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FÚTBOL | La semana del gran clásico

Florentino 'versus' Laporta

El clásico también se juega en el palco del Bernabéu

Algunos han llegado a comparar a Joan Laporta con John F. Kennedy. Será porque su llegada a la presidencia del Barça fue recibida con enorme ilusión por la hinchada culé, que veía en este barcelonés de 43 años al dirigente seguro, joven y ambicioso que devolvería al club al lugar que le correspondía tras una oscura y extraña etapa con Joan Gaspart. Además, se presentó con la promesa del fichaje de Beckham, algo que, aunque no se cumpliera (luego vino Ronaldinho) sirvió, cuando menos, para despertar a una hinchada harta de Bogardes, Rochembacks o Christanvales.

Que se sepa, a Florentino Pérez todavía no le han buscado o encontrado comparación con nadie. Llegó a la presidencia del club blanco contra pronóstico (le ganó a un Lorenzo Sanz que venía de conquistar la octava) y pronto dejó constancia de su enorme habilidad como empresario situando en poco tiempo al centenario club de Chamartín a la vanguardia del fútbol mundial. Por si fuera poco, aterrizó con Figo bajo el brazo, en una operación que dejaba al eterno rival atolondrado y ganaba para la causa al balón de oro del año.

Ambos han tenido éxitos. En lo deportivo y en lo económico. Florentino puede presumir de haber conquistado un buen puñado de títulos, entre los que destaca la Copa de Europa, y de haber logrado que el Real Madrid sea la marca española más conocida en el mundo. Eso sí, desde la marcha de Vicente Del Bosque, y a pesar de la incesante llegada de los astros más reputados del planeta, los títulos se están resistiendo y el presidente blanco, con el apartado económico viento en popa, parece estar buscando la formula que iguale lo deportivo con lo comercial.

Joan Laporta, delantero centro del Barcelona en su época de juvenil, puede presumir de haber encontrado en Frank Rijkaard al hombre perfecto para encarrilar su proyecto deportivo y, con el último campeonato de Liga en el zurrón, ambiciona este año lograr la Liga de Campeones, ese título que tanto obsesiona al club catalán. En lo económico, bastante ha tenido con desenmarañar la herencia de Gaspart y compañía, que no es poco.

Son los presidentes de los dos clubes más importantes del fútbol español. Comparten ambiciones y problemas y tienen a una gran masa social pendiente de cada paso que dan. Pero son bien distintos. Laporta pierde los nervios con más facilidad de la que le gustaría a su afición y, cuando le da, va y se quita los pantalones en un aeropuerto o se comporta el palco del Camp Nou como si estuviera viendo un concierto de los Rolling Stones. En eso, Pérez es un maestro. Puede que esté enfadado, inquieto o a punto de tomar una gran decisión, pero difícil será verle perder los papeles frente a los medios de comunicación o ante el público del Bernabéu. Habría que verles en privado.

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