_
_
_
_
_
Crónica:FÚTBOL | 20ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ibagaza endereza al Atlético

El argentino fue decisivo para que el conjunto madrileño se imponga al Zaragoza y rompa una racha de tres meses sin ganar

En un encuentro tan alocado como resultón, el Atlético se dejó guiar por Ibagaza para obtener una victoria ante el Zaragoza, versión falsificada de lo que habitúa en las últimas fechas. Mérito propiciado por el descarado planteamiento rojiblanco, que sitúa a cinco futbolistas por delante de la pelota. Los espectadores de La Romareda, con tal vaivén, se expusieron a padecer una tortícolis de aúpa. Pero de buen agrado porque desde que se sentó Murcia en el banquillo colchonero, Ibagaza se ha encontrado con libertad de movimientos y con compañeros a los que asistir. Sobre todo a Maxi. Y el Atlético, de sopetón, se perfila como un equipo peligroso e incisivo. El equipo madrileño ha roto una racha negativa de diez partidos ligueros consecutivos sin ganar. No lo hacía desde la jornada novena, cuando se impuso al Cádiz (3-0).

Además de un claro entusiasmo por ganarse el corazón de todos los rojiblancos, la apuesta ofensiva de Pepe Murcia denota un ímpetu por dotar al Atlético de una personalidad propia. Quizá la acertada si se miran las características personales de cada jugador. Pero novedosa como está la táctica, al Atlético le es muy complicada la tarea de tener la posesión del balón. No le cuesta, sin embargo, salir a la contra, buscar la espalda de los defensas, obviar al mediocentro en la construcción y remitirse casi exclusivamente a Ibagaza. Que Kezman, Maxi, Torres y Petrov poseen notables cualidades futbolísticas es una obviedad. El serbio es oportunista; el argentino una carrocería con llegada; el español un punta tan técnico como potente; y el búlgaro una flecha difícil de detener. Pero ninguno de estos jugadores destaca por mimar al balón y por ser capaz de crear juego para el resto. Ahí es donde entra Ibagaza, el menudo mediapunta argentino que es plástico y estilista como pocos con el cuero en los pies. Entre líneas, con una vista de águila para predecir los movimientos de los siempre relampagueantes extremos, Ibagaza se relame cuando observa las alternativas de pase que tiene con cuatro hombres por delante de él. En una de esas, leyó la carrera de Maxi, puso la pelota entre el central y el lateral, y dejó a La Fiera delante de César. Éste, con temple, disparó raso al palo corto. En otra, Ibagaza repitió asistencia y César derribó a Maxi. Torres, desde los once metros, engañó al portero.

El Zaragoza trató de combinar, de hurgar en la banda que dejaba desprotegida el extremo rojiblanco que pisaba línea de fondo. Pero Savio no ha recuperado el ritmo tras superar su lesión, se echó de menos al entonado Cani y el coyote Perea atrapó al correcaminos Ewerthon. El Atlético también ninguneó al Zaragoza gracias a la presión que ejerció el Atlético; bien arriba, los medios y delanteros para ahogar e impedir la fácil salida de balón aragonesa. Así, los mediocentros Celades y Zapater al principio, y Movilla después, apenas tocaron el balón. Algo que también alimentó la permisividad de Iturralde González, que cometió una cantidad desorbitada de errores. Seguramente no desequilibró la balanza, pero sí exasperó en demasía a una afición que en reiteradas ocasiones se acordó de su madre y que lanzó botellines de agua al césped.

Ibagaza se alió con Maxi, polémica decisión porque suplió a Galletti, que tan buen encuentro hizo en la Copa hace unos días, con la intención de modelar una nueva personalidad para el Atlético. Atractiva y valiente pero algo alocada hasta que se cimiente del todo. El Zaragoza, dócil sin Cani, languideció por falta de inventiva y, sin más, disfrutó del ocho rojiblanco.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_