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TENIS | Torneo de Roland Garros

La rusa Myskina gana la final de Roland Garros a su compatriota Dementieva

El partido, resuelto en dos rápidos 'sets', fue aburrido y exento de la agresividad que se espera de una cita de esta altura

Las dos tienen 22 años, son rusas y nunca antes habían disputado una final de Roland Garros. Pero fue Anastasia Myskina la que se llevó el gato al agua al ganarle la partida a su compatriota Elena Dementieva por un cómodo 6-1 y 6-2.

La final, en todo caso, fue de las más aburridas y escasas de tenis que se recuerdan en París. Quizá influyó en ello el que ninguna de las dos jugadoras se había encontrado antes ante semejante desafío. Con un marcador de 6-1 y 6-2, y en sólo 59 minutos, Myskina puso fin a un encuentro, exento de agresividad, que le enfrentó a una de sus grandes amigas.

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Dementieva-Myskina, amigas y finalistas

La morena moscovita, ahora campeona en París, estuvo a punto de ser apeada del torneo en tierra batida en la cuarta ronda, cuando otra compatriota, Svetlana Kutnesova, tuvo una bola para ganar el encuentro, que finalmente desperdició. En la historia de París sólo otras dos jugadoras ganaron el título con esta adversidad, Margaret Osbourne-Dupount (1946, y salvó dos) y Margaret Smith Court (1962, uno).

Independientemente de la mayor seguridad de Myskina, Dementieva se lo puso muy fácil. Su saque, criticado por ser indigno de su supuesto nivel, corroboró esta afirmación. Flojo, mal colocado y con diez dobles faltas, tres de ellas en el séptimo juego del segundo set, era un arma inexistente. Lo mejor de la medalla de plata en los JJ OO de Sydney y semifinalista del Abierto de Estados Unidos ese año, fue sin duda una eléctrica derecha al fondo, en paralelo que sacó poco a relucir, eso si.

Para Myskina su tarea tenía un objetivo perfectamente seleccionado. Controlar sus emociones, su mal genio, el mismo carácter endiablado que le jugó una mala pasada este año en el Abierto de Australia. En este aspecto estuvo magistral y sólo mostró un incipiente principio de cabreo en el séptimo juego cuando amagó con golpear la raqueta contra el suelo. Su revés estuvo certero y abrió los ángulos necesarios para que Dementieva sufriera.

Un premio al autocontrol

Jens Gerlach, su ex novio y ahora técnico de Anastasia, recibió luego las gracias en medio de la pista cuando Myskina tomó en sus manos la Copa Suzanne Lenglen. "Gracias a mi entrenador por comprenderme, se que no es fácil trabajar conmigo", le dijo en un guiño que sólo ellos entendieron. "Estoy muy feliz y emocionada, y no tengo palabras para describir cómo me siento. Tuve que controlar todo mis sentimientos, porque es la final de Roland Garros, un Grand Slam y ella es mi amiga", señaló Anastasia, poco antes de que sonara el himno ruso y la bandera de este país fuese izada en la pista, hecho que se da por primera vez en Roland Garros y en un Grand Slam, a petición de las dos jugadoras. Todo sin una lágrima por parte de las dos.

Anastasia Myskina saluda al público de París tras adjudicarse su primer Roland Garros.
Anastasia Myskina saluda al público de París tras adjudicarse su primer Roland Garros.REUTERS

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