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Irlanda del Norte 1 - Camerún 1 | Grupo E

El gigante africano se duerme ante Irlanda

La selección africana no pudo con un modesto europeo

El gigante africano que hace tantos años amenaza con despertar y hacer temblar el mundo del fútbol se volvió a dormir hoy, menos de 24 horas después del gran rugido que dio Senegal al vencer a Francia en el partido inaugural del Mundial.

Los Leones Indomables de Camerún, actuales campeones de Africa, empataron 1-1 en Niigata, Japón, contra una modesta selección irlandesa que, más por personalidad que por talento, mereció llevarse los tres puntos.

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El hecho de que la selección camerunesa partiese como clara favorita contra una selección europea que había eliminado del Mundial a la Holanda de Luis Van Gaal indica, eso sí, que el fútbol africano sigue evolucionando. Varios expertos internacionales, entre ellos Marcelo Bielsa, el seleccionador argentino, habían señalado a Camerún como uno de los equipos más temibles de esta Copa del Mundo. Y parecía, a lo largo del primer tiempo, que no se habían equivocado.

No hubiera sido una injusticia si Camerún, jugando un fútbol dinámico y explosivo, hubiese llegado al descanso con tres goles de ventaja. Más veloces, más fuertes, mil veces más hábiles con el balón que los irlandeses, los cameruneses dieron, no por primera vez, una muestra del gran potencial futbolístico que existe en Africa, y especialmente en Africa occidental. Samuel Etoo fue una amenaza constante para la defensa irlandesa y si no hubiera sido por la brillantez en el mano a mano de Shay Given, que juega en el Newcastle United y es considerado por muchos como el mejor portero de la liga inglesa, el delantero del Mallorca hubiera sido el primero en abrir el marcador.

Fue Etoo el que creó el gol camerunés, poniéndoselo en bandeja a Patrick Mboma tras un frenazo y un recorte dentro del área que abrió la defensa irlandesa de dos en dos. Irlanda estaba sin ideas y daba la sensación de que aunque las tuviese no hubiera sabido qué hacer con ellas. Echaba mucho de menos la ausencia de Roy Keane, la figura indiscutida del fútbol irlandés. Pero Keane había insultado al seleccionador Mick McCarthy de manera grosera en frente de los demás jugadores y McCarthy , con el apoyo de casi toda Irlanda, lo mandó a su casa.

Casi toda Irlanda parecía haber conseguido entradas al estadio de Niigata. La única ventaja con la que contaba Irlanda durante la primera parte era el apoyo fervoroso de los miles de sus seguidores que habían transformado a la ciudad de Niigata en un barrio de Dublín.

Quien sabe si fue por los fans, o algo que dijo McCarthy en el descanso, o si fue simplemente el orgullo de un grupo de jugadores que no soportaba la idea de que se dijera de ellos que sin Keane no valían nada. Sea cual sea la explicación, la segunda mitad fue la cara inversa de la primera. El dominio irlandés fue casi absoluto.

Geremi, del Real Madrid, tuvo una oportunidad, solo contra el portero, de marcar el segundo gol camerunés al minuto 51. Por torpeza se perdió la ocasión y 30 segundos después el centrocampista Matt Holland le dio al lateral madridista, y a todo el mundo, una lección de cómo pegar al balón. La conexión con el pie derecho fue perfecta y la colocación también. Pasará a ser uno de los golazos, sin duda alguna, de este Mundial.

En vez de reaccionar, como se podría haber esperado tras la exhibición del primer tiempo, Camerún se hundió. Confusos, aturdidos, como si no entendiesen lo que estaba pasando - como diciendo, "pero esto no estaba en el guión…" - cedieron el dominio progresivamente a los irlandeses que, animados por su maravillosa hinchada, no hicieron nada más que jugar con la garra y el entusiasmo que siempre les ha caracterizado. Given se transformó de protagonista en espectador, Etoo despareció, Mboma fue sustituído, balones empezaron a llover sobre el área de Camerún, irlandeses que en el primer tiempo no habían hecho nada de repente relucieron como estrellas, entre ellos el eterno suplente del Leeds United, Robbie Keane, cuyo espectacular cañonazo en el minuto 85 mereció ganar el partido pero se estrelló como un martillo contra el palo camerunés.

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