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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Valencia vence por sus extremos

El equipo de Quique, con un excelente Cañizares, supera gracias a los goles de Regueiro y Villa a un valiente Osasuna

A la contra y por los extremos. Así tumbó ayer el Valencia a Osasuna, que se marchó vacío de Mestalla pese a su comilona de balón y de campo. Pese a su apuesta ambiciosa que quedó en nada. Claro que al conjunto de Quique, que suma seis partidos sin encajar un gol, no necesita llevar la iniciativa para ganar. Le basta con su seriedad defensiva, la precisión de su contra y la calidad de algunos de sus hombres. Regueiro es uno de ellos. Después de pasarse la primera vuelta prácticamente en blanco, el extremo uruguayo ha resucitado primero en la Copa para entrar de lleno anoche en la Liga cuando se lesionó Vicente. No tiene la constancia atacante de Vicente, ni su desequilibrio regateador, pero sí más verticalidad. Y un disparo cruzado que es veneno puro para los porteros, como experimentó anoche Ricardo. Regueiro abrió una cita que después cerraría Villa de cabeza tras un precioso centro de Angulo desde el extremo derecho. El delantero asturiano no deja pasar oportunidad de presentar su candidatura a la delantera titular del Mundial de Alemania. Sus goles son de lo más variados, y su juego, también. Incansable, valiente y decisivo, ayer fue retirado por Quique cuando el técnico entendió que el choque estaba resuelto. Había que preservarlo para la cita de Copa del jueves ante el Deportivo.

Osasuna jugó a pecho descubierto. Siempre de frente, se encontró, sin embargo, con un Albiol gigantesco en el juego aéreo y, sobre todo, con un Cañizares formidable de reflejos. Salvó cuatro remates cercanos, pero especialmente un potente cabezazo de Cuéllar que el meta de Puertollano sacó con su mano izquierda en la misma raya de gol. Al final sería la derecha la que evitaría un cabezazo de Webó.

La preocupante lesión de Vicente (m. 20) marcó un brusco despertar del partido, muerto hasta ese momento. Se sucedieron las ocasiones, las broncas, el fútbol. En ambas porterías. Cañizares se empleó a fondo más de lo que suele ser habitual en su propio estadio, donde contempla los partidos con cierta tranquilidad. Ayer no. Salvó primero un disparo cercano de David López y, más tarde, otro de Romeo, también a pocos metros, además de ganarse una tarjeta amarilla por ser empujado por Webó. Sí, sí, tarjeta por ser empujado, señal de que Medina Cantalejo a Cañizares se la tenía jurada. O eso parecía.

Muy seguro de sí mismo, Osasuna presionó en las mismas barbas valencianistas, lo que obligó a los chicos de Quique a buscarse la vida a la contra. Aguirre, pues, sonreía en la grada, desde donde cumplía su sanción, aparentemente relajado. Es de los pocos entrenadores que más que analizar permanentemente un encuentro, parece disfrutarlo.

A la variedad de recursos que cada día descubre Villa, anoche añadió el pase de larga distancia. Ayer trazó uno muy preciso de unos 40 metros, en diagonal desde el centro del campo, para que Regueiro encarara a Ricardo. El extremo uruguayo se convirtió de pronto en la principal arma valencianista. Desbordó con cierta facilidad a Javier Flaño, pifió un remate clarísimo y, finalmente, marcó. Y lo hizo a su manera: con un tiro seco y cruzado, desde la izquierda, al aprovechar un pase de Mista, que había arrancado desde el centro del campo, donde recibió un saque de banda de Miguel. Era el minuto 46 y Osasuna se despistó en los marcajes. Justo en el peor momento. Le dio muchos metros a Mista y éste progresó hasta concederle a Regueiro el pase definitivo.

La segunda parte comenzó con una refriega entre Miguel y Corrales que puso de los nervios a Quique, al ver cómo su lateral derecho se enfrascaba en un duelo de cabezas que invitaba a la expulsión mientras el balón seguía en juego, atacando Osasuna. Futbolista imprevisible como pocos, Miguel estuvo también en el arranque de los dos goles valencianistas. En el segundo tanto, su excelente envío en profundidad a Angulo fue el preludio del centro de éste que cabeceó, solo, Villa a gol. Su duodécimo gol de la Liga. Nada menos.

El mundo al revés. El Valencia de Quique se sintió felicísimo sin la pelota, saliendo disparado a la contra, mientras Osasuna intensificó su dominio infructuoso. Tanto, que borró la sonrisa del rostro de Aguirre, que abandonó su localidad en la tribuna para bajar al túnel de vestuarios, donde departió con el valencianista Curro Torres. El cuadro de Quique ha perfeccionado su sistema defensivo y, desde ahí, ha empezado la reconstrucción que prometió el entrenador. Empieza a disfrutar el Valencia y se permite dar entrada al inédito Kluivert, que sólo dejó una entrada muy fe

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