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Crónica:Fútbol | 28ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Valencia se borra

Los de Quique Flores caen ante un Racing muy superior tras 16 partidos invictos

El Valencia saltó como favorito al Sardinero y se marchó esquilado y con la cabeza gacha. Escasos de recursos, carentes de ambición y muy poco centrados, los de Quique Sánchez Flores rompieron en Santander su racha de 16 partidos consecutivos sin conocer la derrota. Los valencianistas no supieron imponerse al Racing, a pesar de contar con más posesión y ocasiones, y se limitaron a confiar en Villa y borrar el centro del campo. Esta incapacidad se plasmó en la ligereza del equipo.

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Los visitantes resultaron un equipo extremadamente liviano, futbolísticamente vacío y sustentado por la fortaleza de Albiol y la clase del delantero asturiano. Hoy ni siquiera estaba Cañizares, sancionado, para mantener la puerta a cero. Sin el último cerrojo y con Aimar desaparecido, el Valencia es un equipo menor. Y el Racing, que llevaba más de dos meses sin vencer en su feudo, lo aprovechó.

A los centrocampistas valencianos les sobró siempre un segundo. Incapaces de pensar y actuar, Albelda y Baraja miraban, bajaban la vista para centrar y encima ya estaban Vitolo o Antonio Tomás. Apenas un pase con profundidad en toda la primera mitad salió de la dupla. El resto del tiempo, su actuación fue intrascendente. El que sí se hizo notar con una pifia fue Marchena.

Los locales controlaban el partido, hasta ese momento muy físico, y el Valencia esperaba al contragolpe. Una cesión atrás desde la derecha cayó en los dominios de Marchena, que se mostró lento y dubitativo. Cuando intentó darse la vuelta para despejar, Damiá ya le había cubierto todas las salidas. El despeje del central se convirtió en un control orientado después de chocar con el racinguista. Solo ante Butelle, Damiá se cambió el balón de pie, emulando a Laudrup, y marcó.

El Valencia era pura impotencia. Villa batallaba contra todos, sin balón ni enlaces. Tácticas de guerrilla. Regueiro, por la izquierda sumaba la otra pizca de interés futbolístico de los de Quique Sánchez Flores. Ni los mediocentros, ni Rufete ni Mista sumaban poder ofensivo. Los valencianos eran una máquina atascada. Y el Racing tampoco apretaba demasiado, simplemente mantenía el tono físico y la velocidad, una marcha superior a la de sus rivales. Sólo Villa era una amenaza. Pinilla, que no tiene fortuna cara al gol pero que despliega un arsenal de recursos y apoyos a sus compañeros, respondió a la insolencia de Villa con un taconazo que se marchó alto.

El partido se durmió a partir de entonces. Tras el descanso, ambos conjuntos parecieron abotargados. Además, Sánchez Flores decidió prescindir de Regueiro, el jugador que más había aportado, y metió a Aimar, condenado a la banda y a no brillar. El Valencia se moría por momentos, sin capacidad ofensiva alguna. En el peor momento de los valencianistas, Ayoze botó una falta directa a ras de suelo que se coló bajó la barrera con enorme violencia mientras Butelle no se enteraba.

Lo que parecía el descabello sirvió de acicate. Casi todo lo hizo Villa, todo hay que reconocerlo. El Racing se relajó con la ventaja y Villa sacó toda la rabia contenida, volviendo locos a sus marcadores. Por otra parte, los cántabros echaron su particular cable para introducir al Valencia en el partido. En una jugada extraña por la banda, concluida con un centro bombeado, Aouate salió a por el cuero, tropezó y derribó a un atacante valenciano. Penalti.

Villa lanzó escorado, Aouate consiguió parar el disparo, pero el rechace fue aprovechado por el asturiano para cabecear el balón a las mallas. Aún restaba un cuarto de hora de encuentro y los de Sánchez Flores aprovecharon este tramo para mostrarse como algo parecido a un equipo. Cómo no, encabezados por Villa, a punto estuvieron de empatar el choque. El guaje, con un remate acrobático desviado y un mano a mano ante el meta israelí, no contó con la fortuna ni la puntería suficiente para llegar al gol, que hubiese resultado demasiado premio para la atonía y el escaso pulso de los visitantes, que pierden un nuevo vagón para subirse al tren de la Liga, mientras el Racing certifica su tercera victoria en El Sardinero y se acomoda en la zona tranquila de la tabla.

Los jugadores del Racing celebran el primer gol de su equipo esta tarde en el Sardinero, marcado por Damia.
Los jugadores del Racing celebran el primer gol de su equipo esta tarde en el Sardinero, marcado por Damia.AP

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