrelló en Ayala, inmenso el valencianista. En esa acción quedó lesionado Abbondanzieri, sustituido por Leo Franco, que se comió a los 80' porque no es Dios el gol del empate, anotado por Klose tras un centro claro de Ballack y un toque decisivo de cabeza previo de Borowski (entró por Schweinsteiger). Y ahí Argentina, que ya había quitado a Riquelme y a los 73' había perdonado el 0-2 en un disparo cruzado de Maxi, se dio por fastidiada.
Sin ayudas de Lubos Michel (y ni esperarlas por su caserismo), ambos parecieron pactar la prórroga: Klinsmann, cuando tenía que ganar, retiró a Klose por Neuville. Pekerman, con anterioridad, prefirió el oficio de Cruz al desparpajo de Messi. Media hora más. En la prórroga, ambos se esforzaron en no perder, antes que en ganar. Los penaltis rondaban el modo de desempatar la X y los protagonistas accedieron a entregarse a esa suerte que históricamente, con Goycochea, favoreció a los argentinos. Aunque, la verdad, quien pudo ganar fue Argentina, en diversas ocasiones marradas.
Neuville abrió la tanda con gol. Como Cruz. Ballack, pese a que acabó muerto, metió el suyo. Ayala, como suele suceder con los héroes, falló. No así Podolski. Maxi acertó y siguió el suspense. Pero no había manera para acabar con la fiabilidad alemana: Borowski para el 4-2 y Cambiasso que falló. Alemania, a semifinales.
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