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Crónica:FÚTBOL | 33ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Valencia abruma al Espanyol

Dirigido por un gran Baraja, el cuadro de Quique golea al campeón de Copa

Pese a provenir del frío, Baraja se activa en la primavera. Su cuerpo le transmite buenas vibraciones. Sus pies le piden el balón con urgencia. Y empieza a jugar. A dar un pase tras otro. A imponer su presencia. A disfrutar él y sus compañeros. Su generosa actuación obtuvo, además, un premio en forma de golazo: un golpeo con el exterior del pie izquierdo, a media altura, que entró pegado al larguero. Gesto técnico impecable.

El hilo del partido lo llevó Baraja, pero fue Carboni quien lo impulsó. Su participación en la primera parte resultó abrumadora, increíble para un tipo de 41 años que llevaba meses sin jugar. Arropado por el cariño del público, Carboni actuó como si el tiempo no hubiera pasado, y recogió al final una ovación tan emotiva que hasta Luis García, que pasaba por allí, se sumó al reconocimiento.

El Espanyol ofreció resistencia una hora. La fórmula que le convirtió en campeón de Copa, defensa y contragolpe, no le sirvió en Mestalla. La zaga valencianista no es la del Zaragoza. Ni su portero, que salvó un disparo raso de Zabaleta en un momento crucial. También porque Costa, que ya estaba amonestado, atropelló a Carboni y fue expulsado (m. 60).

Aplausos antes de empezar para Carboni. Tímidos silbidos para Fabio Aurelio. Los dos han sido importantes en la época dorada del Valencia. Los dos se van al final de curso. El primero porque el reloj biológico toca a su fin. O debería. El segundo porque termina contrato y el Valencia no quiere pagarle lo que otro le pagará. Una banda izquierda inédita frente a dos rivales muy ofensivos, Zabaleta y Luis García. Pues bien, la hiperactividad del italiano y la clase del brasileño concentraron el ataque local. Carboni propició el gol valencianista. El Espanyol se disponía a salir de su área con aparente facilidad. Pero Carboni, más listo que el hambre, intuyó por dónde quería escapar el Espanyol y acudió a cerrar el paso. Después le entregó el balón a Villa, que se dirigió al punto de penalti mirando por el retrovisor. Alguien lo tocó por detrás. El tiempo entre la señalización del penalti y su ejecución fue largo. Un lapso para que el lanzador perdiera la concentración. No tratándose de Villa, que lleva siete penaltis.

Al Espanyol se le derrumbó el castillo. Se había tomado muchas precauciones defensivas, confiando en exceso en que su pareja mágica (De La Peña y Tamudo) concretaría su afilado contraataque, como ante el Zaragoza. Y sí, Lo Pelat filtró todo el ataque del campeón de Copa. Da gusto verlo tocar la pelota, pero le faltaron referentes arriba.

Carboni retomó el protagonismo. Arrancó desde su banda, sorteó a varios rivales y fue derribado por Costa. Después Regueiro fallaría un remate demasiado azucarado antes de que llegara alguien sin piedad, Ayala, para acabar el cuento. Corrió en diagonal y cazó en carrera un cabezazo al centro de falta de Villa. El central se tocó con rabia la rodilla restablecida. La tarde se presentaba para curar heridas y Mista cabeceó a gol tras un año sin marcar. Lotina retiró a De La Peña y Tamudo, aplaudido este último por la grada. Era la hora de las luces. Edu, Mista, Baraja y, por supuesto, Carboni, héroe a los 41.

Villa abraza a Mista tras marcar éste el tercer gol al Espanyol.
Villa abraza a Mista tras marcar éste el tercer gol al Espanyol.EFE

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