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Crónica:FUTBOL | 20ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Exhibición en el Coliseum

Güiza y Pernía apabullan al Espanyol en la victoria más abultada del Getafe

Harto de sacar los colores, sin apenas beneficio, a los equipos que se presentan por su casa, el Getafe ha sacudido a conciencia al Espanyol. Con dos obras de arte de Güiza y la contundencia de la zurda de Pernía, los madrileños han sacudido el árbol y las nueces han caído por su propio peso. De la Peña ha aprovechado la tarde para echarse una siestecita, mientras Tamudo, falto de balones y de cariño, no ha visto puerta. Como pintaban bastos, Pandiani ha recordado sus andanzas por la Premier League inglesa y ha apostado por el fútbol aguerrido. Tan poco le ha servido su alarde de testosterona que el segundo tiempo lo ha visto desde el banquillo.

Por una vez, el Getafe no ha dejado que el rival de turno se escapara vivo del coliseo, como ya hicieran, después de sufrir un vendaval de juego, Osasuna, Athletic y Celta. En nada se ha semejado al equipo blandito de las jornadas anteriores, valiente pero al que le costaba un parto llevarse los puntos. El Espanyol lo ha pagado con creces. Falto de mordiente, con los de enfrente nulos en ataque y empanados en defensa, los de Schuster se han dado un festín. Menos mal que la víspera el técnico alemán, más frío que de costumbre, daba por bueno el empate con el Espanyol. De lo contrario, los periquitos, que han regresado a Barcelona desplumados, con el dudoso honor de ser los teloneros de la mayor victoria del conjunto del sur de Madrid en sus apenas dos temporadas en Primera División, no lo habrían contado.

El Getafe no ha pecado ni de sobrado ni de ingenuo, y ha materializado sus ocasiones. Sobre todo Güiza, que ha cerrado su partido más completo. Si de espaldas a la portería es un peligro, ha dado muestras de empaque cada vez que se las ha visto con Iraizoz. El portero blanquiazul no tuvo opción cuando el delantero jerezano ha aparecido por el horizonte. En sus dos goles por alto —el segundo, tras un pase desde 40 metros de Vivar Dorado y con Iraizoz adelantadísimo—, Güiza le ha pillado siempre desprevenido. La testa del artillero, que ha marcado sus siete dianas en su campo, parecía más bien un guante. Igual que su visión en los alrededores del área. Sus asistencias de gol, desde la orilla derecha, a Pernía en un ataque estático y a Gavilán en una contra, lo atestiguan.

El aviso de Redondo, que ha rematado fuera un preciso centro de Güiza nada más correr el reloj, no ha hecho sonar las alarmas a los zagueros del Espanyol, a los que pillaron en tanga en media docena de situaciones. Que se lo recuerden a Riki, que les desarboló en sus incorporaciones al frente y rozó el premio grande en dos tiros lejanos que lamieron el palo.

Ni los cambios han mejorado la imagen del Espanyol, salvo la breve puesta en escena de Fredson, que ha relevado a Lo Pelat. Desacreditado por la pujanza de Diego Rivas en el mediocampo, el cerebro espanyolista olía a quemado. Todo un guiño para el futbolista que más faltas practica de la Liga. Mientras Rivas ejerce de poli malo, Celestini se aprovecha de los cuatro compañeros que tiene por delante.

Salvo un disparo de Corominas salvado en la raya por Cotelo y un par de desbordes de Juanfran por su banda, las ocasiones le han pertenecido al Getafe, el gol más espléndido del día. O el misil de Pernía, que con una falta ha barrido las telarañas de la escuadra del Espanyol, o el segundo testarazo de Güiza. Fue algo más que una parábola perfecta que castigó el despiste del arquero. Fue un gol que dio sentido a la parábola del fútbol creativo, a tumba abierta y a veces contundente, que practican en Getafe.

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