Carlitos cambia la cara al Sevilla
Un gol como solución de urgencia de Baptista y otro como premio para Carlitos. El Sevilla encontró en el brasileño la forma de acabar con la falta de definición y en el canterano la manera de cambiar la cara del equipo para sacar del campo definitivamente a un muy pobre Athletic.
Con la ciudad de fiesta por la Davis se presentó el Sevilla de las dudas del último mes con la intención de disiparlas definitivamente. El grupo de Caparrós despejó algo las del juego, pero no las de la eficacia. Volcó el Sevilla el campo hacia la portería de Aranzubia, bien organizado, buscando las bandas y llegando al área bilbaína. El problema fue el último golpe, ante el que se estrellaron Alves, primero a puerta vacía y después al larguero, Renato y hasta Antoñito, quien fruto de la impotencia se quiso inventar un penalti con el que no picó el árbitro.
El vestuario trajo las claves del cambio. Una fue el cambio de Carlitos por Antoñito. El primero parece encontrar jornada tras jornada el hueco que merece en el ataque sevillista. Su movilidad y su facilidad para desordenar defensas en todo su frente facilitan mucho las llegadas desde atrás. En una de ellas, nada más comparecer Carlitos por el campo, Julio César Baptista encontró una autopista por el centro y un guante en el interior del pie derecho. Con él, puso el balón en la escuadra de Aranzubía y descomprimió a su equipo.
Se acabó ahí lo poco que había sido el Athletic. El Sevilla ganó en confianza jugó a placer y desarrolló fútbol. La jugada del segundo tanto así lo prueba. Una triangulación que deja a Alves con camino por la derecha, un pase de la muerte y la sentencia de Carlitos, el premio justo para el hombre que cambió la cara de su equipo.
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