_
_
_
_

Parecía que medían tres metros

Alemania aplasta a Arabia Saudí con ocho goles y un fútbol arrollador

Alemania se pareció a la idea que se tiene de su fútbol. Al menos, de su último fútbol. Con un juego marcial, aplastó con ocho goles a Arabia Saudí, que no encontró la manera de defenderse de un rival que le doblaba en kilos y centímetros. Los árabes jugaron con un sentimiento de inferioridad tan grande que Carsten Jancker dio la impresión de medir tres metros. O más. En su figura de replicante se observó la implacable voluntad de los alemanes por arrollar a los depreimidos árabes, que parecían bajos, flaquitos y asustados. Son las sensaciones que proporciona el fútbol cuando hay una distancia tan enorme entre dos equipos.

Un día después de la sorprendente victoria de Senegal sobre Francia, se produjo algo parecido a la regresión en el fútbol. Si los senegales representaron el crecimiento de selecciones de segunda o tercera fila, Arabia Saudí dio un pasó atrás. Volvió a los tiempos en que unos equipos abusaban de otros en el Mundial. Hizo el papel de víctima con tanta convicción que no lanzó un remate en el primer tiempo y recibió cuatro goles. El dato es de una contundencia insuperable. Hacía muchos años que un equipo no obligaba a la gente a preguntarse por las razones de su presencia en la Copa del Mundo. Lo que es evidente es la devaluación de Arabia Saudí: nunca fue una potencia, pero mantenía el tipo en los Mundiales. Solía contratar a algún entrenador brasileño con interés por ganar buenos petrodólares, perdía con decoro y se iba del Mundial sin ruido.

Más información
Tomasson se basta y sobra frente a Uruguay
El gigante africano se duerme ante Irlanda
Especial:: El Mundial de Corea y Japón
Texto:: Alemania, la disciplinada
Texto:: La débil Arabia Saudí
Gráfico:: El Mundial 2002 en gráficos

Parece que ahora se irá a gorrazos. Los alemanes pasaron el rodillo sobre ellos con un juego que intimidó a los árabes.

Todo comenzó con cuatro pelotazos sobre Jancker. Ganó los cuatro frente a su atribulado marcador, que no sabía si agarrarse a su cuello o pedir el cambio. Nunca pudo mover al armario. Jancker recibía de espaldas y a su alrededor comenzaban a caer rivales como bolos. Fue un arranque estrictamente disuasorio. Arabía Saudí supo desde entonces lo que se le venía encima, pésima noticia para un equipo sin ninguna posibilidad para resistir. Simplemente aceptó su sacrificio: no tenía nada que oponer. Alemania no tuvo piedad con este equipo de aspecto amateur. Por abultado que fuera el resultado, los alemanes no hicieron nada novedoso. Hay algunos nombres nuevos, como el delantero Klose -autor de tres goles- y algunos defensas sin demasiado nombre internacional, caso de Frings o Metzelder. Pero no se ven demasiadas maneras, excepto en Ballack, que estuvo sensacional. El partido le vino tan pequeño que lo dominó cuando quiso.

Ballack tiene el defecto de la intermitencia, pero sus condiciones son notables. Gran pegados con la derecha y con la izquierda, excelente en el pase largo, extraordinario en el juego alto, Ballack es el jugador más interesante que ha producido Alemania en los últimos diez años. Le falta algo de acompañamiento en la selección, donde el resto funciona en otra onda. Son jugadores con un tremendo poderío físico, abnegados para correr, saltar y chocar. La clase de equipo que provoca el pánico se impone su estilo. Y contra Arabia Saudí lo impuso de un plumazo.

No hay un centro que no les guste a los alemanes. Y todos los centros disgustan a los defensas saudíes. Entre lo que querían unos y lo que temían los otros, comenzó la cuenta de goles. Los dos primeros fueron de la misma ganadería: estupendo centro de Ballack desde la izquierda y cabezazo de Klose en los dos casos. El tercero se lo reservó Ballack en otro cabezazo, como correspondía. El cuarto fue raro: lo marcó Jancker con el pie. Jancker es de esos jugadores que desearían lanzar un penalti con la cabeza, pero el hombre empujó la pelota con el pie y se sintió feliz.

Todo esto ocurrió en la primera parte. En la segunda los alemanes siguieron su aplastante ofensiva. Marcó Klose su tercer gol, por supuesto en un cabezazo. Anotó Linke, de cabeza, claro. Y comenzó a crecer la idea de un atropello monumental. Finalmente fue un 8-0, insólito casi a estas alturas de la historia. El resultado tendrá un efecto eufórico sobre una selección que ha caído en cierto descrédito en los últimos años. Ahora regresa la Alemania arrolladora que siempre intimidó en el fútbol. Si es ficción -porque Arabia probablemente no sirve como demasiada referencia- o realidad se verá a partir de ahora. Pero el murmullo está ahí: los alemanes vienen con toda la caballería al galope.

EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_