Osasuna saca demasiado premio de Cádiz
La propuesta del Cádiz para mantener la categoría volvió a hacer agua ayer ante Osasuna en el Ramón de Carranza. En el fútbol de casi nada sirve aparentar que se es mejor que el rival. Si cuando el árbitro manda a los jugadores a la ducha, el contrario ha marcado un gol más que tú, no hay consuelo posible El equipo de Javier Aguirre jugó a merced de los amarillos durante los noventa minutos pero fue capaz de marcar tres goles. Tres golazos.
Los jugadores de Espárrago enfilaron la portería de Ricardo a las cinco de la tarde y no pararon hasta las siete. Dos horas de asedio para marcar un único gol a balón parado. Lucas Lobos es un futbolista con cuerpo de fideo y piernas de alambre. Refuerzo invernal de los amarillos y futbolista de quintales. El entrenador lo puso ayer en la izquierda, pero el argentino es de esos que aúlla de pena cuando no tiene la pelota. Se aburre. Va a por ella a donde haga falta. Trajo loco a la defensa rojilla durante la primera parte y remató la exhibición con un magnífico tiro directo que puso al Cádiz por delante.
Se prometía tarde de frotarse las manos, de disfrute generalizado del personal. En cierto modo lo fue porque los locales siguieron dale que te pego. Osasuna lo único que hacía era poner el balón en la atmósfera para que Milosevic volviera a llevarlo al tapete. Un cabezazo suyo tras un buen centro de Delporte empató el partido. Una falta provocada por el serbio la puso David López muy justita junto al palo. El conjunto de Pamplona ya ganaba el partido sin que nadie supiera cómo había sido.
Los gaditanos empujan como una grúa pero no saben luego conducir la apisonadora. El brío no es suficiente para ganar. Cuentan la calidad y la fortuna. El equipo pone tanto empeño en sacar la faena con éxito que pierde el orden y deja pequeños resquicios que equipos de cierta calidad aprovechan para sacar rédito. Ricardo volvió a tener mucho trabajo en el segundo tiempo. No tuvo respiro a pesar de que el Cádiz jugó con uno menos. Derroche generoso de los locales pero de nuevo sin premio. Raúl García tuvo dos metros de libertad después de una buena combinación de los suyos para clavar en la escuadra el tercer gol visitante. A la ducha los de Espárrago, otra vez con agua gélida.
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