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Crónica:FÚTBOL | 26ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Zaragoza ahonda la crisis de la Real

La Real Sociedad vive en caída libre. Hoy por hoy, es un equipo asustado, plano, con el público en contra y la moral derruida. Ni siquiera conseguir un gol en el inicio del encuentro le tranquilizó el ánimo. Más bien se lo anestesió; le dejó sin respuesta, sin saber qué hacer: si seguir buscando la portería de César o resguardar el resultado durante 81 minutos. Eligió lo segundo y se suicidó porque enfrente tenía a un rival con más oficio, con más paciencia y con más argumentos para dar la vuelta a una situación adversa.

No se vio al Zaragoza triunfante de las grandes citas porque Movilla está más horizontal que vertical o porque Cani tiró más de tacón que de cabeza, pero tenía la traza de los equipos bien armados con la habitual sensación de peligro que dan tipos como Ewerthon, siempre con las piernas listas, siempre con las cartucheras sueltas. Ayer falló todo lo que se construyó a sí mismo —ante Riesgo, mano a mano; en la línea de gol— y marcó todo lo que le pusieron sus compañeros.

El partido fue un monólogo porque la Real no tiene diálogo posible. El público la toma con López Rekarte, al que no le perdonó más que una: cuando se inventó un autopase y procuró el gol de Nihat. Entonces calló con esa simpleza que define a los polemistas sin argumentos. Cuando empató el Zaragoza, los gritos volvieron. Y luego, contra Gonzalo Arconada cuando cambió a Nihat. Y todo así, porque la Real no juega al fútbol. Corre, eso sí, pero jugar lo ha aplazado para mejores tiempos. Los refuerzos han caido en la vulgaridad y son más de lo mismo con la única novedad de que ahora no juegan los de la cantera.

El Zaragoza fue más práctico. Sin lujos, se adueñó del balón, lo manejó a su antojo, fue creando ocasiones y en 15 minutos, tras el descanso, resolvió el asunto. Tan fiero andaba que el primer gol fue un caso de solvencia de Gabi Milito, que se fue hasta el borde del área rival para construir una pared con Cani que el canterano resolvió con un pase con el interior que acabó en la puntera de Ewerthon. Cani hizo poco más, pero su gesto de tobillo sólo podía ser un sobresaliente gesto técnico o un churro si hubiera querido tirar a gol. Sólo el lo sabe, pero no lo pareció. El segundo tanto fue de fortuna, la que acompaña al que insiste en el área. El tercero, el premio al goleador. Y pudo haber más porque la Real había dimitido cuando Nihat se encontró con un gol que no esperaba.

El centrocampista de la Real Sociedad Alvaro Novo intenta arrebatar desde el suelo el balón a Leonardio Daniel Ponzio.
El centrocampista de la Real Sociedad Alvaro Novo intenta arrebatar desde el suelo el balón a Leonardio Daniel Ponzio.EFE

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