Tristán hace trizas al Espanyol
El delantero del Deportivo certifica la victoria de su equipo en el último suspiro del partido
En el último resuello, cuando se daban por buenas las tablas, apareció la rebelde testa de Tristán para soliviantar de manera generosa las penurias del Deportivo, hasta entonces, un equipo resquebrajado en defensa y paupérrimo a la hora de poner cerco al marco rival. Pero Tristán no cedió sobre el inofensivo e ingenuo Espanyol, que con la derrota se complicó de sobremanera la salvación. Ambos equipos utilizaron el mismo dibujo, un 4-4-2 con dos medio centros y dos extremos bien abiertos a la banda, y semejantes variantes, donde siempre primaba la vocación defensiva. La resolución del partido, entonces, debía recaer en una genialidad o en una jugada a balón parado. A falta de Iván de la Peña, que no superó la ecografía matutina, el equipo blanquiazul tuvo a bien dejarse comandar por Luis García, futbolista para todas las ocasiones. El Deportivo, como última medida, dio la tentativa a Tristán e Iván Carril. Y todos acertaron.
Los cuatro delanteros —dos por cada bando— ejercían la primera línea de presión, muy útil cuando en la medular del rival no existe un futbolista técnico y hábil con el balón en los pies. Y anoche, en Montjuïc, no lo había. Así, los arietes de los dos conjuntos se hartaron de bascular en la zona de tres cuartos y de exigir a los laterales prolongar balones por la banda. No había otra, porque el centro del campo estaba demasiado poblado. Entre otras cosas, porque el punta que no cerraba la banda, daba un par de pasos para atrás. De ahí que tanto Costa e Ito, del Epanyol, como Sergio y De Guzmán, del Depor, se relamieran en sus posiciones de medio centros. El partido era propicio para sus intereses: cortar balones, hacer faltas sin mesura y obviar la circulación de la pelota. Algo lógico cuando los conjuntos desechan la idea de que la pelota, antes de llegar al marco contrario, pase por todas las líneas.
Poco le importa que le pongan de media punta, de ariete o de extremo izquierda, como anoche. Luis García, sabe de fútbol. Se mueve con inteligencia, apoya a los compañeros con sus desdobles, abre huecos cuando está marcado, se faja en las tareas pesarosas —en su caso las defensivas— y busca con ahínco y destreza la portería rival. Fue el primero en alborozar el encuentro ramplón, cuando de un disparo raso y cruzado batió a Molina. La réplica, en versión mejorada, la ofreció Iván Carril, quien, tras acomodarse con la derecha una asistencia, conectó un zurdazo que quitó las telerañas de la escuadra periquita. Pero sentenció el siempre inconformista Tristán. Tentó con dos faltas directas y marró. Y acertó con la testa, a la salida de un córner.
El resultado aupó al Deportivo en sus aspiraciones de ir a la UEFA vía directa y asustó al Espanyol, que mira de reojo por el retrovisor ante la efervescencia de la zona baja de la tabla.
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